Política

EEUU y Latinoamérica: una agenda vista desde la seguridad (III)

“La agenda de los Estados Unidos con Colombia es una de las mas dinámicas
en la región, como quedo demostrado con la solicitud del Departamento de
Estado al Congreso de EEUU de recursos por U$ 734,5 millones para el
sostenimiento de la Iniciativa Andina contra el narcotráfico en el año fiscal 2006.”

Seguridad
Ésta solicitud del Departamento de Estado significa un aumento del 16% en la
asistencia para la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. De manera
complementaria a los temas asociados con el conflicto en Colombia, el gobierno
estadounidense y el gobierno colombiano negocian un Tratado de Libre Comercio,
que reemplazaría los beneficios arancelarios temporales -ATPAotorgados como
retribución por la lucha contra el narcotráfico. En esta negociación fueron
involucrados Ecuador y Perú.

La estabilidad democrática de Ecuador y
Perú, es un tema de alta preocupación para EEUU, por lo que podría significar su
colapso para la seguridad de la región. Aunque la inestabilidad democrática en
estos países no signifique una presión muy grande en el tema migratorio para los
Estados Unidos, el esfuerzo por controlar la amenaza del narcotráfico y el
terrorismo en Colombia podría verse afectado.

En el caso ecuatoriano, el
país ha vivido siete cambios irregulares de gobierno en los últimos 9 años, con
los cuales la institucionalidad se ha visto seriamente deteriorada y el
descontento social aumenta progresivamente. El último hecho grave ocurrido allí,
tiene que ver con la declaración de abandono del cargo del presidente Gutiérrez,
por parte del Congreso ecuatoriano, y el nombramiento del Vicepresidente Alfredo
Palacio como nuevo Presidente, bajo las dudas de una posible violación a la
Carta Democrática Interamericana.

La cooperación del gobierno del Ecuador
en los asuntos de seguridad prioritarios para los EEUU en la región es clave. El
Comando Sur de los Estados Unidos mantiene una base de operaciones avanzadas en
el puerto de Manta, de gran significado estratégico en la recolección de
información para la lucha contra el narcotráfico. Adicionalmente, si bien el
Ecuador no es un productor significativo de narcóticos, si se ha convertido en
un puerto de embarque importante de estos y en una de las principales plazas
para el lavado de activos generados por el narcotráfico, dada su economía
dolarizada.

Por su parte Perú, que hace 10 años era el principal
productor de hoja de coca – materia prima para la producción de cocaína- en
Suramérica, también enfrenta una situación política preocupante, debido a la
continua crisis institucional y económica que ha tenido que enfrentar el
gobierno del presidente Toledo. Durante el primer mandato del presidente Bush,
el gobierno estadounidense actuó en defensa del orden democrático en Perú,
alterado por el gobierno de Alberto Fujimori que pretendía perpetuarse en el
poder.

Sin embargo, el punto más importante de la agenda con Perú sigue
siendo la lucha contra el narcotráfico. Durante el gobierno de Fujimori los
cultivos de coca en el Perú fueron disminuidos a su mínimo histórico, con la
cooperación del Gobierno de los Estados Unidos. A partir de la elección del
presidente Toledo esos mínimos se habían sostenido, hasta el último año en el
cual los proyectos de desarrollo alternativo empezaron a ser reemplazados de
nuevo por cultivos de coca, aumentando en un 14% las hectáreas cultivadas según
información gubernamental. Adicionalmente, Perú y EEUU están en proceso de
reanudar un programa conjunto de interdicción aérea.

Ecuatorianos y
peruanos también se han beneficiado de recursos de cooperación para
fortalecimiento institucional, desarrollo alternativo y derechos humanos
principalmente, aunque estos programas no tengan un peso muy significativo en la
agenda.

Aunque informaciones de prensa dan cuenta del aumento de los
cultivos en Perú y Bolivia, del flujo de hojas de coca y de pasta base hacia
Bolivia para su procesamiento y del tráfico de drogas procesadas desde estos
países, así como la aparición de laboratorios de procesamiento en los parques
naturales de Bolivia y en la frontera de Ecuador con Colombia, el Departamento
de Estado solicitó una disminución de los recursos para la lucha contra el
narcotráfico en Ecuador, Bolivia y Perú de un 16%. Esta medida fue recibida
negativamente por los gobiernos de los tres países quienes expresaron su
preocupación por el futuro de los programas de lucha contra el narcotráfico en
sus países y de la efectividad de sus políticas al respecto.

Según los
funcionarios del gobierno estadounidense, ésta decisión se justifica por la
efectividad del plan de erradicación en Colombia y la inexistencia del efecto
globo en los cultivos de coca en Bolivia y Perú, es decir que no ha ocurrido una
migración de los cultivos erradicados en Colombia hacia estos países.

La
atención estadounidense sobre Bolivia ha aumentado en la medida que se
profundiza la crisis institucional y la fragilidad democrática en ese país.
Además del narcotráfico, tema que ha liderado la agenda durante por lo menos los
últimos 20 años, los interese energéticos y el sostenimiento de la democracia
sobresalen en la agenda bilateral.

En lo referente al narcotráfico la
relación bilateral gira en torno al apoyo a las fuerzas de seguridad encargadas
de la lucha contra el narcotráfico y a los programas de sustitución de cultivos
y desarrollo alternativo, que pretenden disminuir permanentemente los cultivos
excedentarios de hoja de coca.

No obstante, el Departamento de Estado
disminuyó los recursos de cooperación para este año, lo que el gobierno
boliviano no ha dudado en calificar como muy preocupante para el futuro de la
campaña antinarcóticos en su país.

En cuanto al sostenimiento de la
institucionalidad democrática, el gobierno estadounidense ha mostrado especial
atención a la situación después de la renuncia del presidente Sánchez de Losada
en 2003, brindando su apoyo su sucesor el presidente Mesa, el cual continuamente
se ve amenazado por los graves problemas de gobernabilidad en el interior del
país, los deseos autonómicos de algunas regiones y las presiones ejercidas por
el Movimiento al Socialismo, en cabeza del líder cocalero Evo Morales.


Para el Gobierno de Bush, Morales representa un factor clave de
inestabilidad, en la medida que asocia su eventual acceso al poder como un
factor contrario a una exitosa política antidrogas y al sostenimiento de los
estándares democráticos en Bolivia. No en vano, el ex comandante del Comando Sur
de los Estados Unidos, lo relacionó públicamente con el presidente venezolano
Hugo Chávez, a quien el gobierno estadounidense considera un mandatario con una
idea de democracia soportada en bajos estándares de libertad y respeto de los
derechos humanos.

En cuanto al tema energético, hasta la dimisión de
Sánchez de Losada, el gobierno de Bush había negociado la venta de gas licuado a
través del puerto chileno de Arica, para abastecer el mercado energético de
California. Sin embargo, la renuncia del presidente y la aprobación del
referendo del gas, con el cual se busca la nacionalización de los negocios de
hidrocarburos y el privilegio del consumo interno sobre la exportación, echó
atrás la negociación. El punto energético en la agenda podría considerarse como
congelado.

Por último queda ocuparse del Cono Sur. La agenda con Chile es
de las más serenas en el hemisferio. Su relación esta liderada por el tema
comercial, las ventas militares y la política internacional. En cuanto al tema
comercial los dos países comparten un recién firmado acuerdo de libre comercio y
en el tema de ventas militares, el gobierno de Bush autorizó la venta de
aproximadamente 10 aviones caza F-16, para la modernización de la Fuerza Aérea
Chilena. En cuanto a la política internacional, el gobierno del Presidente Lagos
no apoyó la intervención estadounidense en Irak, lo que causó la negativa del
apoyo estadounidense a la candidatura del ex ministro del Interior chileno, José
Miguel Insulza, para la Secretaría General de la OEA. En este tema también es
importante el reconocimiento de los EEUU al apoyo que ha brindado el gobierno
chileno con el envió de tropas para la conformación de la fuerza de
estabilización en Haití -MINUSTAH-.

En el caso argentino, el gobierno de
Bush durante su primer periodo, dedicó su trabajo en la agenda bilateral con
Argentina al apoyo irrestricto al Estado argentino, que se veía en peligro tras
el fallido mandato del presidente De La Rua. La agenda estadounidense se
concentró en el apoyo ante los organismos financieros internacionales, frente a
los cuales el gobierno argentino debía incumplir sus compromisos financieros,
con el fin de mantener la unidad del Estado y la institucionalidad,
prácticamente colapsada.

La llegada del gobierno del presidente Kirchner
a la presidencia, marcó la reactivación económica del país y la construcción de
una relación diferente a la impuesta por el presidente Menem, que definía a la
Argentina como un aliado incondicional de los Estados Unidos.

Con el
inició del segundo mandato, la agenda se ha visto enriquecida por nuevos temas
como la lucha contra el narcotráfico, el fortalecimiento de la seguridad
regional, la participación de Argentina en la MINUSTAH, el desarrollo de
tecnología de defensa y la preocupación por la creciente presencia de intereses
chinos en ese país.

Durante la última visita del Secretario de Defensa
estadounidense a Buenos Aires en marzo de 2005, estos puntos fueron reiterados.
En lo concerniente a China, el General Craddock, actual comandante del Comando
Sur expresó que “Los crecientes intereses económicos chinos y su presencia e
influencia en la región no representa una amenaza (para EE.UU.), pero son
componentes claros de una situación que deberíamos reconocer y evaluar
cuidadosamente cuando planteemos nuestros objetivos, nuestras políticas y
nuestro involucramiento en la región”14.

Asimismo, los dos gobiernos
iniciaron una nueva relación en términos de ciencia y tecnología para lo cual
durante la vista de Rumsfeld se realizó una reunión entre miembros del pentágono
y las Fuerzas Militares argentinas sobre el desarrollo de productos y
tecnologías para la defensa y la seguridad.

La visita del Secretario de
Defensa, permitió hacer una evaluación actualizada de lo que el gobierno de Bush
considera importante en sus relaciones con Argentina: la conjunción de dos
pilares de su política exterior, la seguridad y el sostenimiento de la
democracia, como base para el desarrollo económico. Esto quedó demostrado con la
sentencia de Rumsfeld: “La falta de seguridad y de un ambiente pacífico es
contraproducente para la actividad económica”15.

Adicionalmente algunos
funcionarios de la delegación dieron elementos adicionales para la configuración
de la nueva agenda bilateral con el país austral. Al respecto indicaron que “en
el caso de la Argentina, lo más relevante para los Estados Unidos es colaborar
en lo que deseen los funcionarios argentinos en las áreas de seguridad y
desarrollo, que están muy relacionadas entre sí”16 y reconocieron una creciente
preocupación por una relación evidente entre el crimen organizado, el terrorismo
y el narcotráfico en la región.

Aunque esos elementos son de reconocida
importancia para el gobierno de Washington, el trabajo en temas de ciencia y
tecnología, y la disposición del Departamento de Defensa a colaborar con el
gobierno de Kirchner en lo que considere necesario, estaría dilucidando una
nueva estrategia para mejorar el estatus de las relaciones bilaterales con el
gobierno de Washington, apoyada en el efecto que causa la posibilidad de que una
potencia extracontinental, asuma roles protagónicos en el ámbito continental.


Finalmente, Brasil cierra la agenda de los Estados Unidos hacia la
región. Desde la posesión del Presidente Lula como mandatario de Brasil, las
relaciones de este con el gobierno de Bush han sido constructivas, respetuosas y
amigables.

Brasil enfrenta la mayoría de las problemáticas presentes en
la región. El narcotráfico, el tráfico de personas, la violencia urbana, la
corrupción, la infiltración de terroristas internacionales, la presencia
creciente de bandas de crimen organizado transnacional, la pobreza, entre otros,
conforman un peligroso cóctel.

Sin embargo, Brasil es una democracia
estable, con una población superior a los 180 millones de habitantes, un poderío
bélico considerable para la región, desarrollos nucleares pacíficos y una
representatividad internacional importante. Esto lo ha llevado a convertirse en
un líder natural de Suramérica y a aspirar a una silla permanente en el Concejo
de Seguridad de Naciones Unidas.

Esta situación es la que marca la
naturaleza de las relaciones bilaterales entre los dos países, y pone en un
plano secundario la problemática interna para concentrase en los asuntos de
seguridad global. En este sentido, vale la pena recordar como el Secretario de
Estado Powell anunció el apoyo de los EEUU a la aspiración onusiana de Brasil, y
la reciente denominación de éste por parte del Secretaria Rice como el socio
principal de los EEUU en América Latina17.

Para los EEUU, Brasil debe
ser su principal aliado en el mantenimiento de la democracia en el sur del
continente, promoviendo sus ideales y valores; en el impulso del Área de Libre
Comercio de las Américas como su copresidente; en la atención de crisis de
seguridad como la haitiana, remplazándolos mientras se encuentran concentrados
en otras regiones del mundo; y debe asumir un rol de liderazgo regional que
limite los alcances de la aproximación china18 a Suramérica.

La atención
de estos asuntos globales, no significa el descarte de la agenda local, pero la
naturaleza de la relación bilateral permite que la ingerencia del gobierno de
Bush sea menor, limitándose a recomendaciones y el ofrecimiento de ayuda para la
solución de problemas específicos, como sucedió con la verificación de la planta
nuclear de Resende.

Otro punto de la agenda estadounidense hacia esta
subregión es el relacionado con la triple frontera que compromete territorios de
Argentina, Brasil y Paraguay. Este asunto, es uno de los puntos de mayor
preocupación para el gobierno de Bush en cuanto a la guerra mundial contra el
terrorismo concierne.

La triple frontera es un territorio que sufre la
presencia de organizaciones criminales transnacionales, y repetidamente informes
de inteligencia de las agencias estadounidenses señalan la presencia allí de
miembros de las redes internacionales del terrorismo y de células especializadas
en la financiación de dichas redes. Es en este sentido, que se sindica a grupos
pro iraníes asentados en esta región como los responsables del atentado
terrorista contra la Asociación Mutual Israelí de Argentina (AMIA), perpetrado
en 1994 en Buenos Aires.

Fuente: Fundación
Seguridad y Democracia (Colombia)

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