Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora (Proverbios 3:1).
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Lunes, 19 de mayo 2025
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora (Proverbios 3:1).
La mayoría de las personas “arma agenda”. Meticulosamente se cargan desde los vencimientos de las cuentas a pagar hasta las reuniones planificadas. “¿Podemos vernos este jueves? … Déjame revisar mi agenda”….
Incluso las tareas cobran un espacio significativo para quienes adoran hacer listas eternas: Do it! Llenan de post-it note el monitor de su PC.
¿Hay lugar para lo no planificado? De ninguna manera porque se cruzaría al oscuro mundo del caos y la imprevisibilidad.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando estamos a la espera de algo inusual o del cumplimiento de un anhelo del corazón? Transcurren los días escurriéndose como agua entre nuestras manos y los años se tornan elásticos y nos decimos a nosotros mismos… “ya vendrá”. El punto es cuán responsable somos de la demora. Cuánto de bloqueo puede forjarse en nuestra mente al no soltar o dar espacio a lo imprevisible.
No somos robots pero nos esmeramos en serlo. Claro, no lo cuestionamos… al sistema. Un sistema de producción que signó roles, expectativas, logros a alcanzar con deadline específicos. Y allí estamos, estupefactos. Produciendo para lo invisible. ¿Inmaterial? En la psiquis si… pero en términos productivos no. La sociedad de consumo nos atraviesa de manera constante. Consumimos ya no por necesidades genuinas sino más bien ficticias… Si no compraste algo durante el Black Friday estás fuera del mapa de la sociedad de consumo. En palabras de García Canclini el consumo cultural es definido como “el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica”.
¡Cuán difícil es para el hombre creer en lo invisible! Autores materiales y responsables de nuestras acciones. Libre albedrío se llama. ¿Y si existe algo más?
Muchas veces no todo tiene una explicación racional. Aunque nos esforcemos en buscarla no la hay. Es que la vida es un suspiro… “El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno” (Salmo 103:15-16). Somos simplemente barro pero la terquedad humana hace que nos jactemos de todo. ¿Por qué afanarse? ¿En qué nos ayuda elucubrar acerca del destino?
Si tuviéramos al menos la humildad de reconocer que somos parte de un gran plan especial que excede nuestra mente finita, la vida nos sonreiría de otra manera.
“Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!”Isaías 55:8-9 (NVI)
Así son los planes que Dios tiene para nuestras vidas. Confiar en EL es un camino de ida. No hay retorno y es toda una aventura. La agenda humana siempre está pero es la humildad la que nos invita a decir: “Aquí está mi planificación para hoy. Te pido que me sorprendas y muevas lo que tengas que mover”
La jungla de la calle nos espera. Una nueva jornada nos sonríe. Es diferente porque Dios ha preparado toda una vida para cumplir SU PROPOSITO en ti y NO TE SOLTARA hasta que lo hayas alcanzado.
Las pruebas de seguro aparecerán pero son parte de un proceso. Ese proceso que nuestro Creador hace en cada uno de nosotros para alcanzar la medida de la madurez en carácter y en FE. Recuerda: Lo que Dios comienza no lo puede detener el hombre.
Buenos Aires, 3 de diciembre de 2017
Por Gretel Ledo
Twitter: @GretelLedo
www.gretel-ledo.com
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