Política

¿Cuál puede ser el papel de España ante un escenario mundial tan cambiante?

Tras el final de la Guerra Fría, Occidente pensó que la batalla contra los totalitarismos ya se había ganado. En parte, así fue, pero no totalmente. La persistencia de la ideología del Bloque del Este aún hoy pude percibirse, de modo que, ésta presenta hoy las siguientes manifestaciones: terrorismo, etnicismo y utilización política de los recursos energéticos. Son diversos los autores que han mencionado la importancia de estos elementos.

La ideología del bloque del Este aún hoy puede percibirse
En el mundo actual, contamos con diversos ejemplos de la fuerza de estos nuevos movimientos totalitarios. En Irán, el uso ofensivo de los recursos naturales y el de la energía nuclear son innegables, al igual que ocurre en el caso de Venezuela, por no citar el conflicto de Oriente Medio, donde se encuentran el 65% de las reservas mundiales de crudo.

En Bolivia, ha surgido un fuerte movimiento indígena, que niega el hecho del Descubrimiento y manifiesta que las verdaderas raíces de los pueblos iberoamericanos se encuentran en los movimientos etnicistas, cuya identidad fue aplastada por los españoles. Otros países siguen su estela, como es el caso de Perú con Humala. En tercer lugar, qué duda cabe que el terrorismo yihadista constituye un movimiento totalitario que utiliza la excusa de la religión para lograr un gran poder mundial.

Como podemos observar, curiosamente, los mayores focos de desestabilización del mundo actual donde se centra la presencia de estos nuevos totalitarismos, se corresponden con dos de los escenarios más importantes de la Guerra Fría: Asia e Iberoamérica. No descartamos además la próxima extensión a África de este tipo de conflictos, que además, en parte ya existen (conflictos étnicos, nuevos focos energéticos).

Como señaló el gran historiador francés PIERRE RENOUVIN, la historia debe entenderse desde las “fuerzas profundas” que en ella actúan, y no pretender circunscribirla a procesos objetivos y cerrados, desconectados unos de otros. Estos movimientos, serían por lo tanto, expresiones tardías de la Guerra Fría o de la Post-Guerra Fría en el marco del nuevo orden mundial tras la caída del muro de Berlín y el colapso de la URSS.

Lo que subyace por lo tanto en estos tres elementos, la “fuerza profunda” común a estas tres tendencias, es la búsqueda del poder, pura y llanamente, presentada bajo la excusa de los recursos, de la etnia o de la religión.

Podemos decir que existen tres palabras clave que explican las tendencias de los nuevos totalitarismos en la sociedad internacional de nuestros días: RECURSOS, REVOLUCIÓN y RELIGIÓN.

¿Cuál puede ser el papel de España ante un escenario mundial tan cambiante?

La solución, sin duda, pasa por regresar a los valores que han construido la identidad occidental, y en concreto, la Democracia, los Derechos Humanos y la defensa de la Libertad y de la Igualdad.

Hoy en día, cuando España, que es la octava economía del mundo, se encuentra marginada del panorama internacional, como consecuencia de una pésima gestión interior y exterior, es más necesario que nunca volver a un sentimiento común fuerte, sano, alejado de cualquier radicalismo, sin complejos, que nos permita afrontar los retos del mundo actual.

Con respecto a los recursos, España precisa de una independencia energética propia y un clima de paz y entendimiento con el resto de los países.

Con respecto a las amenazas de revolución, España puede contribuir a contrarrestar las mismas, mediante una verdadera defensa del Derecho interno e internacional, de la democracia, de los Derechos Humanos y por lo tanto, de la Libertad y la Igualdad. El Derecho no es un “conjunto de reglas” que se cambian al arbitrio del poder, sino el sistema que permite garantizar la igualdad y la seguridad jurídica dentro y fuera de nuestro país.

Con respecto al fanatismo religioso, España debe propugnar un sistema de valores sólido y firme, donde la ética tenga un carácter básico para gobernar y la integración de los inmigrantes que viven en nuestro país sea una realidad.

En resumen, se trata de defender un liderazgo serio, sustentado en un modo de ejercer el poder que se limite a sí mismo, que no pretenda actuar por libre, buscando sus propios intereses, sino buscando el bien de todos los españoles y del conjunto de la sociedad internacional.

De este modo, España, conociendo las tendencias del mundo actual, será capaz de ocupar el lugar en el mundo que le corresponde por su historia, su cultura y sus valores. España constituye una “gran promesa para la comunidad internacional” que aún tiene mucho que entregar de si misma.

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