Oriente Próximo, Política

La lucha sin sentido de Obama contra Israel

El pasado noviembre el gobierno de Israel accedía a una moratoria de 10 meses en la construcción de nuevas viviendas judías en Cisjordania.


La moratoria no abarcaba escuelas, sinagogas ni edificios ya en marcha; tampoco se aplica a Jerusalén oriental, hogar de alrededor de 180.000 israelíes – más de un tercio de la población judía de Jerusalén. Sin embargo, incluso con esas salvedades fue una concesión sin precedentes, destinada, dijo el Primer Ministro Benjamin Netanyahu, a "alentar la reanudación de las conversaciones de paz con nuestros vecinos palestinos".

 En aquel momento, la administración Obama aplaudió el anuncio de Israel. La Secretario de Estado Hillary Clinton lo elogió como "un paso adelante". George Mitchell, enviado especial del presidente a Oriente Medio, lo elogiaba diciendo "es un avance positivo" que "podría tener un impacto sustancial sobre el terreno" y reconoció que "es más de lo que ha hecho nunca ningún gobierno israelí".

 De forma que cuando el Ministerio de Interior de Israel anunció recientemente la aprobación provisional de la construcción de 1.600 nuevas viviendas en el barrio de Ramat Shlomo de Jerusalén, no estaba faltando a ningún compromiso. Si alguien es culpable de mala fe en la crisis diplomática que se produjo es la administración Obama, que había aceptado expresamente las condiciones de congelación de construcciones de Netanyahu en noviembre, pero que ahora decía diego donde dijo digo.

 El gobierno de Israel fue culpable como mucho de una mala elección del momento, puesto que el anuncio se produjo mientras el Vicepresidente Joe Biden hacía escala en el país y estaban programadas conversaciones indirectas con los palestinos – que desde hace más de un año se niegan a mantener contactos directos con los israelíes. La metedura de pata habría sido olvidada tan pronto como Netanyahu pidió disculpas por el torpe anuncio de su gobierno, del que él no tuvo conocimiento de antemano. En cambio, la administración Obama pasó a la ofensiva. Clinton criticó públicamente a Israel por lo que ella llama "un insulto a los Estados Unidos," y riñó a Netanyahu es una escandalosa conversación telefónica de 45 minutos de guión redactado por el propio presidente.

 Por si no era suficiente, el portavoz del Departamento de Estado exigía que Israel demostrara "a través de acciones específicas" su compromiso con la paz. Olvidada, al parecer, está aquella moratoria sin precedentes de Netanyahu el noviembre pasado, por no hablar de los innumerables gestos de Israel, las concesiones, la liberación de prisioneros, y las ofertas de paz a los palestinos que los precedieron – todos ellos no correspondidos.

 Cuando el Presidente Obama fue preguntado el miércoles por la noche si las relaciones norteamericano-israelíes están ahora en crisis, respondió tajante: "No". Pero una atmósfera de antagonismo crudo parece ser exactamente lo que pretendía crear la rabieta de la administración.

 Si el objetivo del Presidente era sentar a Israel y a los palestinos a la mesa de negociaciones y con ello reactivar el llamado "proceso de paz", no podría haber elegido una táctica más contraproducente. La Autoridad Palestina explotó rápidamente la oportunidad para retirarse de las conversaciones indirectas que había acordado – ¿por qué negociar concesiones israelíes si Washington puede obligar a Israel a servirlas en bandeja a cambio de nada? "Queremos oír de Mitchell", decía el negociador palestino, Saeb Erekat, "que Israel ha anulado la decisión de construir viviendas para empezar las negociaciones".

 Ésta viene siendo la estrategia de la Autoridad Palestina desde que Obama asumió el cargo inclinándose contra Israel. La primavera pasada, Mahmoud Abbás, de la Autoridad Palestina, declaraba a Jackson Diehl, del Washington Post , que no tiene ninguna intención de negociar con Israel – que estaba encantado cruzado de brazos dejando que Washington sacara concesiones a Netanyahu."Los estadounidenses son los líderes del mundo", dijo Abbas Diehl. "Ellos pueden usar su peso con cualquier persona alrededor del mundo…. Voy a esperar ".

 Israel por lo general se esfuerza por dar cabida a las peticiones de Washington, pero hay algunas cosas a las que ningún gobierno israelí puede renunciar. Una de ellas es el derecho de los judios a vivir en Jerusalén – en la totalidad de Jerusalén, incluidas las regiones de la ciudad conquistadas por Jordania en 1948 y conservadas Judenrein hasta 1967.Los israelíes se pelean por muchas cosas, pero la gran mayoría de ellos conviene en que Jerusalén nunca más debe ser dividida. Los estadounidenses están de acuerdo también. De hecho, por motivos del código federal – Ley de la Embajada de Jerusalén de 1995

– es política estadounidense que "Jerusalén debe seguir siendo una ciudad unificada en la que los derechos de todos los grupos étnicos y religiosos estén protegidos".

 Siendo candidato a la presidencia en 2008, Barack Obama dijo que era su posición también. Millones de votantes pro-Israel le creyeron, igual que creyeron su promesa de "inquebrantable amistad con Israel".

El disgusto reciente sugiere que puede ser momento de pensarlo mejor.

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