Argentina es el país latinoamericano que más ha seguido el ejemplo de Venezuela en políticas económicas y que más se parece respecto a resultados. Es tan así que el periódico argentino La Nación recientemente denominó a su país “Argenzuela”.
La gran pregunta en Argentina, quizás el país más económica y políticamente volátil de América Latina, es si finalmente se está agotando el modelo populista de los Kirchner. Pareciera que sí. Pero la respuesta depende en parte de qué tanto se ha estado acercando a las políticas de su aliado extremo, Venezuela.
Son temas que destacados economistas, pensadores y políticos de oposición están tratando en una conferencia en Rosario, ciudad natal del Che Guevara y sede de la Fundación Libertad, el centro de investigación liberal que auspicia el evento al que estoy asistiendo.
Argentina es el país latinoamericano que más ha seguido el ejemplo de Venezuela en políticas económicas y que más se parece respecto a resultados. Es tan así que el periódico argentino La Nación recientemente denominó a su país “Argenzuela”. Así como Venezuela ha nacionalizado numerosas empresas, el gobierno en Buenos Aires estatizó Aguas Argentinas, Aerolíneas Argentinas, fondos privados de pensiones, y la empresa petrolera YPF. Siguiendo el ejemplo caribeño, impuso controles de capital, controles de precios, y una moneda sobrevalorada. También “copió” a Venezuela en inflar el gasto público e imprimir dinero para financiar al Estado.
Una medida que no imitó de Venezuela ha sido el default, vieja tradición de los gobiernos argentinos. Pero en eso también se parecen los dos países, pues Venezuela ha incumplido en el pago a numerosas empresas a las que les debe dinero y, según un análisis de Ricardo Hausmann de Harvard, es muy posible que Venezuela entre pronto en un default a lo argentino.
Los resultados no sorprenden. Venezuela y Argentina tienen las tasas más altas de inflaciónen el mundo. Por falta de divisas que les debe el Estado, las aerolíneas más importantes han dejado de volar a Venezuela o han recortado su servicio, así como ha ocurrido con American Airlines en Argentina. La dificultad para las empresas de obtener dólares en Argentina está resultando cada vez más en escasez, una realidad venezolana, y un factor adicional para la fuga de capitales y de empresas que caracteriza a los dos países. Y así como la potencia petrolera venezolana produce menos petróleo hoy que hace quince años y anunció recientemente que lo empezará a importar, Argentina ha dejado de ser líder en la exportación de carne (hace dos años Paraguay, Uruguay y Brasil empezaron a exportar más).
Los argentinos claramente han perdido confianza en su economía, pues solo esta semana el tipo de cambio cayó a casi 16 pesos por dólar en el mercado libre, mientras que el peso oficial está en 8,4 pesos. (En Venezuela, el bolívar oficial de 6,3 por dólar se compara con su valor real de más de 90 bolívares por dólar en el mercado negro.) Ambos países tendrán crecimiento negativo este y el próximo año.
Argentina dista mucho de ser “una historia de éxito notable” tal como lo proclamó Paul Krugman hace apenas dos años. Al contrario, todo apunta a su fracaso rotundo. Por eso es tan nefasta la nueva ley de abastecimiento que sancionó el Congreso esta semana y que es calcada de la ley venezolana de “precios justos”. Tal ley le da al gobierno argentino el poder de “analizar costos, establecer márgenes, fijar precios, obligar a vender a pérdida, intervenir empresas, multar y disponer clausuras”, etc. según La Nación.
Es una receta que institucionaliza la arbitrariedad y vulnera los derechos de propiedad y elEstado de derecho. La radicalización de las políticas a la medida que empeora la economía es propia del mismo chavismo. Los analistas argentinos sensatos esperan que la realidad económica se imponga a los planes del gobierno, antes de que se apliquen las peores medidas del populismo venezolano.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 27 de septiembre de 2014
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