En una conferencia, el 2 de noviembre de 1982, el ilustre filósofo Karl Popper– quien consideraba al libro, tanto como a las bibliotecas, los objetos físicos más importantes del conjunto de la civilización humana, dio una conferencia sobre los libros y las ideas. Voy a tratar de comentarla, con algunos agregados de mi parte, para que puedan gozarla, como lo hago yo, siempre que vuelvo a ella.
Se refirió a un proceso que comenzó en Grecia con el encuentro de las culturas griega y oriental, a partir de condiciones históricas particulares, así como de fusiones culturales específicas, decantadas a lo largo del siglo VI y V antes de Cristo, dos mil años antes que Johannes Gutemberg, hacia 1450, ideara la imprenta.
Homero, y casi todas las grandes ideas, surgieron en las colonias griegas orientales, de allí pasaron a Occidente por obra de los refugiados que huían de los persas, como fue el caso del filósofo y matemático griego Pitágoras, también de los filósofos Jenofonte y Anaxagoras, entre tantos otros.
Fue en la época de Pericles, que el mundo griego tomo conciencia de la idea de libertad, luego de haberla tenido que defender durante tantos años. Del 460 al 429, antes de Cristo, guió la política ateniense hacia la grandeza de Grecia, tal es así, que se denomina a ese período de esplendor, con su nombre: sabios, artistas, filósofos, pintores y escultores forjaron la grandeza de Atenas y de Grecia en general. El embellecimiento de la ciudad no tuvo parangón, basta pensar en el Partenón. Se vivió una verdadera democracia, Pericles era de origen aristocrático e ideas democráticas: “todos los atenienses somos iguales…y en las elecciones de los cargos públicos no anteponemos las razones de clase al merito personal, ni excluimos a nadie por su pobreza, si puede prestar un servicio a la República” En el proceso de formación histórica, en la Grecia de Pericles, como ya en la era cristiana en Inglaterra y EEUU, donde el vector de la democracia siguió una línea de perfeccionamiento y ajuste ininterrumpido, la democracia paso de restringida a ser, crecientemente, más amplia, al punto de darse la participación total, donde ningún sector está excluido de actuar en política, de ser voz en las expresiones de la opinión pública.
Karl Popper lanza la idea, en la conferencia a la que me refiero,” El libro y las Ideas”, de que el milagro ateniense, tan bien ilustrado por el siglo de Pericles, e inclusive el origen de la civilización europea, pueden explicarse, en gran parte, por la invención del libro escrito, de la publicación de libros, y del mercado del libro. Si bien existían con anterioridad, no solo formas de escritura y algo parecido a un libro, especialmente en Oriente, el material sobre cera o arcilla, no era muy cómodo. Preexistían, también, inscripciones religiosas y se registraban hazañas de grandes reyes, pero la cultura específicamente europea, afirma Popper, apareció en forma de libro, con las obras de Homero, autor de los principales poemas épicos griegos: La Ilíada y La Odisea. No fue hasta el 500 antes de Cristo, que se recopilaron sus versos por escrito, se hicieron muchas copias, por esclavos alfabetos, sobre papiro importado de Egipto, luego, salieron a la venta pública.
La primera publicación de un libro fue por iniciativa del tirano Pisistrato, gobernante de Atenas, quien tuvo como afición la publicación de libros, además de apoyar a los artistas y poetas, hacer comenzar las representaciones teatrales y ordenar construir los templos de Atenea y de Zeus. Entre otras cosas importantes, logró una considerable mejora económica preparando el camino hacia la democracia. Una vez que el pueblo se sintió seguro económicamente, comenzó a pedir libertades políticas.
Las obras de Homero, se convirtieron en el primer libro europeo de texto, todo el mundo lo leía, aprendieron a leer y a escribir, prepararon discursos y cartas, con su aparición surgió, también, el primer mercado europeo del libro. Significó un gran cambio: el libro impreso estableció nuevos valores y normas en toda la Europa occidental.
La circulación de ejemplares comenzó entre personas particulares, con el tiempo se formaron bibliotecas privadas, nació la comercialización del libro y las obras fueron siendo dirigidas al lector individual. Fue así, como los atenienses se lanzaban ansiosos a comprar, en 466 antes de Cristo, la primera obra científica “Sobre la naturaleza” de Anaxágoras, quien, como Galileo, estuvo en peligro de perder su vida al ser acusado de impiedad. Galileo se salvó de la muerte por su amistad con alguien poderoso, el Papa, Anaxagoras, por la suya, con Pericles. No fue ejecutado sino desterrado de Atenas, por sugerir que el sol era una masa de hierro candente, la luna era una roca que reflejaba la luz del sol y procedía de la Tierra. Invitado por Temístocles, también desterrado, a Lampsaco, una colonia de Mileto, murió tiempo después, pero su obra sobrevivió durante 1000 años, se leía todavía en el 529 después de Cristo. El libro- consistía en rollos de papiro manuscritos- se convirtió, gracias al juicio que soportó, en bestseller local y además de tema de conversación en Atenas, el primer libro escrito con intención de publicarse.
Por Platón, sabemos, que solo los analfabetos no conocían la obra de Anaxagoras- el primer extranjero que se estableció en Atenas- se podía conseguir por una dracma, o menos, en el mercado del libro. Treinta y siete años después de su libro, se publicó la obra histórica de Herodoto, primer historiador griego, autor de Las Guerras Medicas. Se vendían otros libros en el mercado, por ejemplo, los de Tucidides, quien describía en ocho libros los 21 años de la guerra del Peloponeso – ya explicaba los acontecimientos sin intervención de factores sobrenaturales – también, la obra de Isócrates y la colosal de Platón. Nos cuenta Popper que fue él quien primero se dio cuenta de la influencia que tenía el libro y de su potencial significado político, ello le animó a sugerir que había que desterrar a todos los poetas y en especial a Homero, al cual admiraba.
Como bien lo describe Popper en “La sociedad abierta y sus enemigos” Platón fue enemigo de la democracia, creía en una tendencia general hacia la corrupción que se debía contener en el campo político. La idea del Estado perfecto se hallaba, para él, libre del mal que significaba el cambio y la descomposición que éste traía. Pensaba también, que el bien individual era secundario y los intereses particulares podían ser postergados, voluntariamente o no, en pos de un interés superior. Popper veía, en el pensamiento de Platón, como bien lo explica en su obra, el peligro totalitario.
Si bien no es ilimitado el grado de cambio que puede soportar una sociedad y las tradiciones son el sustento esencial y también la salud mental de quienes la conforman, hoy sabemos que, no por ello, el cambio deja de ser indispensable para instrumentar medidas, no necesariamente conscientes o deliberadas, a fin de permitir adaptar a la sociedad y a los individuos, a las incesantes modificaciones de la naturaleza y a los conflictos sociales e históricos que depara la vida.
La idea central que expresa Popper en dicha conferencia, es que al disponer Pisistrato de la venta pública en Atenas, desencadenó una revolución cultural de importancia comparable a la iniciada por Gutenberg dos mil años después. Observa, que el contenido intelectual objetivo que se encuentra en un libro, es lo que le da valor. No es, como generalmente se cree, la expresión de un pensamiento subjetivo, de lo que ocurre en la cabeza del autor, sino el producto objetivo de la mente humana, el resultado de un duro esfuerzo mental que consiste en una y otra vez, rechazar o mejorar lo que se acaba de escribir. Cuando esto sucede – explica- se da una especie de feedback entre los procesos intelectuales subjetivos, la actividad mental, y el contenido intelectual objetivo.
El autor crea la obra escrita, pero también aprende mucho de su propia obra, de sus intentos por formular sus ideas, en especial de sus errores y, sobretodo, puede aprender de la obra de otros autores. Afirma, que la mejor manera de criticarse y mejorar los pensamientos, es cuando se plasman por escrito para su publicación, con el objeto de que puedan ser comprendidos por otra persona.
El libro, alega, pertenece al mundo del lenguaje, al mundo de la escritura, de los libros, del contenido objetivo de nuestros pensamientos, nos recuerda que, por primera vez en la historia de la evolución de la vida, en nuestro maravilloso planeta, la invención del lenguaje hizo posible la existencia de contenidos intelectuales objetivos, al permitirnos objetivizarlos, nos hizo posible su crítica y la crítica de nosotros mismos. Si bien, el paso siguiente fue la escritura, el más importante, para él, fue la invención del libro y la competencia critica entre ellos.
Voy a finalizar la nota, con la pregunta que se hizo el gran filósofo a sí mismo y con su respuesta, tomada de otra conferencia, pero que viene al caso: ¿Qué fue lo que creó nuestra civilización en Atenas? ¿Qué hizo que Atenas inventara el arte, la literatura, la tragedia, la filosofía, la ciencia y la democracia, todo ello en un breve período de tiempo de menos de 100 años? Se responde, el Sócrates del siglo XX, que en gran parte se debe al choque cultural: “cuando entran en contacto dos o más culturas diferentes, las personas constatan que sus formas y costumbres, que de antiguo se daban por supuestas, no son “naturales”, no son las únicas posibles, ni están decretadas por los dioses, ni forman parte de la naturaleza humana. Hallan que su cultura es obra de los hombres y de su historia. Se abre así el mundo de posibilidades nuevas: se abren las ventanas y entra aire nuevo. Esta es una suerte de ley sociológica y es mucho lo que explica. Sin duda alguna desempeñó un importante papel en la historia de Grecia.”
Elena Valero Narváez
Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia.
Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias. Morales y Políticas
Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas)
Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006)