Europa, Política

Van cayendo las ramas podridas

¿Por qué se produce ahora este goteo de casos de corrupción política?


 Las verdades pronunciadas por los estados, por los partidos, por las grandes organizaciones de todo tipo, sólo son aceptables después de que hayan pasado por la criba de la crítica personal. La opinión general no suele tener un valor decisivo, por los cambios y contingencias que comporta.

Vivimos a salto de mata en casos de corrupción que se anuncian con aires apocalípticos cada día. Se está generalizando la idea de que todos los políticos son corruptos y que no deben gozar más de la confianza de la sociedad. Es exagerado. Los hay en Madrid, en Barcelona, en Andalucía y en muchos rincones de la Península. También abundan los casos de prevaricación o malversación de fondos públicos en prácticamente todos los estados de la Unión Europea.
 
Las reacciones de los políticos sorprendidos en flagrantes delitos de corrupción son variadas. El presidente Rajoy pidió disculpas a los españoles por haber depositado su confianza en personas que hicieron un mal uso de ella. Esperanza Aguirre se sintió avergonzada de que el que fuera su brazo derecho estuviera al frente de una trama de enriquecimiento corrupto. Jordi Pujol escribió un comunicado el 25 de julio en el que pedía perdón por haber traicionado la confianza que tanta gente había depositado en él.
Ninguno de los imputados en las tramas corruptas que empiezan a ser transversales se refiere a lo primero que tendría que ocurrir al ser descubiertos. Me refiero a la devolución del dinero sustraído. Cuántos millones pueden esconderse en cuentas cifradas de paraísos fiscales en espera de que transcurra el tiempo y se puedan rescatar sin dejar rastro.
 
Fèlix Millet tuvo el gesto de reconocer que había cometido un delito grave y devolvió más de un millón de euros. Pero han transcurrido seis años sin que el sumario del caso Palau llegue a cerrarse y empiece el juicio oral. Millet devolvió una parte del dinero robado, pero el entramado de intereses políticos, empresariales y sociales es de tal magnitud que la justicia no acaba de encontrar el momento para llegar a dictar una sentencia.
¿Por qué se produce ahora este goteo de casos de corrupción política? Hay quien piensa que se trata de una conspiración de jueces para limpiar un sistema que ha funcionado como si la ley sólo fuera aplicable a los más débiles. No lo creo. Pienso que se trata más bien de una falta de responsabilidad política, una ausencia total de ética, por parte de los defraudadores y corruptos que han pensado que el poder es una ubre inagotable de prebendas para los más pillos de cada lugar.
 
La confianza se recuperará si se devuelve el dinero, si se ejercita la responsabilidad, se dimite ante un error de bulto y se cede el paso a personas nuevas que no se hayan contaminado del compadreo indecente. La política democrática enseña que nadie es intocable y mucho menos insustituible.
 
Publicado en el Blog de Lluis Foix


Publicado en La Vanguardia el 30 de octubre de 2014

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