Oriente Próximo, Política

El objetivo es derrocar a Assad

La duda que flota sobre el Washington político es si el ataque a Siria por órdenes de Donald Trump responde a un golpe de genio del presidente o significa un cambio en la política exterior norteamericana.

Es probable que sea un arrebate de Donald Trump pero no lo podría haber ejecutado sin el apoyo de los militares y de los políticos de perfil profesional que le rodean.

La embajadora norteamericana en la ONU, Nikki Haley, ha despejado alguna incógnita al indicar que la prioridad de la administración Trump es hacer caer el presidente Assad. Esto sí que significa un cambio en la política exterior de Estados Unidos que se había alineado con Putin para encontrar soluciones que no pasaran por el derrocamiento de Assad.

Una operación como la que se perpetró en la madrugada del viernes no se improvisa. El Estado Mayor debe estar apoyando el lanzamiento de 59 misiles tomahawks. Donald Trump no era partidario de atacar a Siria por la decisión de Barack Obama de no responder militarmente al uso de armas químicas que causaron la muerte a 1.400 personas en 2013. Tampoco estaba en su campaña electoral.

Cuando el presidente Eisenhower advirtió del poder del complejo militar industrial antes de abandonar la presidencia en 1960 sabía de qué hablaba. Los militares han tenido una fuerza determinante en la política exterior de Estados Unidos a lo largo del siglo XX. Para bien y para mal.

Trump puede haber tomado la decisión de atacar a Assad en la propia Siria. Pero hay fuerzas superiores que le van conduciendo a tomar la iniciativa occidental desde el punto de vista militar. No es una casualidad que un portaaviones y varios buques de guerra se aproximen a las aguas jurisdiccionales de Corea del Norte.

Para poner en evidencia que Estados Unidos es la primera potencia mundial ya no basta la cultura, el poder blando o el dominio de las tecnologías. Hace falta exhibir la fuerza. Es lo que ha hecho Trump.

El partido no ha hecho más que empezar. Hay que esperar la reacción rusa, la de Irán, la de China y también la de Europa. El mundo es hoy más inseguro que hace cinco años. La fuerza se impone. La razón y el sentido común se quedan a un extremo del cuadrilátero. Un ambiente cargado de electricidad se respira en el ambiente global y local. Tiempos de cambios.

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