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La estrategia demócrata para Viena: aceptar a Irán como estado nuclear culpando a Trump por ello

El problema actual para la administración de Joe Biden es que no tiene una estrategia que permita a sus negociadores liberarse de los escollos constantes que propuso la diplomacia de Teherán

La delegación de Irán continúa con su estrategia de negociación marcada por los históricos antecedentes de la diplomacia persa. Al día de hoy se observa que desde los inicios de las conversaciones de Viena los iraníes no se han apartado jamás de su línea de trabajo y han llevado a los estadounidenses en varias direcciones pero sin ir a ninguna parte. El tiempo ha transcurrido en Austria y los enviados del presidente Joe Biden no han podido salir de la trampa iraní que ha favorecido ampliamente a Teherán para ganar un tiempo muy valioso.

Los estadounidenses no ven avances en las conversaciones y han entendido -después de una innecesaria pérdida de tiempo- que fueron llevados a un terreno que no estaba en sus planes. El problema actual para la administración Biden es que no tiene una estrategia que permita a sus negociadores liberarse de los escollos constantes que propuso la diplomacia iraní; esa habilidad persa los llevó a considerar nuevas y urgentes opciones entre las que no se descarta aceptar un Irán casi-nuclear y culpar por ello al ex-presidente Donald Trump por haber dejado sin efecto el acuerdo original firmado por el ex-presidente Barack Hussein Obama.

Los portavoces de la cancillería iraní han demostrado alto profesionalismo en manipular y publicitar resultados que no han sido tales sobre las conversaciones exigiendo avances inmediatos para alcanzar una solución que destrabe el controversial y otorgue un nuevo marco de acuerdo al Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés). Los diplomáticos de Teherán no se movieron un centímetro de sus demandas originales de principios de 2021, con ello, no sólo colocaron a la administración Biden en la frontera del ridículo diplomático, también han llevado a los negociadores estadounidenses al límite del peor escenario, el del apaciguar a régimen teocrático persa.

Este panorama llevó a que el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Teherán Saed Katibzadeh entregara a la prensa local un documento con la posición del régimen el pasado jueves indicando que “la cancillería de Irán percibe falta de decisión, debilidad y un escenario de retirada por parte la Washington en las negociaciones de Viena. Esto se percibe dado el trabajo realista y el avance sobre los hechos de parte de nuestros diplomáticos”; señala el documento presentado por el vocero. Al mismo tiempo, Katibzadeh se refirió a unas declaraciones a la cadena de TV Al-Jazzera del canciller iraní Hossein Abdollahian; en ellas, Irán reconoció un alentador avance en las conversaciones con Riad, indicando que Teherán está listo para reestablecer relaciones con Arabia Saudita en el momento en que los saudíes lo dispongan.

Aunque no hubo respuesta oficial saudita a los comentarios del ministro de Relaciones Exteriores iraní, el embajador del reino en Líbano, Waled Bukhari, el pasado miércoles se refirió a la organización chiita libanesa Hezbollah -respaldada por Teherán- como una amenaza altamente peligrosa para la paz y la seguridad del mundo árabe después de que el secretario general del grupo político-terrorista, Hassan Nasrallah, calificara al Rey saudita de terrorista.

Las declaraciones cruzadas continuaron subiendo de tono en la última semana y la prensa regional relaciona estos cruces verbales al estancamiento de las conversaciones de Viena. En este marco, varios medios de prensa se han referido a declaraciones del asesor de seguridad nacional estadounidense Jacob Sullivan, quien informó al gobierno israelí que para disuadir a Irán de aumentar el enriquecimiento de Uranio a niveles de entre el 80 y 90%, Washington estaría evaluando reactivar sanciones más duras contra el régimen khomeinista. No obstante, para avanzar en eso Estados Unidos necesitaría poner en marcha una estrategia dentro del Consejo de Seguridad de la ONU que debe ser acompañado -al menos- por uno de los socios firmantes y miembro del JCPOA original (podría ser Gran Bretaña) que acompañe el pedido estadounidense para pedir una reimposición ampliada de las sanciones anteriores. Esto se debe a que los miembros del Consejo de Seguridad rechazaron la medida del presidente Trump luego de su salida del Acuerdo original a mediados de 2018.

Sin embargo, lo que varios medios estadounidenses y árabes han colocado como tema central en sus editoriales es una pregunta que aún no tiene respuesta, la misma refiere al caso de que esa estrategia estadounidense sea aceptada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y si eso serviría para detener a Irán en su enriquecimiento de Uranio al 80 y 90%. La preocupación israelí y de los países sunitas sobre ésta posible nueva estrategia de la administración Biden, es que aún sí eso sucediera, es muy posible que -según información que disponen de sus agencias de inteligencia-, ya sea demasiado tarde para limitar y controlar al régimen khomeinista.

Dicho de otro modo, las críticas actuales de la oposición republicana al presidente Biden refieren a que los medios de prensa estadounidenses están preparando a sus ciudadanos para que incorporen de forma no traumática la idea de una República Islámica de Irán “en el umbral del poder nuclear”, y con ello se busca responsabilizar al ex-presidente Donald Trump, en un intento por ocultar su propio fracaso en Viena; cuando lo cierto es que Irán es una amenaza real y altamente peligrosa para la estabilidad regional y mundial desde que el presidente Biden se comprometió a volver al Acuerdo original firmado por el ex-presidente Obama en 2015.

La estrategia de Biden se basa en mostrar que su política resolverá el controversial con Irán por medio del diálogo; el presidente pretende mostrar así su éxito contra el fracaso de la gestión del ex-presidente Trump por ejercer fuerte presión contra Teherán en su tiempo. La administración Biden está buscando una salida que, según se observa, hasta hoy favorecerá a Irán; cuando lo correcto sería trabajar sobre un paquete de medidas diplomáticas, económicas y militares para contrarrestar su amenaza. Así, Washington no parece estar enfocado en lo realmente importante, lo que se observa y escucha es un discurso colmado de retórica estéril con la que se pretende culpar al ex-presidente Trump por el estancamiento actual.

También desde Washington, Mark Dubowitz, miembro destacado la Fundación para la Defensa de las Democracias, publicó días pasados un análisis muy sensato en el diario Wall Street Journal, Dubowitz explica allí un escenario inexorable al que el presidente Biden deberá enfrentarse y donde tendrá que tomar la delicada decisión entre permitir que el régimen iraní se convierta en potencia nuclear o usar la fuerza militar para neutralizarlo.

Lo cierto es que al día de hoy los países sunitas de la región e Israel, dudan sobre cual será la decisión final de Biden para hacer frente al problema y resolverlo, muchos piensan que el presidente dilataría su decisión empujando el problema hacia el futuro y si eso ocurre, Teherán tendrá el camino despejado para convertirse en un estado nuclear-umbral. Además, ello brindaría a Irán la libertad para atacar a los socios estadounidenses regionales con sus milicias aliadas en Gaza, Líbano, Siria, Irak y Yemen; e incluso y de ser necesario, con sus propias fuerzas militares como ya lo ha hecho con su marina de guerra en aguas internacionales del Golfo y el Estrecho de Ormuz.

El régimen khomeinista está convencido que para el presidente Biden su política interna es más relevante que poner fin a su programa nuclear y hasta ahora, el gran desempeño de los diplomáticos iraníes viene ganando ampliamente la partida de ajedrez frente a los apaciguadores enviados por Washington a Viena. Sin embargo, el tiempo se agota para ambas partes.

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