Economía y Sociedad, Política

El mundo feliz del INDEK

Los efectos de la intervención en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos y la grosera manipulación descubierta judicialmente en el índice de precios no se agotan en el objetivo oficial de disimular la inflación para que la gente se engañe. Son varios más, y alcanzan a todo cálculo estadístico que tenga en sus factores el mencionado índice.

Ricardo Lafferriere
El tema no es menor, ya que obliga a funcionarios y empresarios a tomar decisiones “a ciegas” por carecer de importantes datos sobre el estado real de la economía en temas decisivos para la sustentabilidad y la propia viabilidad de la estabilidad macroeconómica.Entre las consecuencias de esta trampa estadística se encuentran:

a. La actualización de determinados bonos públicos, es decir, de préstamos que el gobierno de Kirchner solicitó con la cláusula de actualización según la variación de precios. Ello significa que el deudor (el Estado argentino) cambia las condiciones de un préstamo unilateralmente, cometiendo nuevamente un fraude contra el acreedor que confió en él. Demasiado cerca están los efectos del último “default” como para jugar infantilmente con este tema, cuando la Argentina debiera trabajar intensamente para recuperar el prestigio de buen pagador, que abriría mercados financieros internacionales frente a la crisis que se avecina, fogoneada alegremente por la irresponsabilidad “K”. La contracara es el crecimiento del gasto público en un porcentaje del 80 % ¡en el año! durante 2007.

b. La determinación de la cantidad de población que se encuentra bajo la línea de pobreza. Esta variable tiene valor propagandístico y ha sido un caballito de batalla del kirchnerismo durante toda su gestión. Ha sido también un indicador utilizado de hecho para estimar el sueldo mínimo vital y móvil, anque este último efecto ha sido neutralizado por la demanda gremial, mucho más cercana a la realidad de los precios que la estimación del índice de precios “K”, que ha llevado a fijar para el sueldo mínimo en $ 980, o sea un 22 % del vigente un año atrás –aumento superior en más del 100 % a la inflación oficial según los precios “K”, informada en el 9,8 % anual-. Y esto tampoco es gratis: al estimarse salarios caprichosamente, sin depender de la producción, se fogonea la inflación a niveles crecientes, lo que deteriora de inmediato los aumentos salariales otorgados. La verdadera inflación promediada entre los cálculos de consultores no oficiales se encuentra entre el 25 y el 30 % anual.

c. La estimación del PBI, que se realiza sobre los relevados “precios de mercado”, luego deflacionados por el índice de precios. Al estimarse caprichosamente el índice de precios en lugar de surgir del relevamiento científico de los mismos, también puede jugarse con la estimación del PBI y del porcentaje de crecimiento. Ello impide saber cuál es, en realidad, la suma global de bienes y servicios producidos por el país, agregando una distorsión insalvable a la ya distorsionada medición realizada sobre precios con una ficticia equivalencia con la divisa, y a los productos cuyos precios de mercado son decididos por “K” caprichosamente, como los servicios públicos y la energía.

d. Tampoco ésto es gratis: al manipularse en forma arbitraria los precios de los servicios públicos y de la energía para mantener “bajo” el índice de precios, la infraestructura de servicios públicos –colectivos, aeropuertos, ferrocarriles, puertos, energía-, se deteriora al punto de caerse de a pedazos, y las reservas de gas y de petróleo se reducen peligrosamente, llevando a una dependencia energética del “indigenismo” andino y sus imprevisibles arrebatos, y al abastecimiento “político” desde el populismo “bolivariano”, con su peligrosísimo condicionante externo. En efecto, al reconocerse a las empresas que operan en el país un precio del gas que no llega a un tercio del que se le paga a Bolivia, no hay exploración para nuevos yacimientos y eso refuerza la dependencia energética argentina a gas y petróleo importados de Bolivia y Venezuela, abandonando el autoabastecimiento energético que habíamos logrado ya hace cuarenta años a pesar de contar con importantes yacimientos de gas y petróleo en Neuquén, en la plataforma continental y en otras zonas del subsuelo nacional.

e. La incertidumbre sobre el nivel real del PBI conduce igualmente a falsas estimaciones sobre otros aspectos centrales de la gestión, por ejemplo el nivel de demanda energética previsto para los próximos años, y las previsiones adoptadas para cubrir esa demanda.

Hay un hecho cierto: no hay más estadísticas, retrocediendo más de medio siglo en información económica, que debe deducirse de otros datos –muchos de ellos, sin rigor científico- emanados de fuentes diversas, y realizar ejercicios de inducción y deducción dirigidos a reemplazar lo que “K” destrozó, como todo lo que toca.

El mundo feliz sólo existe en el INDEK. La realidad, que es “la única verdad”, muestra todas las lacras del pasado resucitando para instalarse en un escenario cada vez más parecido al infierno del que no sólo no estamos saliendo, como afirma la pareja reinante, sino en el que nos estamos hundiendo inexorablemente cada vez más hondo.

Ricardo Lafferriere Ex Embajador argentino en España y ex legislador nacional R_l@laspi.net.

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