Política

Bolivia puede ser la próxima Venezuela

Los siguientes en turno, somos nosotros, los bolivianos.
“Los siguientes en turno, somos nosotros, los bolivianos.
Carlos Marx vaticinó que sería en los países industrializados donde empezaría el proceso dialéctico que terminaría en la dictadura del proletariado. Error. Los países industrializados resolvieron el problema social mediante la infalible receta del desarrollo económico”.

Fernando Londoño Hoyos
La lucha de clases habría de empezar en pueblos empobrecidos, en los que una
vasta clientela de los que nada tenían para perder se asociaba al partido único,
hijo dilecto de un golpe armado que se establecería en el poder y lo ejercería
mientras lograba la destrucción de las superestructuras que tanto estorbaban la
llegada del paraíso comunista.

La ignorancia y la miseria han sido la
condición sine qua non de todos los totalitarismos socialistas, que después se
las arreglan para perpetuarse. Así pasó en Cuba y así está pasando en Venezuela,
donde el camarada, coronel, comandante y paracaidista Presidente se alzó con
todo el poder, previa la bendición que del fraude electoral le hicieran Carter y
Gaviria, cuyos nombres maldecirán varias generaciones de venezolanos.

Ya
declaró Chávez su tránsito final al socialismo, desde luego el del siglo XXI,
puesto que todos los demás ya tuvieron tiempo de fracasar, y desde luego que muy
“autóctono”, como conviene a la prédica del pintoresco caudillo. Y eso supone,
cómo no, exportar la revolución a los vecinos, que la generosidad ha sido
siempre la virtud característica de los comunistas. Tantas cosas buenas no son
para dejar en casa. Por eso, el comunismo es una cruzada con muchos infieles
para someter, en cuyo número nos contamos los primeros. Pero como las cosas
andan por aquí un tanto complicadas, valía la pena ensayar en Bolivia. Y en
Bolivia la revolución está en marcha.

No hay la menor duda de que es
Bolivia geopolíticamente estratégica para implantar una segunda gran aventura
comunista en América del Sur. Ya lo había entendido Fidel Castro, después de
fracasar en Colombia y mucho antes de descubrir que contaría, en la frialdad de
su otoño, con un tan sorpresivo compañero de ruta como Hugo Chávez. Ese fue el
sentido de la expedición del Che Guevara, mucho más insensata, militarmente
hablando, que el propósito final que la alentaba. Pero hoy las uvas están
maduras. Las mismas masas ignaras y miserables, de millones de indígenas que
apenas hablan español y para quienes el mundo moderno es tan lejano como
improbable.

La misma coca de hace años, cuando se producían centenares
de toneladas que la mafia colombiana traía para los cristalizaderos y la
posterior exportación a los Estados Unidos. Una democracia arrinconada, porque
renunció al uso de la fuerza para sostenerse, que ese fue el precio que pagó el
presidente Mesa para suceder a Sánchez de Losada. Finalmente, el hombre preciso
para una revolución de este linaje. Evo Morales lo tiene todo. Es astuto,
ignorante, irresponsable, capaz de cualquier locura y manso corifeo de Castro,
de Chávez y de los demás compañeros de viaje en esa arca de la nueva alianza que
es el Foro de Sao Paulo.

Ya Bolivia es ingobernable. Los indígenas,
cocaleros y comunistas se tomaron impunemente la carretera económicamente
neurálgica y se saben capaces de repetir la hazaña cuando les venga en gana. La
mayoría nacional -en todos los países comunistas hay una mayoría sacrificada y
un Kerensky que la traiciona- no sabe qué hacer y algunas voces se levantan para
exigir el ejercicio de la autoridad. Pero cuando la autoridad deja de ejercerse
a tiempo, solo la salva la fuerza tardía, que es una guerra civil.

Por
ahí aparece en el horizonte un tal Samuel Doria Medina, que sería hombre para
librarla. ¿Pero a qué precio? Será entonces cuando entre en la escena la
numerosa clientela de los arreglos humanitarios, acaso con Rodríguez Zapatero a
la cabeza de la Unión Europea, y Bolivia quedará lista. Sin derramamiento de
sangre, Evo Morales, el hombre de la coca, será el dueño del poder, en
mancomunidad con Chávez y con Castro. El viejo sueño está a punto de cumplirse.
Y en la lista seguimos los colombianos. Nadie lo dude.

Fuente:
El Tiempo – Colombia

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