América, Política

Las Naciones Unidas traicionaron sus objetivos fundacionales

La ONU ha apartado de los objetivos fundamentales que se fijó cuando fue constituida en 1945 para seguir con los propósitos de Liga de las Naciones. Según Al Cárdenas, los fundadores de la ONU han traicionado la meta de crear una organización mundial que se enfrentara a la agresión, preservara la paz internacional y defendiera los derechos humanos.

Relaciones Internacionales
Nadie puede prestarse a engaños. La Organización de Naciones Unidas se ha
apartado de los objetivos fundamentales que se fijó cuando fue constituida en
1945 para seguir con los propósitos de la recién difunta Liga de las Naciones.
Los fundadores de la ONU tenían como meta crear una organización mundial que se
enfrentara a la agresión, preservara la paz internacional y defendiera los
derechos humanos. Para nadie es un secreto que las Naciones Unidas han fracasado
en esos tres objetivos. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, la ONU sólo
sirve para empeorar las cosas. Bastaría con recordar el más reciente y
estruendoso fracaso de las Naciones Unidas, cuando se rehusó a hacer cumplir las
16 resoluciones distintas que Irak tuvo a bien violar impunemente. Yendo aún más
lejos tendríamos que recordar los hechos que tuvieron lugar en Somalia en 1993 y
los desastres en que se han convertido todas y cada una de las misiones que,
para mantener la paz, ha emprendido la ONU en todo el mundo, culminando con la
que opera en Haití por estos días.

Estos fracasos de las Naciones Unidas
han sido los responsables de algunos de los peores genocidios en la historia
reciente de la humanidad. En el 94, en Ruanda, más de 800 mil miembros de la
etnia Tutsi fueron asesinados y en la antigua Yugoslavia, más de 7 mil bosnios
musulmanes corrieron con la misma suerte, a pesar de que se encontraban
supuestamente al amparo de la organización internacional. Por esos días, Koffi
Annan se desempeñaba como Subsecretario General de las Naciones Unidas a cargo
de Operaciones para Mantenimiento de la Paz. Su absoluta falta de liderazgo y
sus fracasos lo llevaron a ser exaltado a la posición de Secretario General en
1997 y su completa ineptitud le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz. En la
medida en que las Naciones Unidas se abstengan de enfrentar el mal, su
existencia es totalmente inútil en las tareas de manutención de la paz.


En 1995, la ONU implementó un programa de “petróleo por alimentos”, que
permitía a Irak –país merecidamente sancionado por las Naciones Unidas- vender
crudo para comprar a cambio alimentos, medicinas y otros bienes de carácter
humanitario. Annan decidió duplicar el alcance del programa en el 98, después
que Saddam Husseín se rehusó a permitir el acceso de inspectores de armas de las
Naciones Unidas, y eso no es todo. Una vez más, en el 2001, Annan amplió el
programa de petróleo por alimentos, cuando los inspectores de la ONU llevaban 4
años sin poder ingresar a Irak. Para el 2004 ya asomaban las primeras sospechas
y las pesquisas han demostrado que, aprovechando las ventajas del programa,
Saddam se echó al bolsillo más de 10 billones de dólares, luego de pagar jugosas
comisiones a sus amigos y conocidos. Algunos miembros de la familia y
colaboradores cercanos de Annan se encuentran bajo investigación criminal, por
supuestas vinculaciones con este esquema de corrupción.

No solo la ONU
como un todo, ha traicionado sus objetivos fundamentales. También, como lo
plantea Dore Gold en su libro La Torre de Babel, los brazos de la organización
internacional le han dado la espalda a su razón de existir. Cuando la Comisión
de Naciones Unidas se fundó en 1945, Eleanor Rooseveld fue ungida como su
Presidente. En el 2003, Muammar Khadaffi, el líder libio, cuya participación en
actividades terroristas, como la voladura de un avión de Pan Am sobre Lockerbie,
Escocia, ha quedado fehacientemente comprobada, asumió la presidencia de esa
Comisión de Derechos Humanos… nada menos que de Derechos Humanos. Semanas
después de los cobardes atentados del 11 de septiembre, Siria, indiscutiblemente
una de las naciones que patrocinan el terrorismo, fue escogida para ocupar una
de las sillas del Consejo de Seguridad. Cuando las Naciones Unidas se fundaron,
hace ya casi 60 años, todos sus miembros compartían unos principios filosóficos
básicos. Hoy, sólo 75 de los 184 miembros que la conforman son democracias, y
entre esas democracias, la ONU tiene la desfachatez de contar la Venezuela de
Chávez. Durante una conferencia contra el racismo en el 2001, las ovaciones más
prolongadas fueron para Robert Mugabe y Fidel Castro. Y ojalá las cosas pararan
allí: Dos veces, en 1981 y en 1993, los estados miembros de las Naciones Unidas
adoptaron una resolución en el seno de la Asamblea General, mediante la cual se
acusa a los Estados Unidos de ser una amenaza contra la paz global. Esa misma
asamblea votó para condenar el bombardeo norteamericano contra bases terroristas
en Libia en 1986, pero se abstuvo de condenar los atentados suicidas palestinos
con explosivos contra indefensos ciudadanos en el corazón de Jerusalén en el
2004.

El mes pasado, ante la Subcomisión Permanente de Investigaciones
del Senado, el Senador Norm Coleman, Republicano por Minesotta, mostró
evidencias que prueban que Benon Sevan, Director del Programa de Petróleo por
Alimentos de la ONU para Irak, recibió personalmente sobornos que superan la
cifra de un millón de dólares y que el escándalo de corrupción es mucho más
profundo de lo que inicialmente se sospechaba. El Senador Coleman exige el
levantamiento de la inmunidad diplomática de varios altos funcionarios de la
ONU, para que sean procesados por sus delitos, y la renuncia inmediata del
Secretario General. Si aún le queda dignidad a Koffi Annan, la renuncia
irrevocable a su cargo sería su única alternativa. Su salida de la ONU no sólo
serviría para limpiar de escándalos la organización sino también para renovarla,
con la creación de una asamblea independiente de naciones democráticas, dentro
del seno mismo de las Naciones Unidas, cuyas decisiones tengan prelación sobre
las que tome la Asamblea General.

Nadie niega que un mundo convulsionado
como el nuestro requiere organizaciones que lleven auxilio humanitario a
millones de ciudadanos de distintos países que se ven directamente afectados por
tantos conflictos. Pero las ONU que hoy existe ha demostrado que es incapaz de
evitar esos conflictos, que cuando se trata de resolverlos tiende a empeorarlos
y que cuando se hace cargo de proveer ayuda humanitaria, termina imponiendo unos
vergonzosos esquemas de corrupción.

Al Cárdenas fue Presidente del
Partido Republicano de la Florida y miembro del Comité Republicano
Nacional.
Fuente: Diario de las
Américas

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