Política

Vieja Europa, vieja estafa

Temas como la aprobación de la Constitución Europea o la apertura de negociaciones con Turquía nos están haciendo desviar la mirada.

editorial
El crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en los países de la zona euro
en el tercer trimestre de 2004 fue “ligeramente inferior a lo previsto”, con un
0,3%, frente al 0,5 de los tres meses anteriores, aunque se mantiene la
previsión del 2% para el conjunto del año.

Según publica hoy nuestro
periódico, respecto al último trimestre del año, el análisis anuncia un
crecimiento “apagado”, marcado por un descenso de la confianza entre los
empresarios. Esa falta de confianza se explica por las últimas desacertadas
decisiones de Bruselas de no respetar las normas presupuestarias incluidas en el
Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) impulsadas por el eje París – Berlín
para aprobar su descalabro fiscal.

Debido a la falta de rigor
presupuestario, el despilfarro en el gasto público y el progresivo aumento de
algunos impuestos, los empresarios europeos han manifestado su preocupación por
una economía estancada e incapaz de crear empleo y competir en mercados
globales.

Existe la sensación de que Europa ha olvidado sus prioridades.
Si se pretende que la economía europea sea la más dinámica del planeta está
claro que estamos yendo por el camino equivocado. Hoy la burocracia de la UE
prioriza lo político por encima de lo económico justificando la intervención del
Estado como garante del empleo y el crecimiento, mientras que la realidad
insiste con responderle con cifras y datos estadísticos contundentes que así no
va a llegar muy lejos.

Temas como la aprobación de la Constitución
Europea o la apertura de negociaciones con Turquía nos están haciendo desviar la
mirada, olvidando que una economía de mercado se enmarca en severos principios
jurídicos y realmente aplicados, y no “flexibilizando” las normas, es decir,
obviarlas cuando a las dos potencias económicas de la región les conviene
hacerlo.

Lo peor del caso es que si uno escucha a algún burócrata
europeo le dirá que los males económicos europeos derivan de la ausencia de una
regularización más constrictora aún, demandando como ahora hacen con los países
del Este mayores impuestos y aumentos del gasto. De está manera, Europa se está
convirtiendo en una vieja estafa que sólo puede ser juzgada por sus promesas y no
por cómo las cumple.

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