La Cámara Baja del Congreso acaba de votar una declaración que sostiene que China está cometiendo un “genocidio” contra su minoría “uighur”. Por 266 votos a 0.

El Primer Ministro, Justice Trudeau, y sus colaboradores inmediatos se abstuvieron. Es el segundo país, después de los EEUU, que adopta esa muy dura actitud, que naturalmente destiñe con fuerza la imagen de China en la comunidad internacional.
 
La decisión incluyó asimismo un pedido expreso al Comité Olímpico Internacional para que los Juegos Olímpicos de invierno de 2022 no se realicen en Beijing, como forma pública de repudio al genocidio denunciado.
 
La reacción de China ante lo sucedido era bien previsible: denunció a la declaración emanada del Congreso canadiense como una inaceptable “intromisión canadiense en los asuntos internos de su país”.
 
Mientras tanto, lo cierto es que más de un millón de ciudadanos chinos que pertenecen a la minoría “uighur” están detenidos (encerrados) en “campos de reeducación”, con trabajos forzados, donde el gobierno chino procura “re-educarlos”, esto es “lavarles el cerebro”. Y así dañar -y desteñir- su propia identidad, ciertamente distinta de la de los chinos que, en cambio, son -muy mayoritariamente- pertenecientes a la étnica “han”.
 
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.