La situación que se vive en Argentina indica que no nos queda margen para experimentos o aventuras que sostengan un sistema como el actual, que hace agua por donde se lo mire y que se burla de las expectativas de quienes desean progresar, instaurando privilegios irritantes, abusos y mentiras. El cambio que ya se está insinuando en las ideas de varios de nuestros representantes, dependerá de que, quienes las acepten, se den la mano, dejen atrás pequeñeces y egos para otra ocasión, y trabajen juntos por el país.
Hay mucho para acordar, comenzando por una acción rápida en el Congreso, que desmantele la maraña legislativa que nos oprime, derogando leyes anticonstitucionales, y estando atentos para que las nuevas no tengan un contenido estatista. Aunque se tenga capacidad de reacción no se podrá salir adelante si nuestros representantes no se ponen de acuerdo, en el hacia donde ir y en el cómo, comprometiéndose a colaborar juntos, en la medida que la naturaleza de los proyectos lo permitan. Con la aplicación integral de la Constitución alberdiana se podrá terminar con este sistema decadente, podremos aspirar a un destino mejor.
Los liberales se encuentran en estado de superioridad en cuanto a las ideas, no aceptarán una sociedad cerrada, donde se prive de la libertad, pero solos, no podrán derrotar a las fuerzas que se basan en la noción de reparto, en el nacionalismo y la corrupción más abyecta, que quitan la fuerza moral necesaria para oponerse a políticos ebrios de poder, a una sociedad mantenida por el miedo y dirigida por el odio.
No se puede confiar solo en nuestra suerte, deben tener voz quienes defiendan los valores permanentes de la libertad, en lo político, económico y social, dejar atrás el espejismo de un futuro planificado, el exitismo colectivista y populista, defender, de una vez por todas, al hombre, su individualidad, dejando atrás a un Estado que lo encarcela, que no se ha detenido en quitarle poder.
Es una necesidad impostergable que todas las fuerzas de centro trabajen en lo que los une: el respeto a la libertad y a los derechos individuales y se lancen a la aventura de recuperar para el país su prosperidad pasada, dejando de lado la política-ficción que propone el Gobierno. Sus afirmaciones, sin fundamento, que anuncian un futuro comunitario, son el preanuncio del advenimiento de una dictadura. Solo pueden ofrecer una Argentina como la de hoy, sin brillo, que se disuelve poco a poco por ideas locas, provocando un viciado sistema impositivo, leyes laborales obstructivas, controles de precios y salarios, debilitamiento de la actividad privada y de los mercados, manteniendo personas improductivas, con planes sociales que promueven hombres inútiles. Quieren privarnos de pensar y elegir, solo nos pueden dar excesos, abusos, y autoritarismo; la incertidumbre, la angustia que sienten los argentinos no puede tener por precio despojarnos de la libertad. Es imperativo evitar que el kirchnerismo llegue, mediante sus manejos turbios, otra vez al poder, todos los sectores anti populistas deben batallar tanto el Congreso como en todos los ámbitos de la República y proponer, para el 2023, a un presidente que no descrea de la política, que la mejore, se afirme en la democracia y en las ideas liberales. La oposición, no debe claudicar, tiene una tarea muy importante: poner a salvo nuestras libertades, la democracia, nuestra forma de vida, nos debe una lucha política tenaz e inclaudicable, la actual situación les ha demostrado que en política al que se duerme, lo madrugan.
El Gobierno actúa, poco menos que a tientas, navega a la deriva. Las fuerzas republicanas tienen que superar las fronteras estrechas de su internismo para hacer frente, con energía y clara autoridad doctrinaria, a la crisis, solo una oposición coherente y entusiasta, podrá ser eficaz en mejorar la economía, sentarse a la misma mesa con los empresarios y discutir la manera de aumentar la competencia y la productividad, de elaborar nuevas tecnologías, de crear nuevas fuentes de trabajo. Hay que hacer entender a la gente que no se puede distribuir lo que no existe, que hacerlo genera más costos e inflación, que el reglamentarismo, los planes, la impotencia judicial, la centralización, desalientan el trabajo y la creatividad, generan falsas necesidades de trabajo improductivo y cierran la participación ciudadana en las decisiones y en la ejecución de las transformaciones. Las empresas estatales, siempre deficitarias, como lo es hoy Aerolíneas, son alimentadas por el dinero público, son parte de una política basada en el ahorro forzado de todos los argentinos.
Sergio Massa creó, cuando asumió, alguna expectativa, pero ya mostró la hilacha, sigue una terapéutica para aplacar el mal inflacionario con formulas erróneas y perniciosas, tomando medidas dispersas, sin poder anticipar la evolución y desenlace de la crisis. Seguirá provocando desaliento a la inversión y limites a la producción., cree que todo se soluciona con voluntarismo político, enfrenta, con medicina inadecuada a la economía. ¿Qué harán si el proceso se sale de cauce? No es cuestión de reemplazar un ministro por otro, la solución es liberar la economía, de seguir así, la crisis se hará más profunda y como estamos viendo en estos días, con consecuencias imprevisibles. Por eso mismo, un sólido acuerdo entre las fuerzas centro liberales, que sea una real alternativa de poder en el 2023, es imprescindible, ofrecer una buena y atractiva opción a la sociedad, que prometa terminar con la demagogia. El liberalismo promovió maravillas en el mundo entero, tanto en educación como en cultura, y la economía de mercado produjo bienestar y mejores oportunidades para todos, dejó el camino del atraso, la pobreza, y la servidumbre. ¿Por qué no intentar abrirle las puertas?
El poder legislativo y el judicial tienen que asegurar el sistema de derechos y garantías que supone la democracia, sin ello, los argentinos seremos avasallados sin salvación, unirse en pos de objetivos comunes que ayuden a mejorar, cumplir con el deber, hacer honor a las responsabilidades que asumen. Hay una tarea de todos, la de reponer valores que se han perdido en la cultura política argentina, producto de regímenes corruptos, si no lo hacemos, será imposible alcanzar soluciones a los problemas de inflación, endeudamiento, inestabilidad política, descreimiento del sistema representativo, se continuara , en cambio, con el uso y abuso demagógico que deja atrás a la persona como ser autónomo, los gobiernos seguirán vulnerando los derechos ajenos. El centro debe tomar como bandera y punto de partida de la carrera que hay que jugar, a la Justica y a la Libertad, hay que volver a vivir de acuerdo a la tradición liberal de nuestro país.
Para los kirchneristas y seguidores, el fin justifica los medios, fomentan la violencia, sin entender que una vez que se le da alas es incontenible y cae sobre todos, sin mirar a quien. Se la estuvo incentivando en estos últimos días, ya vimos las consecuencias, ni ellos se salvan, es un espiral que necesita ampliar el poder para controlarla, lo concentra en detrimento de la libertad individual, no entienden que las leyes permiten el derecho de rebelión para recuperarla. Alguien responsable debe alertarlos de la situación que están creando, para que distiendan el ambiente social, en vez de incentivar el odio. Las declaraciones en contra de la prensa y los políticos opositores, lleva en sí un propósito, terminar con toda autonomìa. Cuando se persigue a la prensa y se debilita la libertad política, el camino no es otro que el autoritarismo, que precisa de una prensa ciega y sorda y de partidos políticos raquíticos para intentar su propósito: controlar a toda la sociedad. La democracia necesita, ante todo, la estabilidad del orden jurídico, garantía permanente del comportamiento social, lo demás, de lo que algo expresamos en esta nota, viene por añadidura.
Elena Valero Narváez
Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia.
Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias. Morales y Políticas
Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas)
Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006)