Política

Rechazo en los medios españoles a la reforma del estatuto catalán

En el ámbito internacional, International Herald Tribune resalta que el debate del Estatuto Catalán “es un quebradero de cabeza para Zapatero”, a quien la oposición acusa de “promover la balcanización de España”. En el plano interno, editoriales u artículos de opinión han manifestado su rechazo a lo que consideran una maniobra del separatismo catalán para enfrentar a Madrid.

La prensa española e internacional expresa su asombro ante lo que ocurre en Cataluña
La Vanguardia de Cataluña titula en portada “Nuevo intento de Maragall y Mas para aprobar mañana el Estatut”, “ERC vota con PSC e ICV acotar los derechos históricos”. En su editorial, titulado “Depende de CiU” se afirma que “no es seguro que un Estatut con casi trescientos artículos sea el mejor formato para una carta de autogobierno. Algunos preceptos incluidos en el proyecto que mañana se somete a votación deberían haber sido objeto de un debate más abierto y menos supeditado a la estricta dinámica partidaria”. “CiU tiene ante sí una gran responsabilidad, quizá superior a la que debería afrontar si continuase en el gobierno catalán. De su voto depende que, por tercera vez en la historia, Cataluña eleve a las Cortes un sólido proyecto de autogobierno. Un proyecto que si bien adolece de defectos, contiene sustanciales elementos de mejora de la autonomía catalana y de clarificación conceptual del panorama español”, señala el editorial, que concluye que CiU “debe tener muy en cuenta su tradición (principal fuerza constructora de la autonomía) y su patriotismo político”.

El diario El Mundo titula “Ceuta y Melilla culpan a Marruecos y piden que haya expulsiones automáticas”, “El Parlament apoya que Cataluña es una ´nación´ en ´una nación de naciones´”. El diario La Razón dice: “El tripartito y CiU dan el primer paso y votan que Cataluña es una nación”, “La España más seca de la historia”.

Justo Serna en el Periodista Digital ha escrito: “Es curioso: el preámbulo habla de nación catalana, habla de España como nación de naciones, cosa de difícil comprensión, lo admito, aunque no más que cualquier credo sobre la identidad colectiva. Pero en cambio habla de nacionalidades y regiones: como si las ´otras´ naciones de la nación de naciones no pudieran designarse como tales. Una incongruencia. También he visto confusiones verdaderamente llamativas que un estudiante universitario aventajado no cometería: se habla, por ejemplo, de derechos nacionales de Cataluña y de derechos sociales de los catalanes, olvidando el legislador que antes que esa panoplia están los derechos civiles y políticos, justamente lo primero que se hurta a la ciudadanía en circunstancias como las que se detallan con gran intrepidez histórica en el preámbulo”.

En la misma línea Luis Ignacio Parada escribe en el ABC: “En el juego que están practicando los políticos catalanes a cuenta de la reforma del Estatuto se ventila algo más que los millones de dólares que, según Michael Lewis, apostaban los yuppies de Wall Street hace unos años jugando al póquer del mentiroso. Ayer aprobaron el artículo que define a Cataluña como una nación. Hoy y mañana tendrán que votar el modelo de financiación, las competencias, el poder judicial, la relación con el Estado. Están haciendo un ejercicio de simulación para conseguir dos tercios de los votos del Parlamento. Si lo consiguen habrá que llamar a los científicos del Instituto Salk, que inventaron en 1999 un programa informático capaz de detectar las mentiras con un 96 por ciento de precisión. O a aquellos investigadores de la Universidad de Pensilvania que construyeron hace tres años un escáner que revela, mediante resonancia magnética, la zona del cerebro cuya actividad se incrementa al mentir. Se están jugando nuestro dinero”.

Isabel Ruiz-Gallardón, en La Gaceta de los Negocios, destaca que “gran parte de los ciudadanos percibe la construcción independentista como artificial y contraria a la convivencia. Enarbolando la bandera autonómica han aparecido grupos cerrados, políticos, sociales y económicos, que se han encaramado en el poder y lo usan en beneficio propio, a menudo al margen o contra la ley. El poder judicial no ha conseguido erradicar los abusos y los ciudadanos han optado por vivir a espaldas de las estructuras políticas, perdiendo todo interés en la cosa pública, con lo que se agrava el déficit democrático que padecemos”.

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