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Argentina: La imprescindible unidad del Centro

Las fuerzas de Centro deben trabajar juntas,  unidas en el Gobierno que se viene. El país está a punto de estallar, pero tiene capacidad de reacción,  además de fuerzas de reserva. La tarea de sacarle los problemas de encima, debe ser conjunta. Tendrán  que  desmantelar,  de la noche a la mañana, toda la maraña legislativa y reglamentaria,  contraria a nuestra Constitución,   implementada por administraciones,  no solo kirchneristas,  desde hace décadas.

Una confederación nacional de centro,  debe ser una posibilidad en el futuro,  capaz de ofrecer una alternativa al fracaso del dirigismo, el cual,  nos ha conducido a este descomunal desorden. Debe ser el reaseguro de la democracia, la existencia de una buena opción,   a la que pueda acudir la ciudadanía en una situación de emergencia nacional.

Se necesita una asociación verdadera, eficaz, presente en los hechos y no en las meras especulaciones, que postule dirigentes políticos honestos y  capaces,  defensores de la libertad y la propiedad, sostenedores del  imperio de la ley y que sientan a nuestro país como parte de la comunidad de países occidentales.  Se deben afirmar los valores eternos  de la persona humana, no son otros que los  sintetizados en nuestro tesoro: la Constitución alberdiana.

El buen nombre internacional de la República Argentina tiene que recuperarse:   ha sido empañado por una dirigencia incapaz y  trastornada. La relación con  otros países de América Latina debe realizarse de conformidad con los principios de libertad y de respeto a los derechos humanos que son parte de la democracia, valores inalterables de Occidente al cual pertenece por origen, tradición,  y esencia,  la República Argentina.

El principio de no intervención,   se convirtió  en falta de responsabilidad: se mira hacia otro lado mientras mueren,  en otros países,  gente sojuzgada por dictadores.  Si el Gobierno que viene es liberal debe hacer tomar conciencia a los países de  América Latina  del efecto que sobre sus economías tiene la inflación y el ensanchamiento del Estado en el gasto público. Tiene que participar con los países que  deseen reducir el proteccionismo creciente, contribuir a desterrar las políticas intervencionistas con que tratan de controlar, artificialmente,  la inflación y llevan al totalitarismo.

La sociedad actual no puede aceptar mas experimentos ni aventuras,   dadas las confusiones aun reinantes, prácticamente a pocos meses de los comicios. Todavía hay candidatos de partidos mayoritarios que sostienen las ideas fracasadas de las últimas décadas,  con las cuales,  en vez de mejorar nuestra situación, la pueden empeorar.

Las posibilidades de cambio dependerán del apoyo que se tenga de la ciudadanía. Tienen los partidos de centro cosas en común,  por ejemplo la política exterior para mantener al país dentro de del ámbito de países occidentales y el respeto  por  la libertad y los derechos individuales. Les falta comprometerse a actuar en el Congreso  de forma cualitativa, el país está ante una alternativa distinta que no se debe desaprovechar: la unidad cuando los `problemas se ven distintos es imposible, no puede haberla si se quiere el actual sistema  que está destruyendo al país. Lo importante es hacer un pacto de no apartarse de la Constitución nacional, ella debe ser la estrella fija, le corresponde al poder judicial hacerla respetar.

En Argentina,  existe una distancia enorme entre las ideas liberales  y la vigencia de un sistema de libre mercado,  habría que achicar esa distancia, la democracia es el sistema que mejor ayuda a cubrirla. No debe haber desencuentro entre filosofía liberal y práctica;  los valores éticos de occidente fueron la  fuente del bienestar que alcanzó en tantas partes del mundo la economía liberal y  los que construyeron nuestro país,  uno de los más adelantados a principio del siglo XX, se convirtió un desierto en uno de los países avanzados del mundo. Hace años se lo comparaba con los más pujantes de la Tierra,  hoy con los menos desarrollados.

Las medidas tienen que ser drásticas,  combatir la inflación y poner en orden  las variables económicas, si el próximo gobierno lo hace marcará un rumbo,  en caso de que no lo haga, no solo se perderá en el desorden actual,  lo aumentará. Todo dependerá de la sensatez que demuestren los futuros gobernantes: si desisten,  de una vez por todas,  de  formulas autoritarias, hibridas,  e inflacionarias,  en la política y en la economía. República, libertad, competencia,  y eficiencia,  están asociadas a  la economía  de mercado.

La defensa de la libertad requiere más que voluntad y pasión por ella, requiere análisis, pensamiento político y estrategia. Los políticos deben comprender al mundo y  abrir caminos a quienes desean mejorarlo. Es  primordial que llegue a la presidencia el más destacado para el cargo y al Congreso  los de más gravitación política. Todos tendrán que tendrán que cooperar para  erradicar el hambre. La gente que hace todos los días el sacrificio de trabajar debe ser respetada y combatida la indigencia y la pobreza. Conviene volver a su lugar a los sindicatos, los derechos de los trabajadores deben ser defendidos y no conculcados por los líderes sindicales,   cuyo poder se ha acrecentado por el manejo de millonarios recursos;   los aumentos masivos que pretenden se diluyen con la inflación. Es urgente destruir el corporativismo sindical y también modificar el sistema previsional para que los funcionarios dejen de despilfarrar el dinero de otros,  en su afán de  mantenerse en el poder.

Argentina es uno de los países más importantes en exportaciones de carne y cereales, es imprescindible que se puedan exportar los bienes  que dispone  y consigue con mayor eficiencia. El campo es perfectamente capaz,  y lo ha demostrado,   de integrar su capacidad a la producción industrial; Nuestro país, a nivel de producción agropecuaria,  es una potencia mundial,  debemos ir hacia un país integrado, terminar con la oposición entre agro e industria;  hablar de país agropecuario es hablar más de tradición,  que de realidades.

La crisis no puede seguir prolongándose,  se debe exigir suprimir el déficit fiscal, abrir la economía,  eliminar al Estado como comerciante e industrial  y  garantizar el funcionamiento del  mecanismo  de los precios y de la competencia. La sangría de impuestos, contribuciones, tasas, tarifas, depósitos y ahorro forzoso que sufre el sector privado para mantener el gigantesco aparato improductivo del Estado y sus empresas, conviene erradicarse.  No se debe ser tibio en el tema de la reforma del Estado,  corresponde privatizar sus empresas,  las cuales nos conducen,  siempre,  al atraso tecnológico,  a la mala provisión de bienes y servicios,  y a la acumulación de pérdidas que pagamos todos los argentinos.

Es preciso denunciar la permanente ambigüedad del pensamiento de pseudo-liberales, que navegan entre el estatismo y el liberalismo,  antes de las Paso  nos deben una definición política.  La responsabilidad histórica de las fuerzas de centro es restaurar los principios liberales y combatir con argumentos a quienes ven en la expansión del Estado, la riqueza nacional,  mostrarles  la irresponsabilidad creciente del manejo del gasto público. La juventud que hoy parece haber despertado a estas ideas no debe olvidar,  que el liberalismo que hoy abrazan, atiende a la libertad de elegir el propio destino pero rechaza la intolerancia porque reconoce que la vida del hombre,  transcurre entre el ensayo y el error.

En cuanto a las consultas populares,   a las cuales,   últimamente  se hace referencia,  se le oponen el liberalismo y el constitucionalismo democrático. El régimen de consultas populares  desconoce  la responsabilidad de los magistrados, quienes deben cumplir con su deber y hacer honor a  las responsabilidades que asumen. No se debe  hacer prevalecer a multitudes improvisadas,  por sobre los poderes legislativo y judicial: sus atribuciones constituyen requisitos mínimos,  que  el estado de derecho instituyó,   para asegurar el sistema de derechos y garantías que supone la democracia.

Sí,  es prioritario,  darle importancia a la educación,  base de cualquier proyecto de progreso del país,  es la base de la cultura,   en última instancia,   de la calidad de vida y,   condición necesaria  para que la acción de Gobierno no caiga en manos de demagogos.

Ojalá, en la próxima contienda electoral, los argentinos elijamos la coherencia, la responsabilidad, la defensa de nuestros principios republicanos,   para que pueda llegar al Gobierno la honestidad política. Que éste sea una voz de esperanza en medio de tantas frustraciones y que se pueda, con la ayuda del Congreso,  construir una valla,  sin  rendiciones,  contra el avance del populismo,  el estatismo,  y la demagogia.

Elena Valero Narváez. Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía  de la Academia de Ciencias. Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).

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