Durante el debate que esta cuestión concitó intervinieron José Mujica y Julio María Sanguinetti.

La utilización de los llamados “piquetes” ha crecido exponencialmente en nuestro propio país. Es una práctica social sádica, que consiste en dañar a terceros inocentes interrumpiendo el tráfico normal en un centro urbano como forma de publicitar un reclamo. No importa si esos terceros tienen o no urgencias, si están enfermos o en situaciones complejas. Tampoco si están, o no, vinculados con el reclamo de otros. Igual se los hace víctimas de la mencionada práctica social sádica. Esto es claramente así del lado argentino del Río de la Plata.

Uruguay, en cambio, acaba de prohibir expresamente los piquetes. Lo que cabe aplaudir. Argentina no pudo nunca hacerlo, por el “costo político” que esa prohibición supondría. En mi opinión, lo de Uruguay es acertado. El pequeño país rioplatense es un ejemplo para toda la región. Durante el debate que esta cuestión concitó intervinieron dos hombres excepcionales. Uno de izquierda y otro del centro. José Mujica, un expresidente con 87 años a cuesta, y Julio María Sanguinetti, otro expresidente, con 86 años sobre sus hombros. Ambos han dedicado su vida a la política y, pese al paso del tiempo, lo siguen haciendo, con toda dignidad.

Una vez más, Uruguay da el ejemplo y Argentina se mantiene “al costado”. Dos formas diferentes de actuar en democracia. Una de ellas, transparente y la otra, en cambio, envuelta en distintos tonos de gris. Mediocre, entonces.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.