Política

Llamadas perdidas

La política exterior del Gobierno español ha decidido acabar con seis meses de antiamericanismo para intentar establecer una relación eficaz con EE.UU.


La política exterior del Gobierno español ha decidido acabar con seis meses de
antiamericanismo puro y duro para intentar establecer una relación eficaz y
constructiva con EE.UU. Así lo dio a entender el ministro de Asuntos Exteriores,
Miguel Ángel Moratinos, en sendas entrevistas publicadas ayer por los diarios El
Mundo y El País.

El acercamiento se produce luego de haber apostado en
las últimas elecciones presidenciales norteamericanas por el candidato
equivocado, John Kerry, y de haber desairado en más de una oportunidad al actual
presidente reelecto George W. Bush.

Por ese motivo no debe sorprender
que ahora la Casa Blanca no se quiera poner al teléfono cuando la llamada
proviene de la Moncloa. Para la administración Bush es hora de devolver los
desaires al Gobierno español y dejar en claro quién tiene el sartén por el
mango.

De ahí que debería hacerse un mea culpa y llamar a la reflexión
sobre el hecho de que coquetear con Fidel Castro y desairar a EE.UU. puede
parecer muy reconfortante desde el punto de vista académico e intelectual pero
escalofriante si se piensa que esos errores pueden relegar a España al nivel de
un país africano y hacerle perder peso en el contexto internacional.

En
definitiva, ha llegado el momento de cambiar el tono de la diplomacia española,
de exhibir modos menos provocadores y de lograr que los intereses españoles se
hagan oír en los despachos de Bruselas y Washington. España ha perdido
credibilidad internacional y capital político y eso, a largo plazo, puede
pagarse muy caro.

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