Se repiten las mismas maniobras del expresidente Mobutu para que Joseph Kabila permanezca en el poder.
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Domingo, 15 de septiembre 2024
Se repiten las mismas maniobras del expresidente Mobutu para que Joseph Kabila permanezca en el poder.
En noviembre de este año deberían celebrarse elecciones en la R.D. del Congo para elegir al sucesor del presidente Joseph Kabila. Este ocupa el poder desde el asesinato de su padre J.D. Kabila en 2001, y –tras un periodo de transición– fue elegido presidente en elecciones multipartidistas en 2006 y reelegido en 2011. Pero Kabila se empeña en organizar un “diálogo nacional” que le serviría para gobernar el país en un tercer mandato.
Se repiten así las maniobras del anterior presidente Mobutu. Al término de su último mandato de siete años en 1991, después de 25 años de régimen dictatorial, en vez de convocar elecciones para elegir a su sucesor, Mobutu se dedicó a fomentar crisis políticas. Esta estrategia le proporcionó pretextos para reprimir a las fuerzas contestatarias; y para embarcar a la clase política en interminables negociaciones que le permitía ofrecer puestos a los candidatos. Y, de paso, mantenerse ilegalmente en el poder hasta 1997, cuando fue depuesto por J.D. Kabila.
Ahora Joseph Kabila, al que la Constitución no le permite un tercer mandato, parece seguir la misma trayectoria que Mobutu. La justificación que invoca para el “Diálogo” es evitar que el país caiga en el caos.
Así, se habla de un “desplazamiento de mandato”, es decir, de prolongar su mandato más allá del plazo constitucional por no haber podido completar todos sus proyectos para el desarrollo del país, lo que haría necesaria una transición. Pero sin duda hay mucho que completar, ya que la R.D. del Congo ocupa el puesto 176 entre los 188 países en el Índice de Desarrollo Humano de 2015 del PNUD.
Entonces, ¿por qué eternizarse en el poder si no se sabe promover un proyecto colectivo de desarrollo? ¿Por qué un “diálogo” al final del mandato en vez de convocar elecciones? ¿Por qué el hombre político africano y en particular el congoleño no quiere abandonar el poder? ¿Y para qué sirve el poder en África? Ningún político africano dice querer seguir en el poder por ambición personal, sino porque estima que, sin él, el diluvio. ¡Y la voluntad popular es que él siga en el poder!
Si los “Panama Papers” conciernen en Europa a individuos que no quieren pagar impuestos en su país, en África afectan a miembros de las familias de presidentes que saquean las riquezas del Estado. Pero esto no explica siempre por qué quieren perpetuarse en el poder. Quizá la respuesta esté en los muertos que hay en sus armarios, y al temor a acabar en prisión. De ahí la necesidad de diálogos para tratar de corromper a algunos políticos y poder obtener una transición que dará a Kabila la ocasión de volver a postularse como presidente, al no haber terminado su último mandato. Se gana así tiempo para hacer saltar el cerrojo constitucional de la limitación de mandatos.
Después de las elecciones de 2011, calificadas de caóticas y fraudulentas por la mayoría de los observadores, un sector de la clase política –incluido el partido de oposición UDPS– había reclamado el diálogo para señalizar el camino hacia el buen gobierno. Pero el poder encarnado por el presidente reelegido, Joseph Kabila, consideraba que “los perros ladran pero el gobierno dirige”. Sin embargo, dos años después, en 2013, para calmar las inquietudes, el gobierno se puso de acuerdo con parte de la oposición –sin la participación de UDPS–. Esta concertación dio lugar a un cambio de gobierno dirigido por el primer ministro Matata, pero sin responder a las cuestiones políticas fundamentales.
Tras la tentativa fallida de modificar la Constitución y la ley electoral en 2015, el presidente Kabila no piensa más que en organizar un “diálogo” inclusivo antes de las elecciones presidenciales y legislativas previstas para noviembre de este año. Pero en la R.D. del Congo, se sabe cuándo un diálogo comienza, pero nunca cuándo termina. Su primera consecuencia sería que Joseph Kabila no habría terminado su segundo mandato; con lo cual podría ser candidato a la próxima elección presidencial sin haber modificado la Constitución sobre el número de mandatos del presidente.
Este análisis es compartido por cualquier observador, aunque el poder pretende que se piense lo contrario, con ayuda de algunos políticos no elegidos por el pueblo. Incluso la UDPS cree en ello, aunque luego denunciará el fraude. Cada uno tiene su plan oculto: para unos, es un medio de eludir la Constitución; para otros, una manera de acceder al poder sin pasar por las urnas. Y a nadie le preocupa la miseria del pueblo, ya que el objetivo del poder en África es permanecer en él cuanto más tiempo mejor.
Omar Bongo, expresidente de Gabón, declaraba en su época que no iba a organizar elecciones para que las ganara un opositor. Y que en África uno sale del poder expulsado o en camilla.
El poder en África depende de las armas, dicen la mayor parte de los africanistas. En estas condiciones, habrá siempre muertos cuya desaparición no será nunca esclarecida. El caso de Blaise Compaoré, expresidente de Burkina Faso durante 25 años, es ilustrativo. Para no dar cuentas a la justicia sobre la muerte de Thomas Sankara, acaba de obtener la nacionalidad de Costa de Marfil. En R.D. del Congo, el asesinato en 2012 de ocho pasajeros de un taxi por el hijo de un ministro de Kabila puede explicar por qué este político se ha convertido en un halcón del régimen.
El poder en África, y en el Congo en particular, se considera un bien privado, y su objetivo último es enriquecerse y ahogar toda oposición. De ahí la creación de diversos mecanismos de privatización del poder. El último escándalo de desviación de fondos es el del Fondo de Promoción Industrial, en cuya lista de beneficiarios de ayudas públicas figuran mujeres y hombres del poder, y no industriales dedicados a la promoción de empresas para dar trabajo a los congoleños.
En este contexto, el diálogo se justifica por la necesidad de futuras elecciones pacíficas, aunque nadie sabe cuándo serán. Cada presidente estima que sin él, el país no tiene porvenir. Pero el porvenir de la R.D. Congo está encerrado dentro del círculo estrecho de “Países pobres muy endeudados”. Así que esta es la política en el Congo: se para un momento, se discute, regresan los mismos y se vuelve a partir de cero.
Philémon Muamba Mumbunda
Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas
Universidad Católica del Congo
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