América, Política

No, Obama: Tus fotos no liberarán a Cuba

“Espero que el futuro presidente de Estados Unidos sea más firme, más prudente…”


Cuando Ernesto “Che” Guevara argumentó que el odio podría ser un buen motivador de sus asesinatos “revolucionarios”, estaba siendo bastante específico: Ningún odio era mejor que el odio hacia Estados Unidos de América. Ver a un presidente de Estados Unidos posando para hacerse fotos delante de una de las imágenes más famosas del Che Guevara, en la Plaza de la Revolución de La Habana, despertó sentimientos de tristeza y consternación, aunque también supone una señal de alerta. A menos que exista una firme reacción contra una interpretación sesgada y procomunista de la historia cubana y latinoamericana, preveo que no pasará mucho tiempo antes de que veamos cómo se erige una estatua del Che Guevara en Washington D.C.

Hay muchas razones por las que criticar la forma en la que Estados Unidos ha manejado sus relaciones con Cuba, especialmente antes de la dictadura de Castro. Pero borrar de la memoria la larga historia de abusos de los derechos humanos en Cuba y su respaldo al terrorismo más allá de sus fronteras puede tener peligrosas consecuencias ahora y en el futuro.

Conozco la historia, pero me niego a que me atrape”, comentó el presidente Obama. Bien. Pongamos entonces nuestra atención en el presente. Hemos visto pocas mejoras, por no decir ninguna, en la situación y los derechos de los cubanos desde el 17 de diciembre de 2014, cuando los gobiernos de Estados Unidos y Cuba anunciaron la decisión de restablecer relaciones diplomáticas. Una vez que se tomó la decisión (tras 18 meses de negociaciones secretas), la reapertura de embajadas y la visita presidencial no eran sorpresa. Pero lo que sí ha sido sorprendente es lo poco que el gobierno de Estados Unidos ha pedido a cambio, no sólo para los ciudadanos de Estados Unidos cuyas propiedades habían sido expropiadas, sino también respecto a los derechos humanos de los cubanos.

La congresista Ileana Ros-Lehtinen comentó recientemente en el hemiciclo de la Cámara que “el presidente afirmó que iría a Cuba sólo si las condiciones fueran las idóneas y los derechos humanos y la libertad del pueblo cubano hubieran mejorado. Eso no ha sucedido en Cuba. De hecho, nada ha cambiado en Cuba”. Enumeró las “más de 2,555 detenciones arbitrarias de manifestantes pacíficos sólo entre enero y febrero de 2016, y los más de 8,000 arrestos sólo el año pasado” y se quejó amargamente de que “el líder del mundo libre ha elegido un momento fotográfico para asegurarse su legado y disfrutar de un partido de béisbol en compañía de un matón y un asesino”. Hasta ahora, los dos únicos grandes cambios en Estados Unidos han sido la medida de la administración para facilitar que los cubanos reciban remesas desde Estados Unidos y la liberalización de los viajes hacia la isla.

La liberalización de los viajes debería ir acompañada de un aviso de “Cuidado viajeros”. Un íntimo amigo mío de Chile, Cristián Larroulet, exjefe de gabinete del presidente Sebastián Piñera (2010-2014), estuvo recientemente de vacaciones con su familia en Cuba. Escribió sobre su experiencia en El Mercurio, el periódico más importante de Chile: “A los pocos días de recorrer las calles y de conversar con la gente, había confirmado el deterioro económico que el socialismo produjo. Se ve en la infraestructura habitacional… en la precariedad de su sistema de transporte público; en la escasez crónica de alimentos”.

Larroulet hizo hincapié en la pérdida de capital humano con la emigración de dos millones de cubanos y un sistema educativo plagado de problemas, con multitud de graduados universitarios trabajando como taxistas. En su artículo, Larroulet también añadió que: “La salud, que el régimen ha tratado de mostrar como un ícono del modelo socialista cubano, tampoco escapó a los efectos de la revolución, como lo prueban los avances del dengue, que se combate con fumigaciones masivas en las calles y casas; la infraestructura hospitalaria, que prácticamente es la misma de los últimos 50 años; y en el retroceso de los indicadores de mortalidad infantil. En 1959 Cuba se ubicaba en el lugar 13 en el ranking mundial; hoy ocupa la posición 34”.

Pero lo más impactante que Larroulet relata en su artículo es la omnipresencia de las tácticas propias de un Estado policial. Después de cinco días en la isla, recibió una citación oficial del poderoso Ministerio del Interior cubano “para resolver su situación migratoria”. Larroulet fue acusado de reunirse con contrarrevolucionarios como Reinaldo Escobar, el esposo de Yoani Sánchez. Escobar dirige el periódico online 14ymedio. Junto con Larroulet, hemos pasado ratos en múltiples ocasiones con Sánchez, valiente bloguera y voz de una cruzada pacífica por la libertad. Si podemos estar con ella en el extranjero, ¿por qué no podemos visitar a su esposo? Todos y cada uno de los pasos que Larroulet dio en la isla estuvieron vigilados.

Varios observadores argumentan que la nueva política cubana de Obama y su viaje son otro ejemplo más de una actitud de “legado o fracaso”, por usar la expresión de Charles Krauthammer: El objetivo es firmar acuerdos que aseguren la presencia del presidente Obama en los libros de historia. Pero las operaciones fotográficas, los intercambios cálidos y cordiales y el “podemos aprender mucho de Uds. en materia de atención médica y educación” entre Obama y los Castro, sugieren que uno de los objetivos de esta política es cambiar la narrativa de la historia de la libertad en las Américas, una historia en la que se describe a Estados Unidos como agresor y a Cuba como liberador.

Durante el discurso en el Gran Teatro Alicia Alonso, el presidente Obama afirmó que quería “enterrar el único vestigio de la Guerra Fría en las Américas”. No ocultó que las diferencias persisten. Obama remarcó que Cuba tiene un sistema político de partido único. Aunque decir dictadura de partido único habría sido más preciso. También afirmó que Cuba tiene un sistema socialista, en el que se cree por tanto que los derechos emanan del Estado, mientras que en Estados Unidos creemos que los derechos pertenecen al individuo. El presidente Obama hizo hincapié en que, a pesar de estas diferencias, debemos trabajar juntos y que cree en el pueblo cubano y que su futuro está en sus propias manos. Y dijo lo siguiente en un español decentemente pronunciado: “Creo en el pueblo cubano… El futuro tiene que estar en manos del pueblo cubano”. Puso énfasis en que Estados Unidos no estaba solamente restableciendo las relaciones con el gobierno de Cuba, sino también, y especialmente, con su pueblo.

Obama no hurgó en las terribles condiciones de la economía cubana. En cambio, alabó el sistema de educación socialista de la isla y el acceso a la atención médica para todos, lo que él considera un derecho humano universal. Hizo uso frecuente del español durante su discurso y alabó igualmente al “cuentapropista”, la persona que trabaja de forma autónoma en Cuba. Recibió escasos, por no decir ningún aplauso, cuando pidió la eliminación del “apartheid” económico doméstico (aunque no utilizó exactamente ese término), con una economía dual, una para los extranjeros y quienes trabajen para ellos, y otra para la gente local, a la que se le paga con un dinero prácticamente sin valor, e igualmente pidió el “intercambio libre y abierto de ideas”, el “derecho a manifestarse” y la “libertad para votar”.

Un punto efectivo de su discurso fue la descripción de la diversidad de los distintos candidatos presidenciales que existe actualmente en Estados Unidos. Declinó mencionar a Trump y se centró en cambio en los dos americanos de origen cubano, en liza contra una mujer candidata y un socialista demócrata. También presentó una visión humana de los exiliados cubanos y la añoranza de su patria.

Un sonoro aplauso estalló cuando el presidente Obama pidió el fin del embargo. Y es que el embargo continúa sirviendo de herramienta de propaganda para el régimen. David Nott, de la libertaria Fundación Reason, que este pasado mes de enero organizó encuentros educativos en Cuba con el senador Jeff Flake (R-AZ), no se traga el dogma de la propaganda cubana sobre que el embargo es la principal causa de los males del país. Nott incluso argumenta que: “El embargo comercial ha sido mayormente simbólico, puesto que Cuba ha podido comerciar con China, Canadá y la Unión Europea durante todo este tiempo. Cuba es pobre debido a la falta de derechos de propiedad y del Estado de Derecho. Las fracturas del socialismo saltan a la vista en la dualidad de divisas, reubicaciones forzosas y la omnipresente propaganda de Estado”.

Los principales argumentos que la administración Obama ha continuado recalcando en favor de un cambio de política son los siguientes: Que las políticas anteriores no funcionaron y que un incremento de la oportunidad para generar ganancias económicas liberarán al pueblo de Cuba. Ambas ideas tienen un gran componente de verdad. Sin embargo, en un país en el que todas las cosas importantes las establece el aparato de inteligencia de los militares, las ganancias, especialmente las procedentes de las grandes empresas y los acuerdos comerciales, difícilmente serán “liberadoras”. La Fundación Reason (como la mayoría de los libertarios) está a favor del levantamiento del embargo, pues las libertades económicas liberarán a los cubanos más rápidamente que el embargo, pero sostiene que el camino hacia la verdadera libertad de los mercados sigue teniendo muchos obstáculos. En artículos anteriores, y basándome en lo que he visto en otras transiciones del comunismo, he comentado acerca de la probabilidad de que Cuba se convierta en terreno fértil para las alianzas clientelistas socialistas y capitalistas y en cabeza de puente para operaciones similares en la región.

Las fuerzas armadas cubanas continuarán teniendo la última palabra durante el proceso de inversión y podrán encontrar a muchos socios ya acostumbrados al clientelismo. Véase el ejemplo de Anbang, la compañía china pujando por adquirir Starwood Hotels. Fundada apenas en 2014, Anbang controla ya casi $300,000 millones en activos. El presidente de la compañía, Wu Xiaohui, está casado con la nieta del antiguo líder chino Deng Xiaoping. Yo me esperaba que Odebrecht también desempeñara un creciente papel en Cuba y la región, pero con algunos de sus ejecutivos en cárceles brasileñas, podría llevarles algo de tiempo recuperar su influencia.

Para acabar en positivo, creo que una de las mejores formas de liberar a los cubanos es encontrando un punto de acuerdo común para respaldar a pequeños emprendedores que recién están empezando. Airbnb, que ya está operando en Cuba, fue una de las empresas presentes en la delegación del presidente Obama. ¿No sería estupendo tener a Uber? Por su parte, los actores de la sociedad civil, desde la Iglesia Católica a las hermandades y asociaciones, han estado desarrollando programas para empoderar a los cubanos y liberarlos de abajo hacia arriba. Pero se enfrentan a barreras arbitrarias que dificultan la planificación a largo plazo. Espero que el futuro presidente de Estados Unidos sea más firme, más prudente y preste atención más detallada a las libertades económicas y políticas que el presidente Obama, y que la promesa de una Cuba libre se convierta en realidad, no simplemente en otra oportunidad perdida

© Libertad.org

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