ETA es la única responsable de la violencia, pero negociar con ella la ha fortalecido.

Editorial
Nuestra redacción se solidariza con el Partido Socialista de Euskadi y la Ertzaintza, porque han sido las víctimas inocentes de ETA. Siempre hemos estado del lado de las víctimas, porque son la expresión más nítida de la lucha por la libertad en nuestro país, y hoy no podía ser una excepción.

El terror se multiplica cuando los asesinatos se producen en barrios humildes, como es el caso de La Peña, y acaba hiriendo a las mismas fuerzas de seguridad que garantizan la normalidad en las vidas de los ciudadanos. Por ello, no es casualidad que hayan atentado contra la Casa del Pueblo del Partido Socialista: así han querido amenazar no a los líderes sino a todos los que votaron a la formación elegida por la mayoría de los españoles.

Pero la tragedia no debe dejar que olvidemos que ETA ha atentado porque se ha sentido frustrada ante el incumplimiento de las negociaciones que había establecido con el Ejecutivo de Zapatero. Que el presidente no cediera es una buena noticia, pero no lo es tanto que se comprometiera a hacer concesiones políticas a los criminales. ETA ha puesto una bomba porque no sabe hacer otra cosa que causar el mayor daño, pero no debemos olvidar que la categoría que Zapatero le dio en las negociaciones le ha hecho recobrar el impulso.

Esperamos que ahora, con la enésima confirmación de que no piensan dejar las armas, el Parlamento retire la autorización que le dio al Gobierno para llegar a acuerdos con la banda terrorista. Es igualmente necesario que la Fiscalía acelere la ilegalización de ANV, que no sólo representa a ETA sino que le da acceso a las direcciones de los concejales y al dinero del mismo Estado al que acaba de atacar.