Europa, Política

Alemania, ante el cambio incierto o la continuidad del fracaso

Los dos candidatos son distintos. Merkel apuesta por acabar con el clientelismo y la burocracia y Schroeder, por continuarlos.

Editorial
La alianza de centro derecha con la que podría ganar las elecciones alemanas de hoy Angela Merkel ha recuperado una pequeña ventaja sobre sus rivales izquierdistas, horas antes de unos comicios que pueden decidir el destino del mastodónico Estado de bienestar germano.

Un sondeo del Instituto Allensbach colocó el apoyo combinado a la Unión Democristiana (CDU) de Merkel, la Unión Socialcristiana (CSU) y los Liberales (FDP), en un 49,5 por ciento -suficiente como para asegurarse una estrecha mayoría, bajo el sistema electoral alemán.

A última hora la campaña se decidía golpe a golpe, entre dos infatigables rivales. Al tiempo que el alicaído canciller German Schroeder apelaba a la táctica del miedo y del “no se imaginan lo que puede pasar si ella gana”, Merkel seguía firme pegándole donde más le duele: en los números rojos de la ruinosa economía alemana y su ominoso desempleo.

La candidata cristianodemócrata dijo que sus planes de reformas están dirigidos precisamente a mantener la economía social de mercado mientras que el Partido Socialdemócrata (SPD), de Schroeder, está vacío de conceptos hacia el futuro. “El SPD está vacío, sólo habla del pasado o se dedica a la polémica mal intencionada contra nosotros”, dijo Merkel ante cerca de 7.000 personas.

Los dos candidatos representan dos alemanias distintas. Como mencionaba ayer un diario británico, “mientras Schroeder fue un extrovertido agitador natural desde su juventud, Merkel debió adquirir las muy diferentes habilidades políticas necesarias para negociar una tranquila vida profesional en el este. Mientras Schroeder es franco, encantador y se entusiasma frente a una multitud, Merkel, aún al final de esta intensa campaña, aparece como tímida. El mundo moderno de las campañas, con su euforia, su estridencia, los seguidores que le cantan “¡Angie!” y sus elaboradas oportunidades de foto, todavía le resulta extraño. Parece tolerarlo como un accesorio necesario para ganar una elección, no como algo que le resulte fácil o de lo que disfrute”.

El particular infortunio de Merkel en esta campaña, por supuesto, es haber tenido que vérselas con uno de los más consumados competidores en el negocio. Los instintos políticos de Schroeder son seguros; encuentra oportunidades donde ningún otro político las hallaría. Es casi totalmente gracias a él que el partido socialdemócrata SPD está ahora nuevamente en combate, después de haber comenzado la campaña con más de 12 puntos de desventaja.

El intento de Merkel de dar un contragolpe populista, con acusaciones –que se comprobaron ayer– de que el gobierno de Schroeder tiene una secreta lista “venenosa” de colosales recortes de gastos para ser implementados después de las elecciones, puede haber llegado demasiado tarde para marcar una diferencia significativa en el voto de hoy. Pero Merkel, aún con su clara aversión a la autopublicidad, su retraimiento y su reticencia hacia las multitudes, todavía tiene las mejores oportunidades de convertirse en la próxima canciller de Alemania.

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