Política

Venezuela – Irán: ¿Hacia un nuevo tercermundismo?

El reciente viaje del presidente Jatami de Irán a Venezuela (devolviendo una visita que Chávez le hizo a él) plantea la posibilidad de un bloque entre estos dos grandes productores de petróleo.

Opinión: Isaac Bigio
¿Por qué se juntan ambos gobiernos y qué posibilidades tienen de hacer una
coalición? Cuando Jatami estuvo en Caracas, Chávez declaró que la revolución
bolivariana con apenas seis años debería aprender de la revolución iraní que
lleva 26 años en el poder. Analizaremos las diferencias y semejanzas de ambos
procesos.

Hasta 1979 Irán fue una de las principales monarquías pro
Estados Unidos del mundo. La insurrección violenta que depuso al Sha fue masiva
y urbana. Si bien los sindicatos jugaron cierto rol la dirección recayó en manos
del clero chiíta. Tras inicialmente tolerar los movimientos de la izquierda y de
nacionalidades que pedían autonomía el ayatola Khomeini impuso una dictadura
teocrática secante.

Chávez, en cambio, es un militar que llegó al palacio
de manera constitucional y se ha mantenido sin haber proscrito a la oposición.
Si bien ha cambiado la Constitución y sus oponentes le acusan de violar derechos
humanos, él no gobierna autocráticamente. A diferencia de Irán, él no se apoya
en el clero, no ha reducido los derechos de la mujer (más bien se ufana de
haberlos extendido) y tiende a ser más secular.

Irán es el único estado
liderado por sacerdotes chiítas en el mundo, y Venezuela es presentada como un
modelo a seguir para los nuevos gobiernos constitucionales centroizquierdistas
que van llegando al poder en Latinoamérica.

Mientras Venezuela no ha
librado ninguna guerra interna o externa, Irán ha tenido varias. En el conflicto
con Irak (1980-88) murieron más de un millón de personas y ambos regímenes
aprovecharon dichos combates para reprimir duramente sus respectivas
oposiciones. Irán ha entrenado, armado y financiado importantes grupos armados
en otros países: desde Afganistán hasta Líbano. En este último país ha impulsado
a Hizbola, el mayor y más organizado partido de dicha república, y el único
movimiento armado árabe que se precia de haber derrotado a Israel.

Bush
podrá no querer a Chávez y ha podido apuntalar a sus opositores (o incluso a
golpistas contra él), pero la Casa Blanca reconoce su constitucionalidad y no ha
puesto a Venezuela en ninguna lista negra. Irán, en cambio, fue considerado por
Bush como uno de los tres “Estados parias” y proterroristas del mundo junto con
el Irak del depuesto Sadam y Corea del Norte.

Tras la caída de Husein la
puntería neoconservadora se ha afilado contra Irán. La “revolución islámica” ha
logrado sacar provecho de las dos intervenciones militares angloamericanas.
Gracias a ésta fueron derrocados los talibanes afganos y el Baath iraquí,
archienemigos de Teherán, y ambos fueron reemplazados por coaliciones
multipartidarias donde están aliados chiítas armados de Irán. Washington ve que
la influencia iraní ha crecido y concibe que ésta arriesga las posibilidades de
ir a un acuerdo de paz Israel-Palestina bajo los términos de Sharon.

Irán
y Siria mantienen una alianza y ambos apuntalan a Hizbola, quien acaba de
movilizar medio millón de personas en Beirut oponiéndose a la instalación de un
posible gobierno prooccidental, así como a los islamitas palestinos radicales.
Washington ha asegurado que por el momento no tienen intenciones de bombardear
Irán, pero podrían preparar el terreno para ello.

La Unión Europea y
Rusia rechazan transformar a los ayatolas en el nuevo Sadam. Esto debido a
varias razones. Muchos han visto que el ataque contra Irak permitió que Al Qaida
deje de ser el blanco central y logre expandirse y reclutar adeptos. Existe el
temor que al atacar a Irán se crearía un tercer frente que sería mucho más
complejo.

Si Irak ya está consumiendo tantos miles de millones de dólares
y tantos recursos humanos (150 mil tropas extranjeras y más de 1,500 muertos
estadounidenses), entrar al pantano iraní haría las cosas mucho peores. Irán,
además, es más poderoso económica y militarmente. Paradójicamente, una de las
razones por las cuales Washington decidió bombardear Bagdad y no Teherán es
debido a que el primero destruyó sus armas de destrucción masivas, mientras el
segundo las mantiene y viene creando una planta de energía atómica. Para Irán es
vital mantener ese plan pues creen que la mejor manera de detener a Bush es
desarrollando precisamente aquellas armas que él quisiera que no
tengan.

Pese a sus diferencias, Irán y Venezuela tienen en común
regímenes populistas nacionalistas que mantienen economías de mercado con cierto
proteccionismo e intervención estatal. Políticamente ambos promueven el culto a
la personalidad del caudillo y se dotan de redes de organizaciones populares y
asistencia social.

Chávez y Jatami quieren coordinar para mantener
precios altos para los hidrocarburos y para frenar a Bush. En cierta manera
quisieran ver cómo podría reemerger lo que durante la Guerra Fría fue el llamado
Movimiento de los No Alineados. Este era impulsado por una serie de estados del
llamado Tercer Mundo quienes proclamaban estar equidistantes del bloque
soviético y del pro EU. Hoy, tras la desintegración del contrapeso soviético, la
opción que les queda es la de buscar que la alternativa a Washington sea una
multipolaridad basada en hacer que Rusia, la UE, India, China, Sudáfrica, el
Islam y Latino América hagan contrafuerzas a EU.

El giro de Chávez hacia
Irán se dio tras ganar las elecciones regionales de octubre e iniciar su reforma
agraria y su nueva ley de prensa. Este viraje interno hacia la izquierda
requiere la de buscar un arco de alianzas que le una a todos los gobiernos
contestatarios a Bush, por ello es que a fines de 2004 hizo su tour a visitar a
zapatero, Khadafi, Putin y los ayatolas. Mientras Lula, Tabaré, Torrijos y Lagos
muestran cierta cautela en sus negociaciones con EU, Chávez aparece como el más
radical ante Bush. Así busca evitar ser depuesto y poder consolidar sus reformas
internas.

Fuente: La Opinión
(EEUU)

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