América

El lobby wahabí dentro de una universidad norteamericana

“Los jóvenes musulmanes de la Universidad de Rutgers están descontentos de que las actividades islámicas del campus — financiadas por la universidad, es decir, por las autoridades estatales — estén dominadas por los que se adhieren al lobby wahabí, el estamento musulmán americano. El wahabismo es la religión estatal exclusiva del reino saudí.”


El Centro para el Pluralismo Islámico de Washington, del cual soy director ejecutivo, lleva interesado algún tiempo en la situación de los estudiantes musulmanes americanos en el sistema de la Rutgers University — la universidad estatal de New Jersey.

Los jóvenes musulmanes de la Rutgers están descontentos de que las actividades islámicas del campus — financiadas por la universidad, es decir, por las autoridades estatales — estén dominadas por los que se adhieren al lobby wahabí, el estamento musulmán americano. El lobby wahabí consiste en un conglomerado de organizaciones respaldadas por Arabia Saudí, que profesan doctrinas de la secta wahabí, la forma más radical de islam. El wahabismo es la religión estatal exclusiva del reino saudí.

En abril, la Sociedad Islámica de la Universidad de Rutgers (ISRU) celebró unas elecciones. La ISRU tiene más de cuatrocientos miembros y recibe financiación significativa del sistema universitario. Una estudiante valiente llamada Fátima Agha ha informado al CIP y a otros de los sucesos de los que fue testigo durante la campaña electoral de la ISRU, y que ella cree violan la política de la Universidad.

El 21 de abril, un empleado de la universidad llamado Mustafá Khalifa impartió una conferencia a los miembros de la ISRU acerca de la naturaleza del liderazgo. La intención aparente de la conferencia era garantizar que las elecciones de la ISRU tuvieran un carácter "islámico", en lugar de democrático o americano. Agha describió a Khalifa como un exponente del "pensamiento fundamentalista". Ella denunciaba que él no solamente explotaba su posición como funcionario de la universidad para apoyar su agenda ideológica, sino que, dado que es licenciado de la universidad y no un estudiante, así como mayor que los estudiantes, su implicación en el proceso de votación representaba un esfuerzo inapropiado por impedir que los estudiantes votaran según sus propias preferencias y opiniones.

Además, se quejaba Agha, "su participación ejerció un efecto frío sobre la participación de cualquier estudiante que no estuviera deacuerdo con sus ideas, cualquiera de los cuales es más joven que él". Para cualquiera que conozca la comunidad musulmana americana, el "shock del reconocimiento" es inmediato: en el ambiente autoritario del islam americano, se escucha, se obedece y casi nunca se discute a los varones mayores.

Cuando tuvo lugar el proceso de votación en sí mismo, se anunció en la reunión que se disputaban cuatro posiciones para varones y tres para mujeres. Según Agha, no había precedente para esta decisión en la ISRU, indicando así que la ISRU considera a las estudiantes un grupo inferior — y apoyando así una de las acusaciones más serias planteadas contra el islam, la de discriminación sexual.

Mientras que muchas religiones, el islam incluido, restringen las actividades pastorales de las mujeres, prohibiendo oficiar servicios y deberes similares, se supone que la ISRU es una organización de servicio al estudiante para la mejora de la vida [cotidiana] en el campus de Rutgers. Debe por tanto adherirse a las leyes estatales y federales contra la discriminación sexual. La junta de la ISRU carece de responsabilidades religiosas, y Agha desafía por tanto el establecimiento [por su parte] de un estándar de sexo o género para ingresar [en la organización].

Los siete representantes electos elegirían después al presidente de la ISRU, que ostentaría el título de "emir" o "comandante". Este último detalle, que muestra que la ISRU había adoptado el vocabulario de un grupo paramilitar más que el de una organización estudiantil, es el elemento más preocupante de esta historia. Agha observa que, según lo anunciado durante las elecciones, el "emir" de los estudiantes musulmanes de Rutgers habría de ser un varón, y disfrutar de "poder dictatorial".

Según Agha, a excepción del intruso, Mustafá Khalifa, se prohibió a los participantes en las elecciones, es decir, a los candidatos, dar discursos; los jefes de mesa [electoral] no identificarían a los votantes cualificados ni proporcionarían una estructura que garantizara imparcialidad – ni siquiera pidieron ver los carnés de identificación de Rutgers [a los votantes].

En otras palabras, la Sociedad Islámica de la Universidad de Rutgers ha establecido una pequeña Arabia Saudí en los campus de Rutgers, en los que se exige que los musulmanes obedezcan los designios característicos de la gobernación wahabí. Agha también agrega que los líderes de la ISRU [condenan al] ostracismo a las estudiantes si asisten a sus reuniones sin cubrirse la cabeza. Describe a la ISRU como un poder en sí mismo, ajeno a la universidad; imparte discursos y conferencias semanales, pero ignora los requisitos universitarios para contratar oradores.

Es más, y personificando de nuevo el estilo wahabí, la ISRU patrocina con frecuencia a conferenciantes que atacan las creencias chi´íes y otras tradiciones pluralistas del islam, y se implica en el discurso de odio contra los creyentes no wahabíes. Agha describe a la ISRU como un vehículo para la discriminación subvencionado por la universidad. Por ejemplo, el día de las elecciones, se dijo a un estudiante chi´í identificado solamente como Alí, durante la oración musulmana, que como chi´í, rezaba incorrectamente por no observar el ritual sunní. Tales actos de hostigamiento también son descritos comúnmente por los presos chi´íes del sistema penitenciario del estado de Nueva York, que han presentado una queja legal contra el monopolio de contratación wahabí de los imanes de las prisiones. Los clérigos musulmanes de todas las prisiones federales y estatales son wahabíes, ensañándose rutinariamente con los musulmanes chi´íes que tienen la mala fortuna de cruzarse en su camino – incluyendo mediante [el uso] de violencia carcelaria.

Agha escribe precisa y elocuentemente, "desafortunadamente, aunque la administración de la Rutgers University ha ayudado y financiado a la ISRU a causa del deseo de la universidad de ser justa y equitativa con los estudiantes de todas las religiones… financiar a la ISRU sirve solamente para prender las diferencias sectarias y crear entornos hostiles para ciertos miembros del cuerpo estudiantil de Rutgers".

En una página web oficial, www.muslims.rutgers.edu, bajo el título "Fundamentos del islam monoteísta" (Tawhid), la ISRU reproduce una arenga de Bilal Phillips, un destacado americano wahabí. Phillips expresa [su] odio a la tradición sufí en el islam en una vulgar masa de insultos y fabricaciones estúpidas contra figuras y prácticas espirituales musulmanas excepcionales. La página también promueve la da´wa, o papel de misionero, del Círculo Islámico de Norteamérica, una milicia wahabí activamente intimidatoria gestionada por fundamentalistas desde Pakistán. Según Agha, el dinero estatal concedido a la ISRU sostiene "una organización que se burla de las creencias de otros y sólo perpetúa estereotipos negativos… [y] una atmósfera de intolerancia".

Cerca de la licenciatura, Agha advierte de que la universidad que deja atrás es "un lugar en donde se hace sentir inferior… a una mujer joven como yo". De hecho, ella afirma que el estatus de segunda clase es impuesto sobre todas las estudiantes en su facultad particular, Douglass. Añade, "muchas estudiantes no hablan por temor al ostracismo o la venganza".

Fátima Agha ha pedido que se celebren nuevas elecciones en la ISRU, o, en su defecto, [que se efectúe] un recuento de los votos bajo supervisión exterior. Ha exigido que hasta que la ISRU limpie sus prácticas, se le niegue su financiación del campus.

Agha ha tomado una medida que es potencialmente histórica para los miles de estudiantes universitarios musulmanes americanos. El Centro para el Pluralismo Islámico y yo la asistiremos todo lo que podamos, y hacemos un llamamiento a otros americanos, comprometidos con todas las religiones y con la democracia real, a hacer lo mismo. Esperemos que la democracia que América lucha por establecer en Irak, con la ayuda de los musulmanes chi´íes, también conserve su posición apropiada en los campus universitarios de New Jersey.

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