África, Política

Los manifestantes egipcios critican a la Hermandad Musulmana y a la administración Obama

El gobierno islamista de Egipto se asomó al desastre el lunes como consecuencia de las masivas manifestaciones del fin de semana contra el gobierno de la Hermandad Musulmana.

16 personas perdieron la vida y centenares han resultado heridas durante las protestas que durante todo el fin de semana han sacado a la calle a millones de egipcios. Muchos calculan que las manifestaciones son más masivas que las concentraciones de 2011 que depusieron al dictador Hosni Mubarak. Numerosas crónicas describen el amplio abanico demográfico de los manifestantes, que van de mujeres jóvenes a varones mayores de 60, de seculares de izquierdas a musulmanes conservadores. Varios muertos se habrían producido cuando integrantes de la Hermandad Musulmana abrieron fuego contra los manifestantes que atacaban y luego incendiaban y saqueaban las sedes de la Hermandad.
 
Cuatro titulares ministeriales – los de Turismo, Trámites Parlamentarios, Medio Ambiente y Comunicación – dimitían el lunes en apoyo a los concentrados.
 
Los organizadores de la oposición, que se hacen llamar Frente del 30 de junio, instan a los manifestantes a emprender una campaña de desobediencia civil hasta que se marche el Presidente Mohamed Mursi, transcurrido apenas 1 de sus 4 años de legislatura. Eso incluiría la prolongación de las protestas y una huelga general, entre otras acciones.
 
Más amenazador es que el ejército egipcio haya dado a Mursi un ultimátum de 48 horas para negociar alguna clase de resolución con la oposición o enfrentarse a lo que vendría a ser un golpe de estado, mientras los militares prometen "anunciar una futura hoja de ruta y medidas para supervisar su implantación". Los concentrados de la Plaza de Tahrir – mayoritariamente musulmanes, antes partidarios muchos de Mursi – jalearon con aprobación el lunes cuando helicópteros militares se dedicaron a sobrevolar el lugar con banderas egipcias.
 
Pero un asesor de Mursi ha declarado al Guardian que el ejército no podrá llevar a cabo ningún golpe sin el visto bueno de Washington. Las declaraciones del asesor insinúan que el régimen tiene esperanzas de contar con el constante apoyo estadounidense. También insinúan que la presidencia se apoya en la certeza de que el ejército no se va a arriesgar a enfurecer a América, que le proporciona una financiación significativa.
 
Frente a este histórico estallido de descontento, lo mejor que supo hacer el Presidente Obama fue manifestar un tibio llamamiento "a la contención". No hubo manifestaciones de apoyo a los manifestantes, pero Obama sí que mencionó que Mursi había sido elegido democráticamente. "Hay más trabajo que hacer para crear las condiciones en las que todos sientan escuchadas sus voces, y en las que el Estado es eficaz y verdaderamente representativo", decía.
 
La intervención del Presidente manifiesta la garrafal malinterpretación de la doctrina totalitaria de la Hermandad Musulmana. La Hermandad no tiene ningún interés en ser democrática ni plural. Su misma existencia se debe al deseo de imponer la sharía y el respeto estricto a la ley islámica a todos los egipcios, como primer paso a la creación de un califato global. En un infrecuente momento de sinceridad, dos altos funcionarios de la Hermandad dijeron lo propio el pasado año.
 
Durante una intervención, el Guía Supremo Mohammed Badie recordaba el programa original de la Hermandad a los seguidores, esbozado por su fundador Hassán al-Banna. "Hay que empezar por la reforma de lo individual y luego empezar a reformar familia y sociedad, luego el gobierno; después el califato de orientación acertada, luego instruir al mundo; instruir en cuanto a orientación, conocimientos, verdad y justicia".
 
Esa misma malinterpretación garrafal quedaba en evidencia hace dos semanas, cuando la Casa Blanca recibía a un clérigo fundamentalista de la Hermandad Musulmana. Abdalá Ibn Bayya era recibido con honores aun tratándose de un alto funcionario de una rama de la Hermandad Musulmana que ha decretado una fatua instando al asesinato de los soldados estadounidenses en Afganistán, y que ha apoyado de forma rutinaria a los terroristas de Hamás contra Israel.
 
El Presidente no puede decir que no era consciente de los peligros de un gobierno de la Hermandad. Los funcionarios de la administración ignoraron repetidamente la preocupación porque, a pesar de sus encendidas garantías en sentido contrario, la Hermandad no fuera a gobernar de forma democrática. Después de que las maniobras del pasado otoño desmantelaran el estamento judicial egipcio, la administración Obama hizo pronunciamientos igualmente inocentes.
 
Mursi y sus colegas islamistas sacaron adelante a rodillo un nuevo texto constitucional que desató la inquietud internacional por los derechos de la mujer y las minorías. Los analistas manifestaron en aquel momento su preocupación porque la ambición egipcia de poder empujara Egipto a la guerra civil.
 
Los egipcios que ahora están exigiendo que Mursi y la Hermandad se marchen no parecen sentirse parte de un gobierno representativo. Mursi no ha hecho nada por resolver la crisis económica del país, mientras recursos e infraestructuras se vuelven escasos. El grupo se dedicó más bien a consolidar su poder y a imponer la ley islámica.
 
Como se ha informado con anterioridad, los cristianos coptos egipcios se han enfrentado a amenazas constantes e injusticias. Mursi ha llenado el gobierno de islamistas, incluyendo el reciente intento de elegir a un islamista ultrarradical vinculado a un grupo terrorista gobernador de Luxor, región de economía basada en el turismo y lugar de una masacre de turistas en la década de los 80.
 
La celebración de elecciones tampoco garantiza la estabilidad. Mohamed Mursi es hoy Presidente sólo en el sentido de que es el nombre del cargo. Estados Unidos tiene que modificar su política en favor de una visión a un plazo más largo y tratar de limitar los daños al Estado causados por la agitación interna. Los manifestantes intentaron difundir un mensaje parecido el domingo. Cantaron contra Estados Unidos y portaban pancartas criticando a Obama y a la embajadora norteamericana Anne Patterson.
 
Las crónicas de los medios árabes afirman que Patterson se reunió en secreto la pasada semana con el secretario en funciones de la Hermandad Musulmana, Jairat al-Shater. Y muchos manifestantes llevaban pancartas con la foto de Patterson junto a la de Mursi, o con críticas. Un popular bloguero egipcio que se hace llamar "el Gran Faraón" se preguntaba si el Departamento de Estado va a despedir a Anne Patterson por todos sus informes imprecisos de Egipto que se dedica a enviar a Washington.
 
La Hermandad tuvo una ventaja clara en los comicios electorales del pasado año. Fue la única formación política bien organizada y relativamente armoniosa que quedaba en pie a la caída de Mubarak. Incluso con esa ventaja, hubo acusaciones de fraude tras la victoria ajustada de Mursi. Las peticiones para aplazar las elecciones con el fin de dar tiempo a los demás a organizarse fueron ignoradas, y la Hermandad se alzó sin esfuerzo con victorias parlamentarias, junto con las presidenciales de Mursi.
 
Ahora, un grupo civil de oposición llamado "Tamarod" – "rebelde" – dice disponer de 22 millones de firmas exigiendo a Mursi su dimisión y la convocatoria de nuevas elecciones. Mursi obtuvo 13 millones de votos en las elecciones del año pasado. En 2011, Estados Unidos se asomó a las cotas del descontento egipcio e instó a Hosni Mubarak a dimitir. El domingo hubo más gente pidiendo lo mismo a Mursi, y ahora el ejército egipcio se dispone a intervenir.
 
Los titubeos de la administración Obama sólo sirven para alienar al gobierno egipcio que venga después de la Hermandad Musulmana.
 
 

Steven Emerson está considerado uno de los principales expertos mundiales en redes, financiación y operaciones islámicas fundamentalistas. Colabora con el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes y con el Comité Judicial del Senado.

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