Gonzalez y Aznar supieron presevar la imagen y la figura del Rey de España. Un Rey que se encontraba muy cómodo en un papel institucional por encima del partidismo y al que impulsar y presumir de lo mejor de España en el exterior le iba como anillo al dedo
Se veía venir. Lo sucedido en la Cumbre Iberoamericana estaba cantado.
Estas Cumbres fueron una apuesta decidida de la política exterior española a principios de los años 90. España rentabilizaba una transición democrática de enorme prestigio internacional, especialmente en América Latina. Un continente que en esos años estrenaba democracias y había enterrado una década ominosa de dictaduras militares y populismos rampantes.
Y al frente de España la imagen de un Rey, de un Jefe de Estado, que encarnaba en su persona el prestigio de una Nación aferrada a la democracia y que buscaba recuperar su sitio en el concierto internacional al lado de las democracias occidentales. Lo supieron ver los gobiernos de Felipe González y lo continuaron también con firme decisión y exito (hay que decirlo) los gobiernos de Aznar.
Aznar quiso, en sus últimos años, que las cumbres tuvieran un alto contenido político y que Iberoamérica tuviera una voz común frente al resto del mundo. Y se encargó a un grupo de dirigentes, presididos por Cardoso, las reformas de las Cumbres y se creo la Secretaría Permanente… a la que Zapatero sólo ha cambiado de nombre. La defensa de la democracia occidental y el vínculo atlántico eran el eje medular de ese esfuerzo. América Latina, como España, no podía ser una permanente excepción en la Historia. América Latina debía aspirar a ser Occidente con pleno derecho. Parecía que sólo Cuba se quedaba fuera del futuro soñado.
Pero ya era tarde. Había sucedido lo del 11 S y vino lo de Irak. Además, la amenza del retorno del populismo asomaba su cabeza en América Latina. Vino Irak y vino Zapatero a dilapidar el esfuerzo de tantos años y América Latina, que se miraba en el espejo de España, empezó a recibir una andanada de mensajes contrarios. Zapatero y su gobierno cultivan el mercado interno pues creen que lo de Irak les hizo ganar el poder. Se alejan radicalmente de la América de Norte y de la Inglaterra de Blair y se echan en manos de una decrépita Francia, liderada por un amortizado y conservador Chirac, y de una Alemania estancada y mal gobernada por el socialista Schroeder. Lúcidos asesores de Zapatero hablaban con volver al eje París-Berlín que "abandonara" Aznar por el de Londres-Washington.
Y Zapatero desairaba a la futura canciller Merkel y apostaba firme contra Sarkozy participando en la campaña electoral francesa al lado de los "nuevos socialistas" franceses. Enterró la política común europea de firmeza ante la dictadura castrista; nunca detuvo los permanentes insultos que en España se proferian congra el presidente de los norteamericanos y deseó publicamente su derrota electoral…
Lo de los ejes, a estas alturas, es casi una tontería, pero la España de Zapatero no está ya en ningún lado y sus gestos han sido de comprensión y hasta de apoyo (lo llaman diálogo) con Castro, con Chávez, con Morales, con Ortega, con Correa… y con las ong´s antisistema y con el movimiento antiglobalización y con los foros alternativos que llaman "sociales" y con la alternativa ecologista del multimillonario Al Gore…
Es la "moderna" imagen que ahora tiene la España de Zapatero. Y en Iberoamérica campan envalentonados los que llaman amigos de Zapatero y si estas cosas vienen de España…pues está bien.
Y además Zapatero, en España, enterraba la Transición y desenterraba la Guerra Civil y cuestionaba la Constitución… Y si Zapatero no cree en la Transición cómo va a entender la figura del Rey de España. Zapatero no ha sabido o no ha querido entender el papel de la Corona y está exponiendo gravemente al Rey y con el Rey el prestigio de España.
Gonzalez y Aznar supieron presevar la imagen y la figura del Rey de España. Un Rey que se encontraba muy cómodo en un papel institucional por encima del partidismo y al que impulsar y presumir de lo mejor de España en el exterior le iba como anillo al dedo. Zapatero necesitaba ponerse al lado del Rey debajo de una bandera en la que no cree y como llegan las elecciones permite su viaje a Ceuta y Melilla. En la pasada Cumbre de Montevideo no impidió la propuesta de uruguayos y argentinos para que el rey de España mediara en el farragoso conflicto de la papelera Botnia. Dardo envenenado que debió abortarse de inmediato por la diplomacia española.
Lo de esta Cumbre estaba cantado. Con la cumbre paralela que fuera celebraban los seguidores "maradonianos" y la alternativa que dentro tenía lugar. Ahora manda Chávez y su petroleo junto a sus amigos de Irán. Y Zapatero que está de elecciones en España y habrá recibido una llamada del ex presidente González, no ha querido hacerse la foto con los lideres del nuevo golpismo popular o populista latinonoamericano.
Pero todo el mundo sabe lo que ha pasado y por qué. Tuvo que ser el Rey de España, el Rey que dicen en América, el que mandara callar a Chávez y fue el Rey el que abandonó la reunión ante los exabruptos de Ortega. Zapatero no hizo nada de eso y ha vuelto a exponer al Rey de España. Pero el Rey hizo bien. Es el Jefe del Estado y representa a todos los españoles. Zapatero no y, además, tampoco quiere, por más que ahora necesite aparentar lo contrario.
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