El Salón de la Fama de la Música Clásica incluye a dos españoles, dos argentinos y un chileno
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Sábado, 05 de octubre 2024
El Salón de la Fama de la Música Clásica incluye a dos españoles, dos argentinos y un chileno
La revista especializada en música clásica, Gramophone, es una referencia fundamental sobre el estado de este arte. Sus reseñas sobre compositores, artistas e interpretaciones son documentación esencial para cualquier melómano y se han hecho sistemáticamente desde 1923.
En su edición más reciente, correspondiente a mayo 2012, esta revista británica selecciona los nombres integrantes del Salón de la Fama de la música clásica. Se proveen cincuenta nombres de intérpretes y productores que, en la era de la grabación fonográfica, han cambiado el género decisivamente.
Liderando están Herbert von Karajan (1908-1989) y Maria Callas (1923-1977). Les sigue Claudio Abbado -el único aún vivo entre los cinco primeros- director italiano nacido en 1933, quien ha venido ganando un creciente prestigio en las últimas décadas y especialmente tras derrotar al cáncer. Continúa el ranking Wilhem Furtwängler (1886-1954) y Leonard Bernstein (1918-1990). Todos estos son nombres sagrados en el universo musical. Enorgullece ver a una dama tan maravillosa como Callas entre estos directores, quienes como los dos últimos mencionados, además de empuñar la batuta han hecho composiciones – especialmente Bernstein- memorables.
Estos personajes enumerados han marcado una línea divisoria en la música académica. En el mundo de la ópera, por ejemplo, se bromea que hay dos eras: “A.C.” y “D.C.” por “Antes de Callas” y “Después de Callas”. Y es que en efecto, cualquier nombre en el listado que ofrece Gramophone, aún causando escozor entre sus detractores, indudablemente merece respeto y es reconocido como un hito incluso por tales enemigos.
Es por ello un gran orgullo que entre estos músicos notables se encuentren personajes de habla hispana. Son los siguientes:
– Plácido Domingo, español nacido en 1941. Como detalle interesante, merece destacarse que este genio debutó en México como cantante lírico. La también británica revista BBC Music lo consideró el mejor tenor en la historia del disco.
– Martha Argerich, argentina, nacida en 1941. Merece destaque que es la única dama pianista en todo el listado.
– Pablo (o Pau) Casals, español de origen catalán, quien vivió entre 1876 y 1973.
– Daniel Barenboim, argentino-israelí, quien debutó en Buenos Aires y nació allí en 1942.
– Claudio Arrau, chileno, quien vivió entre 1903 y 1991.
Bueno, esto es un motivo de júbilo. Evidencia cómo el mundo hispanoamericano ha podido incorporarse a la dimensión universal que tiene la música académica, construyendo un nexo común, un lenguaje armonioso y superando esa visión según la cual sólo lo folclórico y local son lo más rescatables en la cultura hispana. Está claro que este listado dista de ser exhaustivo y se insiste que están sin considerarse compositores de oficio como la faceta destacable – si bien varios de los talentos múltiples aquí enumerados hayan abordado la composición-.
Los nombres nacidos fuera del mundo hispanoamericano han tenido actividad en España e Iberoamérica. Callas, por ejemplo, dejó grabaciones legendarias en el mexicano Palacio de Bellas Artes y el Colón de Buenos Aires. Hay cintas que algunos atesoramos con sus interpretaciones en Río de Janeiro. Se han perdido las grabaciones con interpretaciones que dio Callas en España durante el franquismo, mas se conservan los registros de sus funciones de La Traviata con el tenor canario Alfredo Kraus y de Medea con la mezzosoprano madrileña Teresa Berganza. Abbado ha sido uno de los más entusiastas defensores del Sistema de Orquestas Juveniles venezolano – galardonado con el Premio Príncipe de Asturias – e incluso tengo como una rareza en mi propia colección a Furtwängler dirigiendo en Caracas – el recital ocurrió el 21 de marzo de 1954 y ha sido publicado por el sello Archipel-. Un indicador de la grandeza musical alcanzada por los escenarios de la América Hispana es que el 26 de junio de 1901, como señala Félix Luna, los 80 años del presidente argentino Bartolomé Mitre fueron celebrados con una interpretación de la ópera verdiana Rigoletto por Caruso como tenor y Toscanini en el podio. Estos 2 genios están en el listado de cincuenta nombres provisto por Gramophone. Así que está claro que desde el Siglo XX América Hispana y España han estado en el mapa musical más privilegiado.
Los personajes enumerados por la publicación tienen reseñas hechas por otros artistas contemporáneos.
Sobre Domingo, opina el director Antonio Pappano. Señala que Domingo es “la encarnación del artista musical y teatral completo”. Ciertamente, Domingo, aparte de tenor, es también director musical y ha empuñado la batuta dirigiendo a otros nombres de la lista como Barenboim y Pavarotti. Se recordará como en el mundial futbolístico Italia 1990 nació el célebre trío de tenores al cual, a Domingo y Pavarotti se sumó José Carreras, un nombre que lamentablemente ha quedado sin incluirse en el listado. Pappano destaca sobre Domingo su carisma y capacidad para la reinvención. Es que Domingo ha cantado todos los tipos de géneros, incluyendo ópera, zarzuela y música popular. Es competente en ópera italiana y wagneriana por igual. En algún reportaje, el genio mencionaba que dormía dos horas diarias. Quizás así consiga explicarse su conciliación entre profundidad y variedad.
La dama del piano, Marta Argerich, recibió elogios del propio Vladimir Horowitz, otro nombre en la lista. Sobre ella escribe su compañero de trabajo y amigo, Mischa Maisky. Este músico destaca cómo Argerich es tan maravillosa, impredecible y difícil como la vida misma, un testimonio confiable por quien ha sido su amigo por ¡37 años! La genial argentina, como dice Maisky, es más allá del piano, una dama con una intuición musical felizmente conciliada con una sólida aproximación intelectual al instrumento. Su Chopin y su Rachmaninov son apenas parte de sus mejores lecturas. Además, en su festival de Lugano, la gran Argerich ha dado patrocinio entusiasta a otra pianista latinoamericana quien va ganando creciente prestigio, la venezolana Gabriela Montero. La propia Argerich saltó a la fama al ganar en 1965 el concurso internacional Chopin, si bien ya tenía trayectoria musical como niña prodigio. Su nombre está, junto con el de todos los mencionados, en la Encyclopaedia Britannica.
Barenboim es comentado por el joven pianista chino Lang Lang -quien es, a su vez, el nombre final y con menos edad en la lista-. Lang comenta cómo Barenboim ha estado sumergido en música, continuamente, durante 60 años. Según Lang: “cuando discute un pasaje en una sonata de Beethoven, el no sólo trae un conocimiento largo y detallado sobre ese trabajo particular, sino también la experiencia de haber dirigido todas las sinfonías”. Y es que Barenboim es otro talento múltiple. Aparte del piano, donde ha legado un Mozart y Beethoven seminales, ha dirigido orquestas prestigiosas de todo el orbe, incluyendo en su repertorio a la batuta incluso óperas. En Sevilla está la sede de su orquesta West-Eastern Divan, la cual ha unificado a jóvenes israelíes y palestinos, dando un mensaje sobre la concordia entre las grandes religiones monoteístas alcanzado en la España medieval. La vida de Barenboim está unida a otro nombre en la lista ofrecida por Gramophone, el de la chelista Jacqueline Du Pré (1945-1987), quien fue su esposa y cuya vida fue trastornada prematuramente por la esclerosis múltiple. Las juveniles grabaciones de esta pareja con Pinchas Zukerman, Janet Baker (esta última en la lista) y Zubin Mehta muestran a una juventud tan vibrante en los años sesenta con la música clásica como con el rock, en los mismos estudios Abbey Road en que grababan los Beatles en aquellos días.
Casals recibe su reseña por Alban Gerhardt. El chelista destaca como su primer ídolo fue el catalán, de quien destaca su articulación, su intensidad y como hacía a la música “hablar”. Es gracioso apreciar en grabaciones de Casals como el titán incluso acompaña con su voz al violonchelo, llegando a gemir y hasta gruñir, algo que también se encuentra en otro nombre de la lista, el canadiense Glenn Gould. Tanto Gould como Casals fueron redescubridores de Bach para los oídos contemporáneos. Las sonatas para violonchelo solo de Bach fueron traídas al panorama musical del Siglo XX gracias a Casals. Debo confesar que uno de mis momentos más felices fue visitar su modesta casa natal en la localidad catalana de El Vendrell. Casals se negó a interpretar en cualquier escenario cuyo gobierno tuviera simpatías por el régimen de Franco. En su larga vida, el violonchelista denostó al régimen fascista de este diminuto tirano. Así que optó por marcharse de España, para refugiarse en sus Festivales de Prades y Puerto Rico. Él mismo fue un director prestigioso. Su Bach y Beethoven brillan con una luz resplandeciente como referencia para cualquier grabación posterior.
El nombre final del listado es el gran Claudio Arrau. Su retorno a Chile en 1984, tras haber vivido casi toda su vida en el extranjero, está documentado en video y se consiguen entre coleccionistas sus dos recitales de esa ocasión, interpretando el quinto concierto para piano, llamado “Emperador”, de Beethoven. El comentario que acompaña su nombre en el ranking es realizado por Garrick Ohlsson. Se destaca como su sonido era “grande, redondo, resonante, profundo, oscuro y multicolor”. Esto da una impresión sobre la densidad emocional que entraña cualquier interpretación de Arrau. Su Chopin y Beethoven son seminales. He leído una biografía sobre este personaje, nacido en la pequeña localidad chilena de Chillán. La influencia de su madre fue decisiva y un motor impulsor para su carrera en la juventud. Como pianista, su personalidad fue compleja y al igual que otros genios del teclado en el listado, como Horowitz (1903-1989) y S. Richter (1915-1997) tuvo que someterse a tratamiento psicológico, si bien el nivel de neurosis en Arrau quizás haya sido más llevadero que el correspondiente a Horowitz; como anécdota, al oír al genial ruso, nacido el mismo año que Arrau, la madre del chileno le ordenó a su hijo practicar más, lo cual sorprende al saberse del consumado intérprete que Arrau ya era. El chileno se hizo adepto del psicoanálisis y esta técnica le habría sido de gran utilidad para conseguir la transición entre prodigio juvenil e intérprete adulto. En fin, son apenas anécdotas que humanizan a un titán.
Sí que hay un rasgo común a casi todos los nombres. Salvo Casals, la mayoría abandonaron su tierra tempranamente para formarse. En el caso latinoamericano ha sido más prematura la necesidad de migrar al exterior. Argerich, Arrau y Barenboim salieron de sus países natales en la infancia y ciertamente Arrau es más visto como germano que como chileno por algunos y el registro de Britannica para Barenboim lo considera directamente como israelí. Si bien Domingo está vinculado a España, también en su juventud hubo de migrar a México, donde trabajaba la compañía musical de sus padres. Casals tuvo que exiliarse tras la victoria de Franco y es una pena que se perdiera en España su faceta como compositor. El tema que es conocido informalmente como himno de las Naciones Unidas fue compuesto por este catalán universal – fue presentado en 1971, con letra del poeta inglés W.H. Auden (1907-1973), como encargo del entonces Secretario General de la ONU, U Thant-. Esto puede servir como reflejo de que es inevitable de que la música sea vivida por sus grandes intérpretes entre varios países y culturas, así que sería impropio restringir a estos grandes nombres hispanoamericanos a sus naciones de origen exclusivamente. Lo que sí se esperaría es evitar que nuevas conmociones políticas, crisis económicas y la falta de infraestructura en sus países natales obliguen a que huyan las nuevas promesas musicales tanto hispanoamericanas como españolas. En tal sentido, proyectos como las Orquestas Juveniles venezolanas son alentadores, porque el talento musical, al igual que el matemático y deportivo, tienden a emerger en la niñez. Es indispensable darles una educación temprana y sin duda es favorable que haya algún tipo de apoyo por la educación oficial para ello.
El mensaje es claro: el arte universal, en este caso el musical, han tenido en el mundo de habla hispana un importante granero.
Está claro que al ampliar la lista y con el tiempo, se verán otros nombres hispanoamericanos integrarla. Si se hablara de un salón de la fama con 100 nombres, indudablemente la lírica española tendría nombres como Victoria de los Ángeles o Monserrat Caballé incluidos. El brasilero Nelson Freire probablemente entrara a representar a su país, el cual, curiosamente para su dimensión y musicalidad, carece de figuras tan famosas como las mencionadas. En el caso venezolano se perfila como nombre propio el joven director Gustavo Dudamel. Un humilde director y solista, también catalán, seguramente engrosará el listado de los cincuenta grandes nombres en años futuros: Jordi Savall.
Por: Carlos Goedder
carlosurgente@yahoo.es
www.carlosgoedder.com.
Madrid, abril de 2012
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