La Dra. Ester Tallah, de Camerún, es testigo de la grave discriminación que sufre la mujer en su país. De hecho, nos puede dejar boquiabiertos al contar historias como la de un padre que pactó con otro hombre entregarle su hija nada más nacer… a cambio de una cerveza.
La reconocida pediatra, que dirige en su país la Coalición contra la Malaria, tiene, además de una preocupación por los temas de salud, un particular desvelo por otro déficit: el de la educación de las niñas, una prioridad en un contexto en que la mujer tiene muy difícil poder dejar huella en el desarrollo de la sociedad. Por ello, por su intensa labor en este aspecto, la ONG Harambee le ha concedido su Premio a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana.
“El mayor obstáculo de las mujeres en África es la pobreza –explica a Aceprensa, tras un encuentro con los medios en el Centro Internacional de Prensa, en Madrid–. En un ambiente de enfermedad, de muerte, de enorme sufrimiento, la mujer es la que lleva la carga de la familia, la que tiene que alimentarla, la que tiene que hacerlo todo. Y otro problema es la tradición, pues en cuanto se casa, pasa a pertenecer al marido; se convierte en patrimonio de la familia del marido”.
Todo conspira contra ellas: desde las propias estructuras sociales hasta los modos en que se gestiona la economía del país. Pone como ejemplo los programas de ajuste estructural del FMI y el Banco Mundial, que han implicado recortes en educación. Si hay que apretarse el cinturón y dejar a alguien sin estudios, pues primero a las chicas.
“Los programas de ajuste dejaron en la calle a muchos empleados públicos; por tanto, muchas personas que pudieron haber accedido a la educación no pudieron hacerlo. Aunque la educación es gratis, hay muchos costes (en tiza, en manuales, papeles, etc.) que el gobierno no sufraga. Eso tendría que pagarlo el colegio, y cuando se pide más dinero a los padres, pues no pueden asumirlo. Pregunté [a las autoridades] por esa contradicción entre el desarrollo del país y la falta de educación para los niños, y no me dieron una respuesta satisfactoria”.
“Todo esto ha tenido un impacto muy negativo”, refiere, pues “el poco dinero que tiene la familia, no se invierte en las mujeres, sino en los hijos varones”.
Un colegio para niñas pobres
Precisamente el monto del premio y lo acopiado por la campaña de fundraising organizada por Harambee serán destinados a promover un colegio dedicado exclusivamente a niñas pobres, que contará con el apoyo de la Asociación EFEDI (École, Famille, Éducation Integrale), una iniciativa creada por ella. Para seguir adelante se necesitan manos amigas, pues se precisa formar a 6 profesores en España, crear becas de estudio para chicas, becas de comedor, de transporte, y la propia edificación del centro.
“Ya hemos empezado con un preescolar, en unas instalaciones provisionales –explica a los periodistas–. Estamos buscando fondos para construir un colegio. No queremos una choza. Queremos un colegio digno y bien construido, del que las alumnas se sientan orgullosas. Aunque sean pobres, también ellas tienen derecho a estudiar en un colegio con buenas instalaciones”.
¿Alguna ayuda del gobierno en este sentido?, inquiero. “Tenemos el apoyo del Ministerio de Educación, pero no financieramente. Normalmente, el gobierno colabora con las iniciativas educacionales privadas, pero en los años recientes no lo ha hecho, por las dificultades económicas”.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística de Camerún, citadas por la Dra. Tallah, solo el 58% de las niñas de ese país se inscriben en la escuela primaria, y apenas el 37% termina la formación básica. En 2015, de los 1,7 millones de menores de edad que no estaban integrados en el sistema escolar, 1,3 millones eran niñas.
Muertes por malaria: una gota cada dos minutos
“De diez niños que mueren en Camerún, cuatro son casos de malaria –apuntó la Dra. Tallah en conversación con los periodistas en Madrid–. El informe mundial sobre malaria, de 2015, señala que las muertes se han reducido a la mitad. Antes se decía que un niño moría por esa causa cada 30 segundos, luego, que 45, 60, y ahora, cada dos minutos. Ha mejorado, pero sigue siendo mucho”.
“Creo –añade– que el del ébola fue un asunto muy sensacionalista. Se le dio mucho espacio en los medios, y por ello tuvo más atención, con la consecuencia de que se recabaran más fondos para combatir la enfermedad. No entro a juzgarlo, porque no es mi campo de actuación, pero insisto que la malaria es mucho más mortal que el ébola, el zika, la tuberculosis y el VIH juntos. Lo que pasa es que como la mayoría de las muertes son de niños, pueden llamar menos la atención. Pero los niños son el futuro del país”.
Sobre la posibilidad de una vacuna contra la enfermedad, la Dra. Tallah informaba en días pasados a El Mundo que la conocida farmacéutica Glaxo ya ha desarrollado una: “Tiene una que protege al 50% de la población y que aún no ha salido; creo que lo hará este año. Que proteja solo al 50% de la población no es óptimo , pero es mejor que nada. La vacuna será especialmente necesaria cuando logremos erradicar la malaria, porque la gente ya no estará protegida naturalmente contra ella. También es muy importante que todos los países en los que la malaria es endémica se muevan al mismo paso. Si no es así, los que se queden atrás reinfectarán a los otros. Recuerde que en los años 50 la malaria era bastante común en Europa, y ahora está erradicada. Se puede acabar con ella”.
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