El muy respetado máximo tribunal judicial de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, dictó -el 29 de septiembre pasado- una sentencia de enorme importancia para los llamados “saharauis”; esto es, para la compacta población originaria del Sahara Occidental que reclama insistentemente soberanía sobre ese territorio, hoy ocupado, por la fuerza (esto es, ilegalmente) por la vecina Marruecos.

Esa decisión anula específicamente los acuerdos comerciales suscriptos por la Unión Europea y Marruecos referidos a los bienes y productos del agro y a la pesca en el Sahara Occidental. Ellos cesarán ahora de tener vigor en el plazo de dos meses, contado desde el dictado de la decisión referida.

Para Rabat, lo sucedido es una derrota dura, que luce absolutamente inocultable.

Este acontecimiento se suma a la reciente -y ciertamente preocupante- ruptura de relaciones diplomáticas entre Argelia (que apoya decididamente al “Frente Polisario”) y el siempre proclive a la expansión territorial Reino de Marruecos y abre una muy esperada nueva etapa en la ya larga disputa de soberanía sobre el Sahara Occidental.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.