Oriente Próximo, Política

Medio Oriente: Análisis sobre la región más volátil del planeta

Medio Oriente es la región más volátil del planeta. Sus problemas económicos, conflictos bélicos e importancia estratégica hacen que sea uno de los principales focos de atención internacional.


En estos momentos la guerra de Siria, el Estado Islámico, el acuerdo nuclear con Irán o el éxodo masivo de refugiados con destino Europa conforman un panorama que concita la preocupación de las grandes potencias y de las instituciones internacionales. A todo ello hay que hay que añadir el conflicto árabe-israelí, no por antiguo menos candente.

El momento parece especialmente oportuno para la reflexión y el análisis. Esto es lo que hace Daniel Pipes, reconocido experto en asuntos de Medio Oriente y presidente del Middle East Forum, en este informe, donde repasa los principales problemas de la región y ofrece algunas proyecciones.

Irán es el primer asunto abordado. El acuerdo nuclear es, a juicio de Pipes, un error que ha debilitado a Occidente frente a los ayatolás, que conciben la política internacional en función de su fanatismo religioso, lo que lo convierte a su régimen en especialmente peligroso.

El liderazgo iraní tiene una mentalidad apocalíptica y una preocupación por el fin de los días que no puede aplicarse a Corea del Norte, Stalin, Mao, los paquistaníes o cualquier otro. El líder supremo Alí Jamenei y sus colaboradores tienen motivos para usar esas armas por razones ajenas a las preocupaciones militares normales. Para traer el fin del mundo. Esto hace que sea especialmente urgente detenerlos.

Según Pipes, Israel es el único país con la capacidad y la decisión necesarias para ello.

Si los israelíes no paran la bomba, un dispositivo nuclear en manos de los mulás tendrá consecuencias terroríficas, no sólo para Medio Oriente, también para Estados Unidos, que puede ser objeto de un ataque devastador.

El segundo asunto abordado por Pipes es el Estado Islámico, menos importante a escala global que Irán pero, apunta, mucho más interesante.

A largo plazo, el Estado Islámico dañará al movimiento islamista (que aspira a aplicar la ley islámica en su integridad) e incluso al islam mismo, dado que los musulmanes, en un gran número, abominan del EI.

Pero algo perdurará del Estado Islámico: la noción de califato. (…) En términos occidentales, es como si alguien quisiera revivir el Imperio Romano en un trozo de Europa; eso podría suscitar la atención de todo el mundo. Yo predigo que el califato tendrá un impacto duradero y negativo.

La crisis de Irak parece que va a desembocar en una división del país en una zona de mayoría chií, otra de mayoría suní y una tercera de mayoría kurda. Un división que Pipe no ve con malos ojos.

Esta es una consecuencia positiva. No hay nada sagrado en el acuerdo franco-británico de Sykes-Picot de 1916, por el que se crearon estas dos entidades [Siria e Irak]. Muy al contrario, ha demostrado ser un fracaso absoluto. Sólo hay que evocar los nombres de Hafez al Asad y Sadam Husein para recordar por qué. Esos Estados miserables existen para beneficio de sus monstruosos líderes, que asesinan a sus propios súbditos. Así que si se fracturan en tres mejorará la situación para los lugareños y para el resto del mundo.

En Turquía, Erdogan ha forzado las reglas democráticas para hacerse con un poder de tintes cada vez más liberticidas. Sus éxitos en la política local le han envalentonado hasta el punto de irrumpir en la política internacional con pretensiones de gran potencia del Medio Oriente. Pipes advierte de que ese error de cálculo puede pasarle factura.

La ruina de Erdogan probablemente no será domestica ni obedecerá a una trivialidad como los votos, sino a asuntos del exterior más importantes. Precisamente porque lo ha hecho muy bien en el interior, se considera a sí mismo como un maestro de la política en el escenario global y persigue una política exterior tan agresiva como la doméstica. Pero después de algunos éxitos iniciales de su política de  ‘cero problemas con los vecinos’, la posición internacional de Turquía está arruinada. Ankara tiene malas relaciones o graves problemas con casi todos sus vecinos: Rusia, Azerbaiyán, Irán, Siria, Irak, Israel, Egipto, grecochipriotas, turcochipriotas y Grecia, así como con EEUU y China. Alguna de estas aventuras exteriores será probablemente la tumba de Erdogan.

Junto a la política israelí o el fenómeno del islamismo, Pipes también analiza la política de EEUU en Medio Oriente. Para él, tanto Bush como Obama han cometido errores: el primero por su voluntariosa -y en cierto modo ingenua- campaña para llevar la democracia y la prosperidad a corto plazo a los países en conflicto y el segundo por someter su visión geopolítica a los esquemas clásicos de la izquierda buenista.

No obstante todo lo anterior, Pipes no ve todo de color castaño oscuro, como se desprende de su conclusión:

Una región conocida por sus problemas también ofrece algunas buenas noticias. La tiranía es más inestable que hace cinco años. Los islamistas están debilitados por sus luchas intestinas y su impopularidad. Los infaustos Estados sirio e iraquí están muriendo, mientras el Kurdistán está emergiendo. Israel florece. Los árabes del Golfo están experimentando con nuevos caminos a la modernidad, especialmente en Dubái y Abu Dabi. Por tanto, entre un mar de desgracias, incluso horrores, hay algunos atisbos de esperanza. Los responsables políticos deberían tenerlos en cuenta y construir sobre ellos.

Este artículo está en Libertad.org.

 

 

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