América, Política

La lucha por la reforma continúa

La literatura de al-Baqee ofrece un ejemplo novel y esperanzador del candor musulmán americano en materia de los problemas dentro del islam.


La semana del 22 al 26 de octubre fue designada "Semana de Concienciación del Islamofascismo" en una serie de actos celebrados en campus universitarios de todo Estados Unidos. La iniciativa fue organizada por el David Horowitz Freedom Center. Predeciblemente, el programa suscitó una mala reacción por parte de los islamistas.

El diario saudí Shams anunciaba el 4 de septiembre que la Universidad Islámica Imán Mohammed Ibn Saud de Riyadh — conocida entre los musulmanes moderados como "la fábrica de terroristas" — había iniciado una ofensiva virtual contra Horowitz, mencionado de nombre como organizador de la campaña de concienciación del campus. Es una de las muchas señales recientes de que los saudíes están atentos a la crítica occidental hacia su doctrina y su régimen.

Como coincidencia, mientras universitarios y oradores visitantes exploraban el concepto de "Islamofascismo" en una sentada académica, más de 1000 musulmanes americanos procedentes del este y el medio oeste se congregaban en Washington el 22 de octubre para manifestarse en los exteriores de la embajada saudí contra el apoyo de Arabia Saudí al "fascismo wahabí". Convocada por una coalición nueva, Al-Baqee.org, la protesta exigía que los saudíes dejen de exportar el wahabismo, la religión estatal ultra fundamentalista del reino saudí, y así poner fin al apoyo al terror global.

Al-Baqee.org debe su nombre al Jannat al-Baqi, un cementerio de Medina que albergó las tumbas de los parientes y los compañeros del Profeta Mahoma, y que fue aplastado por los wahabíes en 1925. Los wahabíes justificaron este acto de vandalismo con su afirmación de que los honores religiosos a cualquier ser humano, vivo o muerto, incluso el propio Mahoma, detraen la adoración al dios único. Al-Baqee.org está establecida por musulmanes iraquíes americanos y otros musulmanes chiítas afiliados al ayatolá iraquí moderado Ali Sistani.

Según los líderes de al-Baqee, la demolición de ese cementerio en Arabia es el antecedente directo de los atentados contra las estructuras chiítas y sufíes en Irak, tales como la mezquita dorada de Samarra, atacada en tres ocasiones a lo largo de los dos últimos años. Su manifestación ante la embajada saudí fue suscitada por una información del diario saudí al-Watan (La Nación) a finales de junio que afirmaba que los clérigos wahabíes habían decretado fatwas pidiendo ataques contra los enclaves chiítas sagrados de Karbala y Najaf en Irak. Si estos enclaves fueran atacados, soldados de la coalición así como iraquíes civiles serían ciertamente asesinados en las caóticas consecuencias.

La literatura de al-Baqee ofrece un ejemplo novel y esperanzador del candor musulmán americano en materia de los problemas dentro del islam. Por encima de todo, el grupo no tiene ningún remordimiento en identificar al islam radical con el fascismo.

Un libreto distribuido en la concentración llama al wahabismo saudí, Una doctrina radical que es una amenaza peligrosa y violenta para los americanos y los no americanos y los musulmanes y los no musulmanes por igual. Como aliado norteamericano cercano, el Reino de Arabia Saudí es responsable de practicar los valores de la Constitución americana en la defensa de la libertad religiosa y la creación de espacios de oración dentro de sus fronteras.

Una carta dirigida por Al-Baqee al embajador saudí Abdel al-Jubeir afirma, El Reino ha olvidado proporcionar derechos civiles básicos a muchos de sus ciudadanos y conscientemente les persigue en función de su raza, género y religión. Como gobierno, no está cumpliendo sus responsabilidades a la hora de cumplir los derechos civiles básicos que todos los seres humanos merecen.

Este sentir se reflejaba en el último informe sobre Arabia Saudí de la Comisión de Libertad Religiosa Internacional de los Estados Unidos, difundido el 18 de octubre (y disponible en uscirf.gov). Arabia Saudí sigue siendo "un país de preocupación especial" para el Departamento de Estado por sus violaciones de la libertad religiosa. Una delegación de la Comisión, encabezada por Michael Cromartie, del Centro de Política y Ética Públicas, visitaba a la monarquía del desierto en mayo y junio para examinar las promesas saudíes de promover mayor libertad religiosa y reducir el adoctrinamiento radical. Descubrió huecas la mayor parte de las promesas.

Las autoridades saudíes hicieron poco por facilitar la labor de la comisión durante la visita. El estamento oficial de Riyadh rehusaba las peticiones del comisario de reunirse con altos funcionarios de la milicia religiosa o mutawiyin, llamada oficialmente Comisión para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, así como con representantes de los ministerios de educación y justicia. De igual manera, la petición de la Comisión a la embajada saudí en Washington de ejemplares de los libros de texto saudíes actuales — gran motivo de preocupación, puesto que los libros de texto antiguos incitaban a la violencia contra los no musulmanes — sigue sin ser respondida.

El informe de la Comisión refuerza los llamamientos a poner fin a la exportación de la ideología extremista, a cambios reales en los planes de estudio escolares, a poner coto a las actividades de la mutawiyin, retirar los límites a todas las religiones, y el establecimiento de agencias de derechos humanos eficaces dentro del país. También apoya la acusación de que los clérigos wahabíes han decretado una serie de fatwas que legitiman la violencia contra los musulmanes chiítas.

Y la delegación norteamericana informaba de que diplomáticos norteamericanos, bajo el pretexto de la falta de seguridad, les habían impedido visitar Najran, en la frontera saudí con Yemen, para investigar las denuncias de discriminación contra la minoría chiíta Ismaili presente allí.

La Comisión ponía especial énfasis en el probable uso de un centro en los suburbios de Washington para la exportación del fundamentalismo. Propiedad de la embajada saudí, la Academia Islámica Saudí controla dos campus universitarios en Fairfax y Alexandría, Virginia. La Comisión ha recomendado que el Departamento de Estado considere clausurar la Academia, que imparte clase a la descendencia de los diplomáticos saudíes y otros niños en el wahabismo. La academia podría estar en violación de la Ley de Misiones Diplomáticas Exteriores, que regula las instituciones controladas en Estados Unidos por otros países.

La Academia Islámica ha respondido a las investigaciones de la Comisión norteamericana de la misma manera en que los dignatarios saudíes respondieron en su propio suelo: con negación y silencio. Pero los medios saudíes revelan que los clérigos wahabíes y otros partidarios de la familia real saudí están sintiendo la presión desde dentro y desde fuera. Se les han ocurrido nuevos e irracionales medios de humillar a los musulmanes comunes. Por ejemplo, las integrantes femeninas de la mutawiyin ahora persiguen a otras mujeres musulmanas en los exteriores de la Gran Mezquita de La Meca, poniendo fin a una tradición islámica que se remonta a los tiempos de Mahoma que insta a las mujeres a rezar en el lugar más sagrado del islam.

Pero no todas las noticias procedentes de Arabia Saudí son malas. El programa televisivo satírico altamente popular del país, Tash ma Tash (que significa, a grandes rasgos, "Lo que sea"), emitido solamente durante el mes de ayuno islámico del ramadán, criticaba este año las penas de muerte por apostasía bajo la ley islámica saudí. Hace algunas semanas, un grupo de mujeres organizaban un comité para exigir el derecho a conducir. Y, en parte como respuesta a las protestas de los chiítas y demás víctimas del terrorismo wahabí en Irak, el gobierno saudí afirma que va a seguir adelante con la construcción de una barrera de seguridad en la frontera saudí con Irak, que podría costar mil millones de dólares. A pesar de este retrato variado, muchos creen que el rey Abdalá realmente quiere que Arabia Saudí se convierta en un país moderno que provoque respeto en lugar de miedo y desprecio. En el 2005 autorizaba la creación de una Comisión de Derechos Humanos de 24 miembros, todos varones nombrados por el gobierno, para informarle directamente a él. Esto se añade a la más independiente Sociedad Nacional para los Derechos Humanos, creada en el 2004 y nombrada por el Consejo Consultivo del país. Sus 41 miembros incluyen a 10 mujeres, y también responde ante el rey. Mientras que no todas las ramas del gobierno han cooperado completamente con estas entidades, la Comisión norteamericana observa su labor como paso positivo en cualquier transición saudí lejos de la forma totalitaria del islam. Otro grupo independiente más que presiona en favor del cambio pacífico en Arabia Saudí, radicado este en Washington D.C., es el Centro para la Democracia y los Derechos Humanos en Arabia Saudí (cdhr.info), encabezado por un saudí americano, Ali Alyami. En su nuevo plan estratégico por la democratización de la monarquía wahabí, entre otras cosas, el centro propone la expansión del Consejo Consultor de 150 miembros para convertirse en una legislatura representativa, el carácter completo de ciudadanas y la dotación de poder para las mujeres, elecciones libres a los niveles local, regional y nacional, la supervisión pública de las finanzas, una judicatura no relacionada con la ley islámica, y el firme repudio a la discriminación sectaria.

Casi todas estas materias — el wahabismo y sus exportaciones, el vandalismo cultural, la humillación por parte de la mutawiyin, la discriminación contra los chiítas, la radicalización en las escuelas, el abuso de la extraterritorialidad por parte de los diplomáticos saudíes en Estados Unidos, la opresión de la mujer, la ausencia de transparencia pública y el rechazo a las normas elementales de los derechos humanos — han movido la conciencia pública desde la revelación en el 2001 de que Arabia Saudí no es ningún socio fiable de los Estados Unidos.

El carácter claro de la Comisión de Libertad Religiosa Internacional es encomiable, pero una solución eficaz al problema saudí de América se ha visto retrasada de manera inconsciente. La administración Bush debería prestar tanta atención al fascismo wahabí como los diplomáticos saudíes se vieron obligados a hacer cuando su embajada, parecida a una cárcel, se veía rodeada por manifestantes musulmanes — el primer día de la Semana de Concienciación con el Islamofascismo.

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