África, Política

Previsible realidad egipcia

Los egipcios han superado al segundo aniversario de la caída del ex presidente Hosni Mubarak con muy poco para celebrar. El país está profundamente dividido y enfrenta una grave crisis económica que castiga especialmente a los que menos tienen

El nuevo gobierno, encabezado por los islamistas, prometió resolver rápidamente y de forma equitativa los problemas políticos y sociales, pero afronta grandes desafíos financieros. La Hermandad Musulmana, el grupo político conservador que triunfó en las elecciones presidenciales de 2012, siempre ha hecho énfasis en la justicia y la equidad. Sin embargo el movimiento tiene un pobre historial en materia de respeto por los derechos políticos y humanos.
Hace más de dos años fuimos testigos de un levantamiento que dio lugar a un cambio del poder político en el país, pero es evidente que no hemos tenido una revolución genuina. No siempre una revolución logra imponer en la práctica todos y cada uno de sus ideales, pero el único cambio que hemos visto en Egipto fue pasar del Partido Nacional Democrático -del derrocado Hosni Mubarak- a la Hermandad Musulmana. El escenario que muestra el Egipto actual no va más allá de un cambio de personas y de dogma político-religioso. Se ha pasado del secularismo de Mubarak a la teocracia de Mursi. Para millones de egipcios, ello no ha sido más que mudar de tirano para continuar la tiranía.
El gobierno procura evitar las confrontaciones con sectores insatisfechos y desplazados en las calles del Cairo, al mismo tiempo, promete mano dura contra aquellos que confronten a la Hermandad y al presidente Mursi. Claramente el gobierno de Mursi tomó prestada la antigua táctica del régimen de Mubarak de usar los medios de comunicación públicos para calumniar a los movimientos opositores e intimidar a sus líderes, al tiempo que los reprime con las fuerzas de choque de su policía.
La Hermandad Musulmana ve las actuales movilizaciones como un elemento que socava la economía y el gobierno. Pero en vez de atender las demandas de los ciudadanos, intenta volcar a la opinión pública contra estos usando a la prensa para presentarlos como traidores y mafiosos. Con ello, lo que el nuevo poder político egipcio está mostrando, no es más que su propia debilidad e inoperancia en la resolución de los problemas del país, donde todo indica que la mala situación actual puede tornarse más compleja y critica aun, tal y como es usual en el mundo árabe, donde lo malo, siempre puede ponerse peor. 

 

*George Chaya es consultor experto en Oriente Medio en relaciones internacionales, seguridad y prevención del terrorismo. Es autor de "La Yihad Global, el terrorismo del siglo XXI" y varios libros de pensamiento.
 

// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR

// EN PORTADA

// LO MÁS LEÍDO

// MÁS DEL AUTOR/A

Menú