Con Pakistán, el mundo contiene su respiración para ver si el predecible desastre en ciernes se evita milagrosamente en el último momento en el caso de un estado con armamento nuclear.
// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR
Martes, 30 de mayo 2023
Con Pakistán, el mundo contiene su respiración para ver si el predecible desastre en ciernes se evita milagrosamente en el último momento en el caso de un estado con armamento nuclear.
Salim Mansur
La fallida apuesta del terrorista suicida — perteneciente probablemente a alguno de los muchos grupos islamistas de Pakistán — por eliminar a Benazir Bhutto en su vuelta al país desde el exilio es el presagio de lo mucho peor que se avecina.
Lo mucho peor podría ser que el ruinoso estado ya fallido implosione como otra Somalia o la antigua Yugoslavia.
La crisis actual — siendo la tentativa de matar a Bhutto simplemente la insinuación temprana de la lucha que viene — se ha estado forjando durante bastante tiempo y está cargada de ironía.
El General Pervez Musharraf depuso como jefe del ejército a un gobierno elegido democráticamente y a su líder, Nawaz Sharif, en 1999. Este golpe de estado fue la reinterpretación por parte de jefes del ejército anteriores de la expulsión de Bhutto, elegida primera ministra en dos ocasiones. Su padre, Alí Bhutto, también fue depuesto y después ahorcado por el dictador militar General Zia ul Haq.
Además, es el ejército con su rama en la sombra, el Inter-Servicio de Inteligencia, el que sembró los polvos que han traído estos lodos mientras las legiones de jihadistas (guerreros sagrados) hacían causa común para emprender la guerra contra los enemigos del islam designados por el jefe de los Talibanes, el mulá Omar, y la Al Qaeda de Osama bin Laden.
Pero el 11 de Septiembre confrontó a Pakistán y su dictador militar con una elección existencial entre ser etiquetado por Estados Unidos como estado criminal que alberga a terroristas, o tomado por aliado en la guerra contra el terror islamista.
La tanto tiempo pospuesta pero inevitable y necesaria prueba de fuego entre el ejército y los jihadistas va para largo. El combate en julio por la Mezquita Roja de Islamabad, la capital de Pakistán, fue simplemente el prólogo de esta prueba que se aproxima.
El presente combate determinará más o menos si Pakistán puede evitar el desastre y empezar de cero con un ejército que devuelve la política al pueblo, movilizando así a la gente en cifras suficientes para eliminar a los jihadistas y sus salvajes políticas que traen la ruina al país.
Pakistán está terriblemente dividido según etnias, clases y lealtades sectarias.
Existe insurrección en la provincia de Baluchistán, guerrilleros Talibanes-Al Qaeda con aliados locales en los territorios fronterizos con Afganistán, inquietud política en el corazón del Punjab, y lucha sectaria recurrente en Karachi, la ciudad más grande del país en la provincia meridional de Sind.
El estratégico apoyo público precisado por la elite de Pakistán en el poder para eliminar a los jihadistas no va a cuajar si Musharraf contrae acuerdos selectivos con algunos políticos en su apuesta por arreglar el resultado de las próximas elecciones antes de la votación.
Esto es lo que ha hecho Musharraf eliminando las prohibiciones contra el retorno de Bhutto del exilio en el extranjero al tiempo que niega lo mismo a Nawaz Sharif en desafío al veredicto de los jueces del Tribunal Supremo en favor del derecho fundamental del exprimer ministro depuesto a volver al país.
Unas elecciones en las que a Sharif, natural del Punjab, se le está negando la participación van a ser percibidas por la mayor parte de los pakistaníes como pucherazo.
Y Bhutto se verá desacreditada como marioneta voluntaria de Musharraf si concurre a unas elecciones en las que Sharif está ausente.
Las apuestas por Pakistán, la región y el mundo más allá son imperdonablemente altas en el doble resultado de unas elecciones aceptadas como legítimas, y la batalla contra los jihadistas locales con sus cohortes extranjeras.
El Dr. Salim Mansur es profesor residente de Ciencias Políticas en la Universidad de Ontario y director de la sede en Canadá del Centro para el Pluralismo Islámico.
// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR
// EN PORTADA
// LO MÁS LEÍDO
// MÁS DEL AUTOR/A