Como si se tratara de una secta, el chavismo pasó de ser una corriente política a tener la imagen de dogma. Dos años han trascurrido desde que se anunció al país la muerte de Hugo Chávez Frías; ese 5 de marzo se consolidaron las bases de su veneración y se comenzó a expandir su exaltación como figura religiosa. Ahora, algunos lo recuerdan, le oran, y hasta se le piden milagros. ¿Pero se trata de una creencia genuina, o del aprovechamiento de una herramienta populista?
En Caracas, el epicentro de la veneración hacia el difunto expresidente está en la parroquia 23 de enero. Allá, donde hacen vida los grupos armados afectos al régimen chavista y donde supuestamente reposan sus restos, los vecinos de la zona armaron un santuario para “San Hugo Chávez”.
Para venerar al líder político fallecido hace dos años a consecuencia de un cáncer, colocaron una imagen de yeso de un Chávez militar con boina roja. En el pedestal dice “Fuistes (sic) eres y serás nuestro gigante en la eternidad. Te amaremos por siempre”. Alrededor siempre hay flores, un par de afiches —uno de ellos con una imagen del Nazareno de San Pablo— y un estante de metal para que le coloquen velas.
(Un busto de Chávez puede comprarse en Mercado Libre por unos US$680.) (
Mercado Libre)
Pocos días después de su muerte, en las tiendas esotéricas ubicadas en el centro de Caracas se vendían imágenes suyas en yeso, y en páginas como Mercado Libre aún
ofertan esculturas de resina con baños de bronce por Bs. 180.000, o US$680 al cambio libre (cerca de 32 salarios mínimos).
Para el Gobierno, Chávez es el padre que heredó el poder, como si de una sucesión monárquica se tratara, pero para quienes lo seguían en vida y lo adoran como difunto, el militar de Barinas era la representación de la salvación para el país, el precursor del “hombre nuevo” y quien hizo posible el Socialismo.
Esa transformación colectivista de la sociedad que Chávez representaba es lo que a la psicóloga social
Colette Capriles le parece espeluznante. “Es la idea de que la sociedad puede comenzar de nuevo con una raza humana distinta. Pero lo interesante no es decir que el chavismo puede llegar a construirse a sí mismo como una doctrina, o una nueva raza, sino ¿hasta qué punto esto funciona?”, se pregunta.
La experta advierte que el culto a Hugo Chávez, como si se hubiese tratado de un gran sacerdote sacrificado, funcionó durante sus años de gobierno como parte de un sostén ideológico, pero a raíz de su muerte, la figura no tiene el mismo efecto sobre sus seguidores. Chávez ya no vive.
El esfuerzo oficial por construir la santa imagen
El show debe continuar. De la imagen del Chávez vivo todavía quedan vallas y gigantografías en algunas importantes vías del país. Su firma, conocida por sus adeptos como la “rabo de cochino”, fue pintada en todos los edificios de la Misión Vivienda y en otras estructuras oficiales. Es como si su esencia se mantuviera en todo aquello que lleve la rúbrica estampada.
Casi a la par del anuncio de su muerte y como parte de la campaña que llevó a Nicolás Maduro a la presidencia de Venezuela, arrancaron las jornadas promovidas por distintos ministerios, en las que la gente podía acudir a tatuarse la firma de Chávez en cualquier lugar de su cuerpo, de manera gratuita.
“La figura de Chávez se convierte en el gran protector y símbolo de esta nueva religión. Había la idea de que el destino del chavismo era dejar de ser una política para empezar a ser una especie de religión, un culto, porque además toda la obsesión del chavismo era la creación de una suerte de identidad personal, y ellos han pretendido que todo el mundo crea que ser chavista es ser distinto al resto de los venezolanos, que es, por cierto, una cosa muy fascista”, comentó Colette Capriles.
Yorelis Acosta,
psicóloga social y profesora universitaria, atribuye al aparato comunicacional del Gobierno el enaltecimiento de la figura de Chávez como un ser todopoderoso, antes y después de su muerte, pues fue a través de la constante propaganda que se posicionó al líder político como un semidios.
“Han sabido sacar partido de la imagen de Chávez y magnificar los pequeños logros a través de una propaganda exagerada. En las elecciones que llevaron a Nicolás Maduro a la presidencia, se le utilizó como un ícono y hubo afiches en los que ni siquiera aparecía Maduro, sino que ponían ‘Maduro es Chávez’ con la idea de perpetuar y fijar esa idea en sus seguidores”, explica Acosta.
Sin embargo, para la analista, es el propio Gobierno el que promueve el culto infinito a Chávez para seguir arrastrando simpatía y mantenerse en el poder. “Es el Gobierno el que anda haciendo capillas, monumentos, figuras, franelas y todas esas cosas. No la gente. La gente está ocupada en los problemas reales y no pendiente de rendirle culto a un hombre que ya está muerto”, dijo la experta.
De hecho, fue desde el propio seno del Partido Socialista Unido de Venezuela que en septiembre de 2014 se difundió el polémico “Chávez Nuestro”, utilizando la base de la principal oración bíblica para alabar al expresidente.
Para aquel momento los representantes de la católica Conferencia Episcopal Venezolana señalaron su total rechazo en un
comunicado, y el Consejo Evangélico de Venezuela lo calificó como “un lamentable sacrilegio”,
afirmando que se trataba de la “adulteración de elementos propios de la fe cristiana para generar propaganda político-religiosa”.
Colette Capriles considera que desde antes de la muerte de Chávez, en sus discursos y apariciones se pretendió incorporar elementos teológicos y religiosos. Recuerda su regreso a la presidencia después del golpe de Estado de abril de 2002, cuando apareció con un crucifijo en la mano, “con una intuición muy poderosa de cómo podía construir el 11, 12 y 13 de abril en una especie de metáfora o de imagen asociada a la resurrección de Cristo”, sostiene.
Al Gobierno solo le queda la imagen del “invencible”
(La firma de Chávez quedó estampada en todos los edificios de la Misión Vivienda.) (
Maduradas)
Desde el pasado 27 de febrero el diario oficialista Últimas Noticias comenzó a vender un libro relacionado con la misma intención: Rostros y Rastros de un Líder, Hugo Chávez, Memoria de un pueblo. La publicación contiene fotografías y relatos sobre la vida del expresidente venezolano. El costo del ejemplar es de Bs.100 (menos de US$0,5).
Herramientas propagandísticas como esta abundan en las librerías chavistas y en los ministerios. Dentro del discurso oficialista, se trabaja el mantenimiento de la figura de Hugo Chávez como la de un tótem que solo pudo ser derrotado por una enfermedad, pues dentro del plano político solo se le pudo dominar en uno de los 14 procesos electorales en los que midió fuerzas con la oposición venezolana.
Después de aquel 8 de diciembre de 2012, cuando anunció su viaje a Cuba por enfermedad, sobre el líder político se comenzó a gestar la leyenda. Esa sería la última vez que Chávez hablaría al país.
Fueron más de dos meses de suspicacias, partes médicos no concretos y la filtración de informaciones sobre su estado de salud, hasta que el 15 de febrero de 2013 se publicaron las primeras imágenes de un Hugo Chávez Frías, acostado en una cama clínica, bastante hinchado, nada saludable a la vista, acompañado de sus hijas Rosa Virginia y María Gabriela.
La madrugada del 18 de febrero lo ingresaron al Hospital Militar Carlos Arvelo, en Caracas, y aunque nadie lo vio, solo una enfermera entrevistada por medios oficiales dijo al país que el entonces presidente había llegado caminando y sin la asistencia de equipos médicos. No hubo nadie más que corroborara aquella versión.
Solo pasaron 15 días hasta que el 4 de marzo de 2013 se le anunció al país que a las 4:40 de la tarde había fallecido el presidente venezolano.
Dos años después, el fanatismo ha mermado, pero desde el Gobierno se le sigue usando, e invocando, como referencia de un legado político e ideológico fundamental. Sin embargo, para sus seguidores Chávez es el contraste para medir la eficiencia o fracaso del régimen de Nicolás Maduro; para los opositores, el culpable de la crisis económica, social y política que atraviesa Venezuela.
Con la contribución de Elisa Vásquez.
Publicado en Panam Post