El vaticano acumuló un desacostumbrado déficit operativo consecuencia de la pandemia del Coronavirus

La pandemia del Coronavirus golpeó económicamente a muchos. Duro. Entre ellos, a la Iglesia Católica, en distintos rincones del mundo. También en el Vaticano mismo como Estado, que ante lo sucedido acumuló un desacostumbrado déficit operativo.

Por tal motivo, el Papa Francisco, con la dosis de prudencia y austeridad que el inesperado momento ciertamente aconsejaba, decidió -entre otras cosas- recortar, sin consultas previas, los salarios que perciben los Cardenales en un 10% y los del resto del personal del Vaticano entre un 3% y un 8%. Estuvo, creemos, bien asesorado ante el impacto real de la repentina catástrofe sanitaria.

Pese a ello, este año, según se estima, el Vaticano tendrá un déficit operativo sustancial, que sería aparentemente del orden de unos 50 millones de euros. En el año 2019, antes de la llegada de la pandemia entonces, ese déficit resultó ser de unos 11 millones de euros. Se ha quintuplicado, entonces.
El comprensible mal humor del personal del Vaticano ante la forzada baja de sus ingresos se exteriorizó recientemente, en una inusual, extensa y quejosa “carta abierta” al público, pero sin firmas. Pese a lo cual, la prensa italiana la publicó y comentó extensamente.

Oficialmente, en el Vaticano mismo viven apenas unas mil personas. Pero, pese a ello, allí trabajan unas 4.700 personas, en las más distintas tareas burocráticas. La gran mayoría de ellas viven fuera de los muros de la ciudad vaticana misma.

Se sabe que el tesoro monetario e inmobiliario del Vaticano es muy importante. Con sus reservas, el Vaticano realiza inversiones asesorado por renombrados especialistas que contrata especialmente al efecto, con las que obtiene ingresos adicionales cuyos montos, así como el de las reservas, se mantienen en un muy discreto plano de confidencialidad. Lo que quizás no sea necesariamente lo ideal. Pero es así.
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.