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El dilema de Trump es si quiere liderar las democracias o se aparta de las alianzas establecidas.

El dilema de Trump es si quiere liderar las democracias o se aparta de las alianzas establecidas.

Un presidente o un movimiento

Los demócratas van entendiendo que han perdido las elecciones porque una mayoría de los norteamericanos pensó que Kamala Harris no ofrecía una alternativa a las promesas populistas que presentaba un Donald Trump que escuchaba las quejas ciudadanas y les prometía una América que sería grande de nuevo.

Harris fue una candidata improvisada, sin programa y sin tiempo para darse a conocer y construir un discurso propio. Su mensaje no llegó a la franja de población en los siete estados pendulares que dieron la victoria a Trump.

Una candidata frente al movimiento que encarnaba un Trump desinhibido, condenado por 34 delitos, mentiroso e impulsor de un asalto violento al Capitolio que costó la vida a siete personas. No aceptaron la victoria de Joe Biden en el 2020.

Trump ha recogido el descontento de una clase media en apuros económicos prometiendo menos impuestos, inmigrantes ilegales expulsados masivamente, altos aranceles para proteger los productos nacionales y con unos valores alejados de la ingeniería social diseñada por las élites académicas que fabricaron formas de vida nuevas y distintas. El woke fue un factor invisible en la campaña.

La percepción a la vista de los resultados es que los republicanos se identifican más con los trabajadores de las clases medias, también con los ricos y con los muy ricos, mientras que los demócratas vienen a representar a las élites educadas, viajadas y cultas, más preocupadas por la emancipación racial y de género que por las desigualdades económicas entre los que han conseguido títulos universitarios y los que se ganan la vida con mayores dificultades.

Los progresistas liberales no han tenido en cuenta las políticas que formuló el presidente Roosevelt en la crisis de los años treinta del siglo pasado: “Una democracia no se sustenta sin una cierta igualdad social y sin que las oportunidades sean asequibles para cualquier persona, especialmente las de la educación, independientemente de su procedencia, sus creencias o sus afinidades políticas”.

En aquellos tiempos tan difíciles, Roosevelt se rodeó de personajes no familiarizados con la política, expertos y patriotas que compartían las ideas de justicia y equidad sin arañar ninguno de los principios de la democracia y la libertad. El new deal fue la desautorización a través de políticas públicas de los abusos del capitalismo desenfrenado que condujo a la crisis de 1929 y a la caída de prácticamente todos los gobiernos de las democracias liberales y el surgimiento de los autoritarismos.

Las consecuencias de la victoria de Trump empiezan a notarse cuando todavía faltan más de dos meses para la inauguración de su presidencia. El movimiento MAGA (Make America Great Again) ha significado un golpe al internacionalismo que ha ocupado la Casa Blanca los últimos ochenta años y que ha configurado la hegemonía norteamericana en todo el mundo.

La pregunta que Trump deberá responder en su segundo mandato es si Estados Unidos quiere seguir siendo el líder del mundo libre o bien se encierra en una visión nacionalista, sin alianzas y con guerras comerciales que van en contra precisamente de su grandeza, alcanzada a lo largo del último siglo. Como decía Michael Ignatieff en este diario, lo que ha hecho grande a Estados Unidos en el escenario internacional han sido sus alianzas. Si Washington se desentiende de Europa y del Este de Asia, perderá su influencia global y el mundo entrará en una nueva dinámica, muy probablemente más convulsa que la actual. El peligro de Trump es quedarse acorralado en contradicciones que no puede resolver porque son fruto de sus discursos impulsivos y contrapuestos.

Los mecanismos de corrección principales están en la justicia y en los medios de comunicación independientes. El día que estos dos pilares sean ocupados o dependan de la Casa Blanca, el populismo autoritario se extenderá por las democracias liberales. Trump ejercerá casi todo el poder, pero tendrá delante los contrapesos que han aguantado el sistema los últimos 250 años.

Publicado en La Vanguardia el 13 de noviembre de 2024

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