Política

Las diferentes realidades de la ayuda

El dinero proveniente de la solidaridad y la compasión ciudadana casi siempre termina en los bolsillos equivocados.

Editorial

Mientras
miles de personas se manifestaban en Madrid pidiendo por la pobreza y los más
necesitados, la realidad de la ayuda al desarrollo mostraba su peor cara: una
agencia gubernamental de EEUU que ayuda a empresas estadounidenses a invertir en
países en desarrollo había aprobado créditos de millones de dólares para
compañías cuyos propietarios realizaron negocios con mafiosos y rebeldes en el
sangriento conflicto africano, de acuerdo con varios documentos
oficiales.

Se
trata de la agencia Overseas Private Investment Corp (OPIC), creada en 1971
para conceder préstamos y seguros que no estaban disponibles en el sector
privado a empresas estadounidenses que realizan negocios en países en
desarrollo. En sus 34 años, la agencia destinó más de 160.000 millones de
dólares a esos proyectos. Lo que hoy sale a luz es que entre sus beneficiarios
se encuentran muchas empresas sospechosas de haber incurrido en delitos
fiscales.


 


Esta
es la triste realidad de la ayuda y que el noble compromiso de quienes impulsan
Pobreza Cero se niegan a aceptar. El dinero proveniente de la solidaridad y la
compasión ciudadana casi siempre termina en los bolsillos equivocados.


 


¿Qué
paso con el dinero recaudado por las ONG´s gracias al tsunami asiático? Pues,
poco se sabe de él. En Estados Unidos, se recaudó casi un billón de dólares. En
Gran Bretaña, la cifra alcanzada fue de casi 550 millones. Y a pesar de tratarse
de países relativamente pequeños como Australia o Canadá, las ONG de ayuda
exterior recaudaron casi 230 millones de dólares y 160 millones
respectivamente.


 


A
pesar de las enormes sumas de dinero que fluyen a las diversas agencias de
ayuda, hay sorprendentemente poca información y datos fiables acerca de en qué
se emplea exactamente el dinero, o cómo y dónde se empleará en el futuro. La
mayoría de las organizaciones han publicado sus llamamientos con planes
generales pero llamativos acerca de cómo utilizar el
dinero.


 


Las
agencias de ayuda tienen excusa en el presente. Aunque gran parte del trabajo
humanitario ya ha sido realizado por los equipos militares y voluntarios de
personal médico, empleados de urgencias y la policía, las operaciones de ayuda
están aún en pañales. Sería un gran error de juicio, no obstante, que las ONG de
ayuda exterior creyeran que sus presentes niveles de transparencia son
suficientes.


 

Gente
de todo el mundo ha respondido al desastre del tsunami con una generosidad sin
precedentes, y las agencies de ayuda tienen la responsabilidad de recompensar
esta confianza con altos niveles de transparencia y fiabilidad. El público y los
medios tienen la obligación moral con los supervivientes del tsunami de
continuar planteando la cuestión: ¿cómo se gasta el dinero?

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