Asia-Pacífico, Economía y Sociedad

Cómo tu camiseta salva al mundo

Las fábricas de ropa en países pobres pueden lucir sucias y peligrosas para los occidentales, pero en realidad estas son una de nuestras mejores oportunidades para reducir la pobreza y lograr el desarrollo humano.

Lo mas extraño acerca del debate sobre el “fast fashion” o moda rápida y las fábricas de ropa en países pobres es que continúa desenvolviéndose como si no existieran investigaciones al respecto. Los activistas occidentales claman en contra de las “fábricas de explotación laboral”, pero entre los investigadores y economistas de derecha y de izquierda existe el consenso de que estos trabajos son escalones para salir de la pobreza. Todos los países que han logrado industrializar sus economías y combatir la pobreza en tiempos modernos lo han hecho trasladándose hacia mercados de exportaciones como este, que requieren de mucha de mano obra.

Una y otra vez nos muestran ejemplos de las malas condiciones de los trabajadores y de los pírricos sueldos que ganan en las fábricas de ropa en Camboya y Bangladesh. Estos países son increíblemente pobres cuando comparados con Occidente y resulta sencillo crear una alarmante impresión mediante imágenes de obreros trabajando uno al lado del otro junto a otras imágenes de niños mimados usando la ropa que ellos confeccionan. Pero eso es tan solo un perezoso sensacionalismo. Si quieres mejorar la vida de los pobres debes analizar como esos trabajos afectan su situación y la de las economías de sus países.

De hecho, según el Banco Mundial, son pocos los países que en la última década experimentaron un progreso tan marcado como el de Bangladesh y Camboya. El número de personas en situación de pobreza extrema en Bangladesh cayó de 44 millones a 26 millones entre 2000 y 2010, aún cuando la población creció en 15 millones de personas durante el mismo periodo. Desde 2004 el nivel de pobreza en Camboya se ha reducido a mas de la mitad, pasado de del 52% a solo un poco más del 20%. Según el Banco Mundial, este es “uno de los mejores desempeños en reducción de pobreza a nivel mundial”.

Este  es un desempeño impresionante para estos países que son los que mas lo necesitan y el sector exportador ha sido instrumental en lograr esto. El sector exportador incrementa la productividad del trabajador con lo cual también se mejoran sus sueldos y sus condiciones de trabajo. Esto ha sido especialmente importante para las mujeres. En un estudio del International Food Policy Reaserch Institute, los investigadores muestran que el incremento en los sueldos gracias al sector de prendas de ropa de Bangladesh supera con creces el incremento atribuido a programas estatales.

En su reporte de Camboya, el Banco Mundial dice que si se quiere que más personas se beneficien de este desarrollo positivo, existe una solución que hará que todo crítico de la globalización piense que  se trata de un error de tipeo: “Usar las mismas condiciones de trabajo que se encuentran en las fábricas de ropa para otras industrias.”

Lo más importante es que el nuevo conocimiento y tecnología que estas  fábricas traen, facilitan la creación de nuevas compañías e industrias. La industria de ropa en Bangladesh comenzó en el año 1979  cuando un empresario local y la firma surcoreana Daewoo entrenaron a 130 trabajadores en producción moderna. En 1987, Bangladesh tenía cientos de fábricas de ropa para exportación; las exportaciones se habían disparado y 115 de los 130 trabajadores originales comenzaron sus propios negocios.

Obviamente, incluso los mejores trabajos de los países muy pobres lucen muy mal cuando se comparan con lo que estamos a acostumbrados a ver en Europa o en EE.UU., pero esa no es la alternativa en una economía con bajos niveles de capital y de educación. Como una trabajadora que entrevisté en Vietnam lo dijo: la principal queja ante la gerencia era que quería que las fábricas se expandieran para que sus parientes pudieran conseguir trabajos de este tipo.

Uno puede lamentar el hecho de que el progreso no está sucediendo todavía mas rápido. Eso puedo entenderlo. Yo también quiero todo – ¡ahora mismo! Pero las cosas se están moviendo mas rápido que nunca, y esto está pasando gracias a las mismas industrias que los activistas desprecian. El mundo necesita más trabajos como estos, no menos.

Este artículo fue publicado originalmente en Huffington Post (EE.UU.) el 29 de septiembre de 2015.

Este artículo está en ElCato.org

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