Al presidente del gobierno español se le ha ido la pluma. De las causas del terrorismo debería dejar se ocuparan otros

La actualidad, triste muchas veces, suele empeñarse en desmentir las palabras. Los dirigentes tienen una responsabilidad y tienen, también, una obligación. Tienen la obligación inexcusable de la prudencia. La prudencia en política supone muchas veces, las más, ser parco en palabras. La prudencia exige administrar los silencios y aceptar las críticas por eso y por interpretaciones desmesuradas "sobre lo que se piensa y nunca se ha dicho".

Querer agradar a todo el mundo no es prudente. Se dan demasiadas explicaciones y se emplean muchas palabras. Un dirigente, con responsabilidad, no puede estar siempre en lo "políticamente  correcto". Es mejor callar. Un dirigente no puede, no debe improvisar y tampoco escribir al toque y con tópicos.

Lo del terrorismo no es para andar con bromas. Al presidente del gobierno español se le ha ido la pluma. De las causas del terrorismo debería dejar se ocuparan otros. Debería escuchar y leer o estudiar con paciencia. Debería ocuparse de la realidad y la seguridad ahora y en el futuro y no hacer discursos o escritos de naturaleza pretendidamente moral. El entenderá que lo que dice no es dogma de fe. Entenderá que sus opiniones son "muy opinables". Si no es dogmático entenderá que puede estar equivocado.

Nos ha dado una receta para la desesperanza. El terrorismo, como ahora lo conocemos, si tiene su origen en lo que el piensa, nunca se acabará. Podemos soñar y trabajar por un mundo más libre y por ello más justo, y por ello con igualdad de oportunidades para todos. Algunos, muchos, piensan que su recetario político, basado en el aplastamiento del derecho a la libre elección de los individuos y la extensión del estado benefactor y totalizador, no conseguirá eso.

Además sus opiniones son las esgrimidas también por los osamas, talibanes, etarras, narcotraficantes colombianos… En las antípodas está el presidente español de estos bárbaros. Pero hay que ser prudentes. Los terroristas no son precisamente los "abanderados" románticos de los pobres. Son poderosos multimillonarios. Hay que ser prudente.

Lo del terrorismo no es para andarse con bromas. No se puede estar permanentemente en el "mantenella y no enmendalla" por eso que "nos fue muy bien con lo de la guerra de Irak. Gobernar exige ser prudente. Ser "corto" en palabras y "largo" en hechos.

Luego, se nos ocurren cosas como esas de "pinchar" los correos eléctronicos. Ya lo pueden explicar muy bien.