El Mes de la Hispanidad o de la Herencia Hispana (Hispanic Heritage Month) se extiende desde el 15 de septiembre hasta mediados de octubre.
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Sábado, 07 de diciembre 2024
El Mes de la Hispanidad o de la Herencia Hispana (Hispanic Heritage Month) se extiende desde el 15 de septiembre hasta mediados de octubre.
Durante ese tiempo, resaltamos las contribuciones de los hispanos a Estados Unidos.
Muchos reconocen a los numerosos hispanoamericanos que desempeñan papeles de primer nivel en el cine, la música y la política, especialmente a dos de ellos, Marco Rubio y Ted Cruz, que actualmente ocupan destacados puestos. Sin embargo, los hispanos han hecho muchas otras contribuciones, aunque mucho menos conocidas, a la historia de Estados Unidos.
Pocos recuerdan que en 1526 los españoles desembarcaron en el estado de Virginia, no muy lejos de donde resido, 81 años antes de que los ingleses se establecieran en Jamestown. Algunos mapas de la época denominaban a lo que ahora es la parte sur de Virginia como las Carolinas y a Georgia como “Tierra de Ayllón”. Lucas Vázquez de Ayllón fue el controvertido explorador español (o “adelantado”) que dirigió la breve expedición y el posterior asentamiento, acompañado por el padre dominico Antonio de Montesinos (1475-1540). Durante la Navidad del año 1511, Montesinos dio uno de los sermones más memorables de la historia de las Américas, dedicado a exponer las penurias de los nativos y su explotación por parte de algunos españoles. Se cree que Ayllón nació en Toledo, España, en torno al año 1475; murió en Virginia el 18 de octubre de 1526. Las primeras ceremonias cristianas en esta región de Estados Unidos se celebraron bajo sus órdenes. Ayllón y muchos miembros de su expedición murieron en suelo americano. El padre Montesinos volvió a La Española (la isla compartida en la actualidad por la República Dominicana y Haití), falleciendo posteriormente, como mártir, en Venezuela.
Los relatos de los españoles en América tuvieron una tremenda influencia en el desarrollo de las teorías de gobierno y los derechos humanos. La principal estatua erigida ante el edificio de la Naciones Unidas en Nueva York representa a Francisco de Vitoria (c. 1495-1560). Vitoria, un fraile dominico que fundó la llamada “Escuela de Salamanca”, fue un reconocido defensor de los derechos humanos. Aunque nunca puso un pie en las Américas, desarrolló sus ideas reflexionando sobre las primeras décadas de experiencia europea en el continente, incluidos los escritos del padre Montesinos, que pertenecía a su misma orden religiosa.
Vitoria fue también gran defensor del libre comercio, que veía como un derecho humano fundamental. En su opinión, los burócratas de Sevilla tenían que respetar la propiedad y los derechos comerciales de los hispanoamericanos, al igual que éstos tenían que respetar los mismos derechos de los nativos americanos. Vitoria y sus seguidores argumentaban que los derechos humanos, incluido el derecho de propiedad, no dependen de la gracia divina, pues incluso los pecadores tienen derechos. Este pensamiento fue esencial para el orden constitucional americano.
Poco después de Vitoria, Juan de Mariana (1535-1624), un jesuita español, aportó con sus escritos importantes contribuciones en los campos de la ciencia política y la economía. Thomas Jefferson conocía el libro más importante de Mariana, “Historia de España” y le envió una copia a James Madison. Juan de Mariana enseñó más tarde en el Colegio de Roma junto a Francisco Suárez (1548-1617). Ambos desacreditaron la teoría del derecho divino de los reyes y ambos reciben un reconocimiento cada vez mayor por haber influenciado indirectamente la obra de John Locke (1632-1704). Aunque los puntos de vista de Locke ayudaron a crear el Sueño Americano, las primeras constituciones de Estados Unidos, como las Órdenes Fundamentales de Connecticut (1639), se redactaron cuando Locke sólo tenía seis años. El pastor Thomas Hooker (1586-1647), y antes que él Richard Hooker (1554-1600), sostuvo en Estados Unidos puntos de vista similares a los de Suárez, Mariana y otros intelectuales españoles sobre los gobiernos y los derechos.
Basándose en algunos de estos hechos, O. Carlos Stoetzer, profesor ya fallecido de la Universidad Fordham, escribió un extenso documento académico sobre “Las raíces escolásticas de la Constitución de Estados Unidos”. Thomas Jefferson también estudió la historia constitucional española y escribió: “En la Constitución de España, según se propuso en las últimas Cortes, había un principio completamente nuevo para mí… que ninguna persona, nacida a partir de ese día, debería adquirir el derecho a la ciudadanía hasta que pudiera leer y escribir. Resulta imposible apreciar de manera adecuada la sabiduría de dicha disposición”.
Muchos americanos de origen español han recibido merecidos homenajes. Una importante plaza de Washington DC y una estatua están dedicadas a David G. Farragut (1801-1870), de americano de origen hispano. Farragut era hijo de Jordi Farragut (1755-1817), nacido en Menorca, España. David Farragut llegó a ser el primer almirante de Estados Unidos. Es recordado por grandes acciones, incluida su arenga “Al diablo con los torpedos, a toda velocidad” durante la batalla de la Bahía de Mobile, en la que dirigió a Estados Unidos hacia la victoria. Jordi también se merece una estatua. Se unió a la Guerra Revolucionaria Americana y luchó con la infantería continental en varias batallas, además de incorporarse a la Armada de Carolina del Sur como teniente.
Bernardo de Gálvez (1746-1786), gobernador de Luisiana en 1777, ayudó a los rebeldes americanos, no sólo vendiéndoles municiones, sino también dejándoles utilizar su territorio y el puerto de Nueva Orleans para su campaña. Gálvez murió joven en México, pero dejó tras de sí un importante legado: la ciudad de Galveston se llama así en su honor. Otro hispanoamericano, Juan Bautista de Anza (1736-1778), que antes de convertirse en gobernador de Nuevo México realizó un largo viaje desde México hasta lo que hoy es el norte de California, contribuyó con su empeño a establecer los primeros asentamientos europeos en Monterey, San Francisco y San José.
Desde los estados que tienen nombres españoles como Arizona, California, Colorado y la Florida, a las populares flores de Pascua (la poinsetia recibió su nombre por el embajador de Estados Unidos en México que trajo la planta al norte en 1825), pasando por la curiosidad de que el legendario Daniel Boone juró fidelidad al rey de España en 1802, existe una abundante historia que hace que los hispanoamericanos se sientan como en casa en Estados Unidos.
Con el crecimiento de la cifra de residentes en Estados Unidos, ciudadanos y no ciudadanos, de origen hispano, resulta comprensible que algunos politicen la historia y exageren la influencia de los hispanoamericanos en este país. En su reciente libro titulado “Our America” (Nuestro Estados Unidos), el académico de la Universidad de Notre Dame Felipe Fernández-Armesto llega a defender el punto de vista de que Estados Unidos se convierta en el país latinoamericano más dinámico. Creo que eso se ha pasado un poco de la raya. La mayoría de las personas que ayudaron a desarrollar las instituciones fundamentales de Estados Unidos, especialmente los Padres Fundadores, procedían de las migraciones anglosajonas. No obstante, además de conocer su historia, los hispanos harían bien en estudiar qué hizo posible el surgimiento y el mantenimiento de la república, es decir, los principios y valores que los atrajeron hasta esta tierra. Al tiempo que conmemoramos las contribuciones hispanas a Estados Unidos este mes, también debemos preocuparnos por celebrar y proteger a Estados Unidos y cómo tomó forma.
Este artículo está en Libertad.org
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