Algunas enfermedades infecciosas ya causan muchas más muertes al año de las que, según los peores escenarios, podría provocar el actual brote de ébola.
La OMS ha reiterado que, a pesar de algunos indicadores positivos, la epidemia de Ébola está lejos de ser controlada en África. A la vez, ha criticado algunas medidas desproporcionadas puestas en marcha en países occidentales y africanos, como las cuarentenas forzosas a colectivos mínimamente expuestos ala enfermedad. Sinembargo, sus recomendaciones no parecen haber convencido a las autoridades, que han seguido aplicando este tipo de protocolos.
Y es que no es fácil hacer valer la prudencia ante una epidemia de histeria. Como señalaba Sara Gorman en un
blog de la revista
PLOS Medicine, desde Occidente se ha hablado mucho de la “irracionalidad” de ciertas prácticas africanas (rituales de enterramiento, recurso a curanderos tradicionales) que han contribuido a extender la enfermedad; y sin embargo no se han criticado otros comportamientos igualmente irracionales dentro de los países desarrollados, como la misma utilización del término
pandemia aplicada a una situación que dista mucho de cumplir los requisitos técnicos para ser llamada así.
El peligro objetivo del ébola sigue siendo menor que el de otras enfermedades
Algunas voces han señalado la disparidad de criterios para evaluar el peligro del ébola comparado con el de otras enfermedades infecciosas menos llamativas. En un artículo para la web
Cincinnati.com, el doctor Lynne Saddler –director de la Oficina de Salud para la zona norte de Kentucky– explicaba que los ciudadanos estadounidenses debían temer más a la gripe estacional que al ébola.
Es cierto que el actual brote de ébola ha provocado más infecciones y muertes que todos los anteriores juntos. Además, contrariamente a otras enfermedades víricas, contra el ébola no se dispone de una vacuna eficaz (hay varias en proceso de prueba) ni de tratamiento.
Mortalidad teórica y muertes reales
Sin embargo, aun contando con esto, el peligro objetivo del ébola sigue siendo menor que el de otras enfermedades. La Kaiser Foundation ha elaborado un breve
informe que incluye al final un cuadro con datos comparativos de algunas de las enfermedades contagiosas que más muertes causan cada año en el mundo.
Algunas de las ventajas del ébola con respecto a otras patologías víricas son que no puede transmitirse en la fase asintomática y que su periodo de incubación es relativamente corto. Ambos factores unidos hacen que sea menos probable que este virus se convierta en una pandemia mundial; al menos en tanto que se tenga los medios suficientes para aislar a los infectados. De ahí que, mientras en algunos países de África aún no se ha conseguido frenar significativamente el brote –hace falta una infraestructura y una operatividad en el terreno que todavía no está disponible–, en los países desarrollados los casos han sido muy reducidos y su extensión rápidamente acotada.
El ébola ha causado por ahora unas cinco mil muertes, mientras que el año pasado murieron 627.000 por malaria y 1,3 millones por tuberculosis
En cualquier caso, el índice de transmisibilidad del ébola (el número medio de contagios producidos por cada nueva infección, sin contar con las medidas para su contención) está entre 1,5 y 2, según los distintos brotes. En el actual, según un estudio publicado en septiembre en
Plos Medicine, está siendo de 1,51 para Guinea, 2,53 para Sierra Leona y 1,59 para Liberia. Además, el índice efectivo de transmisibilidad (el que tiene en cuenta las medidas de control que se están desarrollando) había bajado hasta 1 en julio en Guinea y Sierra Leona, mientras que en Liberia apenas difería del indicador básico, un signo de que allí no se había conseguido frenar la infección.
Con todo, la falta de vacuna o de tratamiento, o simplemente el impacto mediático de cada enfermedad, puede llevar a confundir mortalidad teórica (la capacidad de un virus o una bacteria para matar) con la real: el número de muertes al año. Los datos proporcionados por el estudio de la Kaiser Foundation son reveladores: mientras que el ébola ha matado a unas 5.000 personas desde que se declaró el brote –y según previsiones más bien pesimistas, las víctimas podrían llegar a 15.000 en los primeros doce meses–, el año pasado murieron entre 350.000 y 500.000 personas por hepatitis C, 1,5 millones por sida, 250.000 por gripe estacional, 627.000 por malaria, 122.000 por sarampión, 195.000 por tos ferina y 1,3 millones por tuberculosis.
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