Economía y Sociedad, Europa

Gervasio Sánchez, premio Save The Children 2012 por su compromiso humanitario

“He visto tanto dolor que llego a una triste conclusión: mi trabajo apenas describe una parte ínfima de este drama como si fuera poco menos que una lágrima en un gran río de silencio, desesperación y dignidad.”

En la Fundación Albéniz.
Gervasio Sánchez. Nacido en Córdoba en agosto de 1959 y residente actualmente en Zaragoza. Fotógrafo y periodista. Reportero de fuertes conflictos bélicos de América Latina y la Guerra del Golfo desde 1984 y, a partir de 1992, de la guerra de Bosnia y todos los conflictos que de la fragmentación de la antigua Yugoslavia se derivaron. Asia y África también han sido terrenos que han captado la cámara y la pluma de este hombre insaciable.

“He visto tanto dolor que llego a una triste conclusión: mi trabajo apenas describe una parte ínfima de este drama como si fuera poco menos que una lágrima en un gran río de silencio, desesperación y dignidad.” Así se ha llegado a referir el galardonado alguna vez a su trabajo, a lo que ha visto. En fin, a lo que ha vivido.

Premio Nacional de Fotografía y Maestro de fotoperiodismo de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), su mirada sobre la realidad de ciertos conflictos bélicos ha llevado a Sánchez a recibir gran cantidad de reconocimientos. El último, el premio de la organización Save the Children 2012, por su compromiso humanitario, dado que considera que el fotógrafo y periodista contribuye a que el mundo trate mejor a los niños y favorezca cambios en sus vidas.

También han recibido ese premio, cuya entrega física se realizó ayer, 19 de semptiembre, la premio Nobel de la Paz 2011, Tawakkul Karman, la activista vietnamita Khim Phuc, el actor Ricardo Darín, y el entrenador Vicente del Bosque. Gervasio Sánchez, que es enviado especial de la UNESCO por la Paz, premio Ortega y Gasset de periodismo, ha publicado, además, varios libros de fotografías.

En su obra, impecable, siempre hay algo que mueve a quien la mira: los rostros serios de quienes sufren la guerra, la sonrisa de un niño mutilado por una mina anti-persona, la conciencia, en la cara de los fotografiados, de que la vida tiene un valor infinito que permanece pese a que las guerras y sus consecuencias más evidentes prediquen lo contrario. 

Siempre mueve a quien va a ver sus obras, pues Sánchez consigue, a través de sus fotografías, despertar a las personas, quienes vuelven a sus casas diferentes de como habían llegado a la exposición o que cierran uno de sus libros con una mirada renovada sobre la realidad.

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