Política

Una opción aguarda a los estados árabes

Pero los árabes del desierto — los palestinos entre ellos — son, como los describía Lawrence, “un pueblo de comienzos, para el que el abstracto es la motivación más fuerte..

Salim Mansur
La historia no progresa en línea recta para las personas que desde cualquier punto van directas hacia el objetivo deseado sin pararse en las consecuencias.

Este espejismo es creado en perspectiva, y las desviaciones explicadas después como resultado de la ignorancia de la gente o el capricho o la duplicidad de líderes como los de la izquierda progresista hoy — los de la derecha mostraron la misma tendencia en su momento — que repiten como loros la estúpida formulación “Bush miente y muere gente”.

Las políticas del Oriente Próximo árabe ilustran lo improbable que es la noción de progreso linear en la historia en la región.

Más de 500 años de gobierno turco en esta región no terminaron de pronto como resultado de la capacidad de los pueblos nativos por lograr su propia independencia. Fue logrado para los árabes gracias a Gran Bretaña, con soldados de su imperio, hombres con armas procedentes de la India, Australia y Nueva Zelanda, en la guerra de 1914-18.

La historia de la revuelta árabe relatada por el inglés T. E. Lawrence en su libro Los siete pilares de la sabiduría es un magnífico relato del esfuerzo invertido a beneficio de un pueblo, los árabes del desierto (beduinos), con el fin de que pudieran recuperar el control de su historia, que estaba siendo escrita por fuerzas ajenas a sus vidas.

Este esfuerzo continúa con todas sus idas y venidas, como se pudo ver la semana anterior en Annapolis, Md., para obligar a los estados árabes a reconocer sus carencias, pasar página de la política de los resentimientos y los agravios entre ellos y con los extranjeros, y responsabilizarse de sus fracasos como requisito indispensable para pasar a estar atentos en la defensa de sus propios intereses.

El sentido práctico de la política reside en la capacidad de distinguir entre todo lo que se quiere y lo que es posible, y traerlo a la realidad. Esta también es la lección de los judíos a los árabes al llevar Israel a la realidad a partir de lo que era el escenario menos deseable para ellos.

El Presidente George W. Bush, al contrario que cualquiera de sus predecesores, ha llegado hasta el punto de comprometer a Estados Unidos a apoyar el establecimiento de un estado palestino. Al igual que Lawrence con los árabes del desierto, Bush se ha posicionado para salvar a los palestinos de sí mismos y de su anterior demencia de arrancar una derrota en el último momento a la cordura.

Pero los árabes del desierto — los palestinos entre ellos — son, como los describía Lawrence, “un pueblo de comienzos, para el que el abstracto es la motivación más fuerte, el proceso de valor y divergencias infinito, y la finalización nada”.

Fueron hombres como Lawrence y el General Sir Edmund Allenby, al mando de las fuerzas británicas en Oriente Medio, los que por encima de todos los demás fueron los responsables de devolver la historia y la independencia a los árabes después de 500 años de sueño a la sombra del gobierno turco.

Después, 90 años más tarde, es Bush el que invierte los recursos de Estados Unidos en obligar a mirar a los estados árabes hacía sus instintos autodestructivos y su desperdicio de otro siglo de recriminaciones.

Es urgente que los estados árabes reconozcan hasta qué punto sus intereses están siendo socavados por Irán y sus filiales, Hamas y Hezbolá. Éste fue el epígrafe de la conferencia de Annapolis.

Los estados árabes, encabezados por Arabia Saudí, tienen una elección que hacer.

Pueden zanjar las cosas con Israel y unirse a Estados Unidos en el momento de evitar que Irán logre la capacidad armamentística nuclear, o bien pueden dejar que su desunión juegue en favor de las ambiciones de Teherán de convertirse en la potencia dominante en Oriente Próximo igual que lo fueron los turcos en tiempos.

El Dr. Salim Mansur es profesor residente de Ciencias Políticas en la Universidad de Ontario y director de la sede en Canadá del Centro para el Pluralismo Islámico.

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