Después de aparecer con gesto adusto prometiendo un castigo ejemplar al presidente sirio, Bashar Al-Assad, por el presunto uso de armas químicas, el presidente estadounidense debió virar 180 grados en su discurso.
Los hechos dejaron en claro que Obama se desdijo de sus beligerantes declaraciones tan pronto como las efectuó. Ni bien pudo bajo las armas y cancelo acciones y discursos de ataque a Damasco. De allí que nadie debería sentirse sorprendido por el anuncio del presidente cuando declaro que no haría nada sin el voto del Senado y la Cámara de Representantes de los EE.UU.
Durante unos días, Obama espero confiado a que el Congreso lo sacara del apuro votando por el ‘no’ a las acciones punitivas a las que su secretario de Estado, John Kerry, describió increíblemente ‘como un pequeño ataque’.
Fue entonces que el compañero de Obama en esta danza macabra sobre Siria, el señor Vladimir Putin, se apresuró en ir al rescate del irresoluto presidente estadounidense con un plan de última hora sobre el "control internacional" de las armas químicas del régimen sirio, salvando al mismo tiempo a su socio Al-Assad.
Rebosante de alegría, pues ya no estaba obligado a actuar, Obama volvió a su deporte favorito: ‘hacer discursos en la televisión’. Así, el presidente anunció que el voto del Congreso quedaba pospuesto indefinidamente y el ‘increíblemente pequeño ataque’ que había mencionado el secretario de estado, John Kerry, quedaba postergado y en espera.
Durante años, Putin ayudo a la imagen de Obama a jugar el papel de ‘chico bueno’ en detrimento de su propia imagen de ‘chico malo’. Pero ¿por qué Putin estaría dispuesto a salvar a Obama de las consecuencias de su propia incompetencia? La respuesta es sencilla. Es que para Moscú, Obama es la mejor noticia de Washington desde la presidencia de Jimmy Carter.
Carter fue el presidente norteamericano que mas hizo por la causa comunista, dio cuatro años de valioso tiempo a la desaparecida Unión Soviética para que el Kremlin pueda proyectar su poder global antes del derrumbe comunista. En aquellos años, Moscú infiltro cientos de agentes y agitadores que trabajaron asociados a los seguidores de Khomeini para derrocar al Sha Reza Pahlevi dentro de Irán. Entonces, la KGB se valió de Khomeini cuando llego al poder para mandar de regreso a los EE.UU. a los 23.000 asesores norteamericanos que trabajan para el Sha. El Ayatollah Khomeini también desmanteló las treinta y dos estaciones de escucha establecidas por Naciones Unidas en virtud de un tratado internacional para controlar las pruebas de misiles soviéticos.
Estos hechos históricos culminaron en la mayor manifestación de debilidad jamás vista en ningún gobierno estadounidense cuando ‘estudiantes’ khomeinistas apoyados por agentes soviéticos asaltaron la embajada de norteamericana en Teherán y mantuvieron a sus diplomáticos como rehenes durante 444 días. Pero eso no fue todo. Durante la presidencia de Carter, Moscú ordenó el asesinato del presidente de Afganistán, Hafizullah Amín y lo reemplazó con Babrak Kamal, un hombre de la KGB. Cuando los afganos se rebelaron, Moscú envió el Ejército Rojo para aplastarlos. Entonces, el presidente Carter miro hacia otro lugar y los EE.UU. abandonaron a sus aliados Afganos.
En los años que siguieron, la ex URSS se estableció como único jugador importante y propicio asesinatos y golpes de estados donde pudo hacerlo en Asia y África. También en Europa los soviéticos impulsaron la infiltración de Varsovia y ciudades aledañas con el emplazamiento de misiles SS-20 alterando el equilibrio de poder de la post Guerra Fría. ¿Qué hizo Washington? Lo de siempre, se mantuvo en silencio y abandono a sus aliados polacos anticomunistas.
Como toda reacción ante el frenesí expansionista soviético, Carter solo ensayo un boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú. Esta ‘dura represalia de Jimmy’, permitió a los rusos ganar el mayor número de medallas de oro de toda su historia. Eso fue lo que sucedió entonces. Hoy se podría decir que no es muy diferente de lo que hace Obama en favor de Putin. Aunque muchos pueden pensar que el gobierno del presidente Obama es muy distinto al de Jimmy Carter.
No diré que Obama sea tan buen negocio para Moscú como lo fue Carter. Al cabo, el viejo Jimmy, como Obama, tienen sus propios detractores. Mencionare solo algunos hechos que objetivamente han sucedido. El lector puede tomar sus propias conclusiones: ‘En agosto de 2008, Rusia invadió Georgia, en tan solo una semana masacro a miles de sus ciudadanos y ocupó el 25 por ciento del territorio. El Consejo de Seguridad tenía que actuar de urgencia en una reunión programada para febrero de 2009. Eso nunca sucedió. El presidente Obama simplemente barrió el asunto bajo la alfombra’. Desde entonces, Rusia ha anexado efectivamente Osetia del Sur y Abjasia aun está ocupada, y lo que quedaba de Georgia fue convertida en un estado satélite de Moscú.
Desde 2010, Putin ha presionado a las repúblicas de Asia Central, en particular Tayikistán y Kirguistán, exactamente igual como Moscú lo hacía en la era soviética. Así, se quito de encima a los norteamericanos y obligo al cierre en esas repúblicas de todas las bases logísticas de EE.UU.
En Ucrania el gobierno pro-occidental fue derrocado y su líder está en la cárcel. Su lugar fue ocupado por hombres de Moscú, no de Washington.
Pero la victoria más festejada por Moscú fue cuando Putin convenció a Obama en desguazar el proyecto del escudo de defensa antimisiles que el presidente George Bush planeaba construir en Europa Central y Oriental.
Putin ha fortalecido alianzas anti-EE.UU. que incluyen a Irán y Siria, y en un contexto diferente, a China y las repúblicas de Asia Central. Antes que Obama asumiera la presidencia, las exportaciones de armas de Moscú en América Latina se limitaba a un solo país: Cuba. En 2013, el número aumento a catorce países.
Con la indirecta cooperación de Obama, Putin ha apoyado las ambiciones nucleares de Irán, de allí que cinco resoluciones del Consejo de Seguridad han quedado en suspenso a cambio de ‘conversaciones sobre las conversaciones’. Otro elemento irrefutable de debilidad de la administración Obama es que cuando él llegó a la presidencia, Irán tenía 100 kilogramos de uranio enriquecido al 3,5 por ciento. En la actualidad, las agencias de seguridad europeas sindican en unos 3.000 kilogramos enriquecidos al 20 por ciento. Antes de Obama, Irán tenía 800 centrifugadoras operando, ahora tiene 12.000.
No es difícil inferir que desde la era Obama, la gestión de Putin es un camino de rosas y una sucesión de grandes victorias diplomáticas. Pero aunque la alianza Obama-Putin pueda resultar satisfactoria para ambos líderes, sin embargo, a mi juicio hay tres puntos que merecen atención:
En principio: ‘este doble acto sobre Siria, no se ajusta necesariamente a los intereses de los EE.UU. y Rusia de cara al largo plazo’.
En segundo lugar, mientras Obama y Putin ejecutan su doble acto simulado, la matanza en Siria continúa. Por tanto, el peligro de que Siria se convierta en la Somalia del Mediterráneo no debería ser desestimado.
Por último, ‘Putin haría bien en volver a leer la historia. Jimmy Carter fue muy bueno para la ex Unión Soviética, los cuatro años de su gobierno fueron un paseo por el parque para los diplomáticos comunistas. Pero Carter abrió el camino a la llegada de Ronald Reagan, y lo que siguió es bien conocido por todo el mundo, dio lugar, ni más ni menos, que a la caída del imperio soviético.