China está hoy empeñada en tratar de hacer olvidar al resto del mundo que ella ha sido el origen de la dura pandemia del Coronavirus-19. Probablemente, como consecuencia de una elemental falta de higiene en sus mercados alimenticios.
Pero no ha logrado, en modo alguno, disimular la verdad de lo acaecido; porque, de cara al resto del mundo, esa era simplemente una labor imposible.
Lo cierto es que la terrible pandemia del Coronavirus-19 sigue golpeándola. Fuertemente.Por ejemplo, la conocida ciudad de Xian, muy visitada por los turistas de todo el mundo, porque es el lugar en el que China exhibe sus famosos “guerreros de terracota”, ha estado en una estricta “cuarentena”. Esencialmente cerrada. Con unos trece millones de personas sin poder siquiera salir de sus casas. Virtualmente presos, entonces.
Esto lleva ya algo más de dos semanas. Cada dos días se autorizó a un miembro de cada familia a salir a hacer compras de alimentos y otras vituallas. Rigurosamente vigilado.
El gobierno está, además, distribuyendo alimentos: gratis. En los comercios, todo escasea. Y se cortaron, tanto el transporte público, como los vuelos aéreos que conectan a la ciudad de Xian con otros rincones de la inmensa China y, más aún, con el resto del mundo.
Aislamiento forzado y riguroso, queda visto. Sin excepciones.
Beijing es, recordemos, la próxima sede, Dios mediante, de los Juegos Olímpicos de Inverno. Evento deportivo bien importante, que Beijing definitivamente no se quiso perder, por ningún motivo. Y lo ha logrado.
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
