Política

Estados Unidos tal vez merezca críticas pero no de la Comisión Europea

Es posible que el Congreso estadounidense se haya equivocado rechazando el plan de Bush, aunque para saberlo habrá que escuchar las alternativas. Otra cosa son las acusaciones de falta de responsabilidad por parte de la Comisión Europea, una institución que ha tolerado durante años que sus bancos comercien con hipotecas basura. Si los americanos son los únicos culpables de la crisis ¿por qué las entidades europeas no decían lo mismo cuando había que repartir los beneficios?


El plan de rescate de Bush no ha convencido al Congreso por dos motivos que están al alcance de los dirigentes políticos bruselenses: Primero, los americanos no quieren que su dinero sirva para pagar los errores de sus empresas y las fuertes indemnizaciones que los Ejecutivos exigen incluso cuando las envían a la quiebra; y segundo, piensan que comprar los productos tóxicos de todas las entidades no es justo ni para las que gestionaron con diligencia ni, por supuesto, para las que asumieron unos riesgos porque creían que siempre tendrían el colchón de los contribuyentes.

El juicio del ciudadano medio en Estados Unidos puede no tener en cuenta que la quiebra de los bancos produce un efecto multiplicador sobre las empresas que reciben sus préstamos, e incluso puede ignorar que si el Estado no hubiera intervenido en Washington Mutual o Wachovia, millones de personas se habrían quedado sin sus ahorros de toda la vida.

Y es verdad que los congresistas deberían haberles explicado lo que estaba en juego en vez de negarse en redondo por miedo a perder su escaño. Pero es un error que no deja de respetar los valores por los que fueron elegidos, sean que el Estado intervenga lo menos posible o que el dinero de los contribuyentes se gaste en servicios sociales y no en reflotar multinacionales imprudentes. 

La Comisión Europea, que no es un organismo elegido democráticamente al contrario de lo que ocurre con el Congreso americano, dijo ayer a través de su portavoz, Johannes Leitenberger, que rechazar el plan de Bush había sido una irresponsabilidad por parte de los representantes. Por supuesto, no dudó en recordar a los estadounidenses que mientras las autoridades europeas han colaborado estrechamente con ellos durante toda la crisis, el Congreso los dejó el lunes en la estacada.

Leitenberger ha olvidado, seguramente, que el BCE no coordinó sus esfuerzos con la Reserva Federal hasta que la falta de liquidez empezó a perjudicar gravemente a sus bancos y estos tuvieron que provisionar miles de millones de euros para compensar la devaluación de los activos que habían comprado. Esta actitud no fue un ejemplo de altruismo y solidaridad.

Por otro lado, resulta poco ético acusar a Estados Unidos de haber provocado la crisis y echar sobre sus hombros toda la responsabilidad de resolverla. Las entidades europeas comerciaron con los activos tóxicos no porque Washington se lo ordenase, sino porque les atraía su rentabilidad. Las leyes, que impulsó la Comisión Europea,les permitieron hacerlo hasta el límite de su bancarrota.  

Según la edición de ayer del Financial Times, el Banco de España ha conseguido que las entidades financieras que supervisa no tengan relación alguna con la debacle de las subprime gracias a que no aplicó íntegramente la legislación de la Unión Europea. No parece una conclusión muy favorable para la imagen de ejemplaridad que ofrece la Comisión a los representantes estadounidenses.

En definitiva, los estadounidenses pueden o no haber acertado al rechazar el plan de rescate de Bush, pero si quieren salvar su economía de una larga depresión tendrán que buscar una alternativa mejor. Eso sí, son completamente libres de tomar la decisión que mejor consideren para su país y todos debemos respetarla, en particular la Comisión Europea.

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