Pensamiento y Cultura

Río paisano

Sorprende que sea una pequeña colección de poesía la que saque a la luz póstumamente el poemario inédito de uno de los grandes poetas mexicanos de la segunda mitad del siglo XX. Hablamos de Joaquín Antonio Peñalosa (San Luis Potosí, 1921-1999), y de su libro Río paisano.

Autor: Joaquín Antonio Peñalosa
Númenor.
Sevilla (2011).
99 págs.
15 €.
 

Sin desmerecer ni un ápice a los “Cuadernos de poesía Númenor”, hay que reconocer que el hecho en sí es un síntoma de la sordera para la buena poesía en ambas orillas cuando esta no viene anunciada por cierto bombo heterodoxo y extraliterario. La comparación con el nicaragüense Ernesto Cardenal, flamante candidato eterno al Príncipe de Asturias, es odiosa; y no quitamos mérito a Epigramas de Cardenal, ojo, sino que no se lo vemos menor (¡ni mucho menos!) a Peñalosa, quizá más poeta, igual de sacerdote, pero menos mediático. El caso del sacerdote chileno José Miguel Ibáñez Langlois, prácticamente desconocido entre nosotros, es similar.

Fernando Arredondo escribe un informado prólogo a Río paisano, que sitúa al poeta en la generación del 50 de la poesía mexicana, y destaca su singularidad. Recuerda que tanto Gabriela Mistral como Joaquín Sabines, entre otros, se contaban entre los poetas de primera fila que consideraban a Peñalosa —muy entregado a sus labores apostólicas como para hacer carrera literaria— un igual. Subraya Arredondo que Peñalosa no renuncia a ninguna de sus raíces y que bebe tanto de la poesía grecolatina y de la herencia hispánica como de la sensibilidad india.

Estas altas expectativas no son defraudadas por los poemas de Río paisano. Encontramos la preavisada versatilidad métrica: sonetos, aforismos, haikus, greguerías, verso libre… Una prueba de su variedad son dos poemas correlativos, el primero apenas un divertimento, “A un retrato de gran dama”, y el segundo, “Plegaria por Octavio Paz”, un poema de gran aliento, metapoético y teológico, el mayor del libro, quizá, junto a “La ventana”.

¿Cómo reconocemos la voz de Peñalosa? Por su compasión, su humor, su gusto por los asuntos menores, su querencia a la naturaleza… La más distintiva característica de Peñalosa es el franciscanismo. Tanto, que la recopilación de su poesía completa se tituló Hermana poesía (1997). Esa veta sigue presente en este libro póstumo, naturalmente, pero no es la principal. La presencia de la muerte tampoco, a pesar de que se alza como uno de los temas más recurrentes de un libro escrito cuando el autor estaba muy enfermo.

El tema de fondo de Río paisano es la preocupación por la deriva del mundo actual. Se vierte una última mirada alrededor, atentísima, llena de simpatía y, a la vez, de gravedad. El Peñalosa de siempre habla de la nueva manera de vivir los sábados-noche, de los compact-discs, de la incineración, de la cirugía estética, las prótesis y los implantes, de la pena de muerte, de la clonación… Le urge advertirnos; lo que no deja de ser una muestra emocionante de su amor por nosotros, que nos quedamos aquí.

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