América, Política

Cayeron las murallas en el debate Clinton vs Trump

La ventaja de la candidata demócrata sobre su rival republicano encontró en un abanico de temas la diferencia sustancial.


Difamar livianamente a una persona da cuenta de la ausencia de capacidad para transmitir un mensaje propio. La descalificación es utilizada como artimaña que claramente pretende esconder la solidez de argumentos personales a la hora de bregar por la persuasión discursiva.

Donald Trump logró auto derrumbarse. Como “mujer repugnante” calificó a Hillary Clinton durante el debate presidencial pasado. El trabajo tan meticuloso orquestado
durante los encuentros anteriores finalmente no despuntaron el brillo esperado.

La ventaja de la candidata demócrata sobre su rival republicano encontró en un abanico de temas la diferencia sustancial. La conveniencia del voto latino, la tenencia de armas, al inmigración y la amenaza con expulsar a los indocumentados han sido algunos de los puntos que dividieron las aguas en el debate Clinton versus Trump.

Puede considerarse torpe la declaración de Donald Trump respecto a no reconocer el resultado electoral. Implica lisa y llanamente un desapego mayúsculo a las instituciones de la república. Un mandatario que no es capaz de respetar los resultados de una elección, lejos está de ser considerado digno de semejante investidura presidencial.

“Sólo el de conducta intachable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; que no calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino” (Salmo 15:2-3)

Faltar a la verdad es un error humano. Expresar de manera anticipada la voluntad y firme decisión de no apegarse a los resultados de los comicios es un horror. Implica una subestimación a todo el pueblo con una fuerte impronta dictatorial. Se trata simplemente de una burla grotesca a las instituciones.

Trump desnudó su ser almático y el estado prisionizante de su mente detonando en meras expresiones que siempre estuvieron allí, sólo que recién ahora se cristalizaron a través del discurso. La mendicidad espiritual con la que opera da cuenta de su incapacidad para estar al frente de un gobierno. Sumado a los niveles de agresividad y descalificación continua hacia su rival.

¿Qué espera el ciudadano americano? Soluciones frente a problemáticas y demandas concretas traducidas en inputs para el sistema político. Si los outputs están definidos a partir de la descalificación y agresión verborrágica sin duda se asiste al fariseísmo político. Esa táctica falló y cavó la propia tumba política de Donald Trump.

La política debería ser el arte del beneficio al prójimo. Aquella ciencia que nace para encauzar problemas buscando soluciones coherentes y concretas. El horizonte de justicia, verdad, honestidad, servicio lo marca la brújula del compromiso con la cosa pública.

En un navío con muchos capitanes es probable que se pierda el rumbo. Aún siendo un capitán, cuando los gigantes interiores libran distintas batallas el barco jamás llegará a destino. Si el líder tiene puesta su mirada en la descalificación, el odio hacia los latinos, los inmigrantes que aún viven ilegales residiendo en territorio americano y el desprecio por las instituciones, entonces claro está puede provocarse el amotinamiento de toda una tripulación.

Las vendas de los ojos caen cuando la verdad hace libre a una ciudadanía que ya se percató de quién es realmente cada uno de los candidatos.

Gretel Ledo
Analista Política Internacional. Magister en Relaciones Internacionales Europa –América Latina (Università di Bologna). Abogada, Politóloga y Socióloga (UBA)

// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR

// EN PORTADA

// LO MÁS LEÍDO

// MÁS DEL AUTOR/A

Menú