Política

La anarquía somalí es más ordenada que el gobierno somalí

Benjamin Powell
Diga “Somalia” y la gran mayoría de los estadounidenses probablemente tendrán visiones de guerra civil y caos. Si bien eran exactas a comienzos de los años 90, estas visiones no han sido la real situación en Somalia durante gran parte de la última década. Desafortunadamente, en virtud sin embargo de otro intento internacional para instalar un gobierno somalí, estas visiones nuevamente se están volviendo crecientemente veraces.

Somalia ha carecido de un gobierno nacional desde 1991, cuando el dictador Siad Barre fue expulsado del poder. Somalia se hundió en una guerra civil a medida que facciones rivales intentaron establecer un nuevo gobierno. Las intervenciones de los Estados Unidos y la ONU tendieron a unir a los somalíes en contra de los forasteros, dando como resultado el famoso episodio del “Black Hawk Derribado”, y finalmente, el retiro de las fuerzas estadounidenses y de la ONU.

Una vez que la ONU se retiró, una relativa paz se desarrolló en Somalia. El crimen y la violencia persistió, pero no en los niveles vistos durante la guerra civil. Distintos ancianos del clan, caudillos y tribunales islámicos tuvieron poder, pero ninguno fue lo suficientemente fuerte para imponerse como el nuevo gobierno, y gran parte de la contienda cesó.

Una vez que esta relativa paz fue alcanzada, los somalíes comenzaron a ordenar sus asuntos y adaptar a las instituciones para proveer autoridad, aún cuando carecían de un gobierno. La mayor parte del orden fue proporcionado por el código legal consuetudinario de Somalia, el Xeer, que era interpretado por los ancianos del clan y aplicado de manera informal, principalmente mediante el ostracismo. Los tribunales islámicos existieron, pero la mayoría tuvo poca influencia. La ley islámica estaba reservada mayormente para cuestiones atinentes al divorcio y la herencia, mientras que el derecho consuetudinario cubría todo lo demás.

A pesar de que Somalia es aún pobre, la anarquía ordenada que ha existido desde mediados de la década del 90 se ha traducido en verdad en mejores estándares de vida. Al llevar a cabo investigaciones para un nuevo estudio que compara a la economía de Somalia en relación a otros 42 países africanos, mis coautores y yo examinamos 13 mediciones distintas, incluida la expectativa de vida, los índices de inmunización y enfermedad, el acceso a las diversas telecomunicaciones y al acceso al agua y a la sanidad.

En 2005, Somalia se ubicaba en el 50 por ciento más alto en seis de las 13 mediciones, y calificaba cerca del final de la tabla en tan solo tres: mortalidad infantil, índices de inmunización y acceso a fuentes de agua mejoradas. Esto se compara favorablemente con las circunstancias en 1990, cuando Somalia tuvo por última vez un gobierno y se ubicaba en el 50 por ciento del fondo de la tabla para la totalidad de las siete mediciones de las que tuvimos información en ese año: tasa de fallecimientos, mortalidad infantil, expectativa de vida, líneas telefónicas principales, tuberculosis, e inmunización para el sarampión y la difteria, el tétano y la tos ferina. Además, encontramos que durante los últimos años del gobierno de Somalia, 1985 a 1990, su desempeño se fue deteriorando comparado con otras naciones africanas en la medida que su posición relativa cayó en cinco de estas mediciones. Desde el colapso de su gobierno, Somalia ha visto mejorar su posición relativa en cuatro de estas mediciones y deteriorarse en solo una: mortalidad infantil.

Quizás lo más impresionante es el cambio de Somalia en la expectativa de vida. Durante los últimos cinco años de gobierno, la expectativa de vida cayó en dos años pero desde el colapso del Estado, la misma en verdad se ha incrementado en cinco años. Solamente tres países africanos, Guinea, Gambia, y Rwanda, pueden afirmar una mejoría mayor. La de las telecomunicaciones es otra área importante de éxito. Con una variedad de empresas operando sin una agobiante reglamentación gubernamental, Somalia se ubica alto entre los países africanos en el número de líneas telefónicas, utilización de la telefonía móvil y acceso a Internet. Según la revista The Economist, un llamada desde un teléfono móvil en Somalia es “generalmente más barata y más clara que una llamada desde cualquier otra parte en África”.

En verdad, la anarquía ordenada en Somalia atrajo a corporaciones multinacionales al país. Coca–Cola, Dole, DHL, y afiliadas de General Motors y British Airways, entre otras, comenzaron a realizar inversiones en Somalia. Desgraciadamente, los recientes esfuerzos internacionales para establecer un nuevo gobierno en Somalia es probable que arruinen el poco progreso económico que el país ha hecho.

En 2004, el Gobierno Federal de Transición (TFG es su sigla en inglés) fue creado en el exilio con respaldo de la ONU. En febrero de 2006 ingresó en Somalia, y hasta ahora, controla solamente la ciudad de Baidoa.

Los somalíes nuevamente se han unido contra este intento de los extranjeros de imponer un gobierno sobre ellos. Desafortunadamente, el resultado ha sido un incremento del poder de la Unión de Tribunales Islámicos (UIC), que, desde junio, ha ganado el control sobre gran parte del sur de Somalia, incluida la ex capital, Mogadiscio. Unos estimados 600 milicianos se han unido a la UIC desde que el TFG ingresó en Baidoa en febrero.

Cada gobierno de Somalia ha explotado a la población del país. El entrometimiento internacional creó el TFG y, de manera no intencional, una UIC más poderosa. Si alguno de los grupos se convirtiese en un auténtico gobierno, la población probablemente una vez más sería oprimida. Mientras tanto, los dos grupos parecerían encaminados a una guerra civil, la cual probablemente resultará en la clase de caos que el país no ha experimentado desde 1995.

El Primer Ministro Gedi del TFG dijo recientemente, “Es totalmente equivocado no aceptar al gobierno. La alternativa es el caos”. Lamentablemente, lo expresó exactamente al revés. Son, en verdad, los intentos por imponer un gobierno sobre Somalia lo que genera el caos.

Traducido por Gabriel Gasave

Benjamin Powell, Ph.D., es Director del Centro Para la Innovación Empresarial en The Independent Institute, un centro de estudios sobre políticas públicas con sede en Oakland, California y Profesor de Economía en la San Jose State University.

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